Los abismos de la depravación en la Checa de San Elías.
Apolonia Lizárraga y Ochoