El kayfabe es un término extraño. Describe la naturaleza guionizada del show, que no la falsedad. No hay otro deporte que juegue con esa dualidad. Está predeterminado en sus resultados, pero se transmite como genuino para la audiencia. Bajo ese prisma, el wrestling es único.
El otro día escuchaba a un comunicador deportivo decir que la lucha libre era «el teatro de los rednecks». Me ofendió, ciertamente. Porque esa es solo la superficie y porque ahí se queda fuera la concepción artística, las historias, los arcos narrativos y, claro, el kayfabe.
Se juega con la superioridad moral del conocimiento de lo «falso», del nicho, sin entenderlo como una experiencia similar a ir al cine y sí como una mentira. No son trileros, son prestidigitadores.
Si hablamos del kayfabe, es un concepto que ha ido perdiendo con los años. Ya no se intenta convencer de la plausibilidad del show. Tampoco tiene sentido. Las victorias se escogen antes de empezar, y eso ya no es tela de juicio para determinar tu posición frente al wrestling.
La llegada de las redes sociales, las Curtain Calls y los programas paralelos a la acción en el ring (Byte This, realities...) dejaron paso a una nueva era donde lo que pasaba fuera del cuadrilátero podía no ser correlativo a lo que veías en tu televisor.
📌 LA REALIDAD ACTUAL
Hace unas horas vi por redes una fotografía de Gunther con Riddle y otros luchadores. Ambos están enfrentados en TV y van a luchar en #MITB. Cora Jade y Roxanne Pérez, enemigas íntimas en NXT, compartían crucero y fiesta de cumpleaños la semana pasada.
El mundo evoluciona. La perspectiva cambia. Los luchadores representan algo que no tiene por qué ser trasladado fuera. El purista pretende dedicación 24/7, vivir por y para la representación. Pero no hace falta. Aunque se echa de menos.
Decía The Undertaker, en una entrevista con Chris Van Vliet, que el kayfabe murió cuando él dejó su personaje del Enterrador para hablar como Mark Calloway. De facto murió mucho antes, pero el conocer por fin a la persona detrás de una figura icónica marca un antes y un después.
El luchador lo dio todo por la industria. Se entregó en cuerpo y alma toda su vida. Necesitaba quitarse ese peso de encima. El documental Last Ride es la piedra en la tumba. Los shows 1 deadMan son la peregrinación a ese tiempo pretérito.
📌 VESTIGIOS DEL PASADO
Las palabras del Enterrador me llevan a recordar el caso de Iron Sheik, recientemente fallecido, y Jimmy "Estaca" Duggan. Ambos, rivales acérrimos en 1987, fueron cazados por la policía con algo de marihuana y cocaína.
Pero eso era peccata minuta: iban juntos en el coche. Duggan explicó que «lo peor sobre el arresto es que la gente se cree que Iron Sheik y yo somos amigos». Ese incidente casi acaba con sus carreras.
Hay wrestlers que hoy todavía buscan esa dosis de realismo. Vemos intercambios en Twitter, pero entre las entrevistas fuera de personaje, las herramientas transmedia y el compartir tu vida personal en redes sociales se hace muy complicado a nivel narrativo y de 'gimmick'.
Si pensamos en alguien que rompe esa regla, nuestra mente se va a MJF. Siempre agresivo, malhablado y casi despectivo, mantiene la compostura a todas horas y en todas direcciones. En el ring es el hijo del demonio, fuera también.
Ya sea en el vídeo promocional del juego de AEW o en una charla con Ariel Helwani. Se ha construido un aura de apariencia impenetrable que difumina realidad y ficción. Hacía tiempo que no sentíamos que un luchador podía ser genuinamente imbécil sólo por la deriva del personaje.
Otro que busca esa percepción es Cody Rhodes. Lesionado en el kayfabe del brazo, publicó varias fotos con su mujer. En todas llevaba una protección en la muñeca. Pequeños detalles que, si bien no recomponen la visión ochentera de la industria, sí te hacen encajar una sonrisa.
📌 SÍ, ESTÁ GUIONIZADO; AHORA DISFRUTA DE LA PELÍCULA
Hay un concepto que me fascina: la suspensión de la incredulidad. Es la evolución del kayfabe.
Conoces cómo funciona la industria, pero te esfuerzas, como espectador, en meterte de lleno en las historias, a formar parte de las mismas, a posicionarte con uno u otro luchador y a estar dentro de la rueda. Analizas, prevés, predices, clasificas. En un deporte guionizado.
En algo que, a ojos del foráneo, nada debería tener que ver con el análisis, las predicciones o las clasificaciones. Lo difícil es explicarle al que ve los toros desde la barrera eso, precisamente. Cómo no sólo es posible sino que la industria da pie a ello.
Cómo a pesar de que la gente en traje sea la que escoja a los campeones no todos pueden serlo. Cómo el wrestling sigue sus propios cánones y cómo, paradójicamente, la meritocracia tiene cabida, pero también la política. La historia me recuerda al mal llamado deporte convencional.
El kayfabe no volverá. Los puñetazos a la cara cada día valen menos. Los movimientos, más de lo mismo. Ataca a la nostalgia, pero es una evolución más de una lucha libre que aguanta, inverosímilmente, el paso del tiempo. Contra viento y marea. Contra los cambios culturales.
Contra la caída del interés en TV. Contra una opinión pública que cayó en la descripción manida del wrestling y que se escuda en ello para no reconocer su error. Kayfabe o no, es un deporte espectáculo que potencia los sentidos. Y el ring es un lienzo en blanco listo para pintar.
Si te ha gustado, un RT no traerá de vuelta el kayfabe, pero ayudará a que pueda leerlo más gente.
De lunes a viernes publicamos un nuevo episodio de #UHEP, un podcast diario de lucha libre. Dale una escucha.
Corría el año 2007 y Joshua Fatu pisaba, por primera vez de forma oficial, un cuadrilátero. Al lado, como siempre, su hermano Jonathan Fatu. Ese hombre era Jey Uso, antes también conocido como Jules Uso (FCW, 2010).
Un hombre que quería ser jugador profesional de fútbol americano. Una vida familiar centrada en la lucha libre, un tiempo libre 'macarra' y un fallido trabajo en una tienda de muebles le hizo replantearse todo.
¿Es el CMLL la mejor empresa de wrestling de 2024?
No es una pregunta descabellada. En un mundo de mastodontes y gigantes, de presupuestos desorbitados y de guerras por el talento, una promoción ha asomado la cabeza. Es el Consejo Mundial de Lucha Libre, y quiere codearse con los mejores.
El Draft suele ser la tierra de las oportunidades y los cambios. También sirve para mover el avispero. En tiempos en los que WWE dejó de prestar atención a la división de marcas, esto pierde bastante valor. Aun así, hay detalles a destacar.
1⃣ Bianca Belair (#SmackDown)
Sin Roman Reigns, era la opción obvia. Para WWE es la gran luchadora de su roster. La tienen en alta estima y es la embajadora de la marca. Siempre va a estar arriba.
WWE ha anunciado a bombo y platillo su nueva etapa. Algunos la llaman la Era del Renacimiento. Otros, en un acto algo vanidoso (y miramos de frente a Stephanie McMahon y Triple H), la Era Paul Levesque. Pero... ¿Cómo se determina un cambio de era?
Yo me perdí en la Era PG. No sé qué vino después. Si la Era Reality, si la Era Pandémica... Ni idea. Tampoco sé quién lo determina.
Las teorías de la conspiración, la vida... y la lucha libre.
Dentro #SrHilo 👇
El otro día salió John Cena desnudo en los Oscars. Fue un gag. Quizás una reivindicación. El caso es que salió desnudo. Bien. Lo que para algunos es algo normal -lo normativo deja de ser normal-, para otros fue un Ritual de Humillación Illuminati.
La moraleja, más allá de la carcajada, es que no podemos estar ni un segundo sin buscarle la explicación a las cosas. Ni siquiera cuando John Cena ha luchado semidesnudo buena parte de su carrera en el wrestling.
La vez que Rey Mysterio luchó sin máscara (y que WWE quiere que olvides).
Dentro #SrHilo 👇
WCW, Rey Mysterio y una pesadilla: Rey Mysterio desenmascarado.
Para neófitos y expertos.
Todo el mundo sabe quién es Rey Mysterio. El luchador mexicano, el enmascarado. Bueno, lo cierto es que no nació en México. Ni ha luchado siempre con máscara. Pero nos entendemos. Es el maldito Rey Mysterio. Booyaka, Booyaka.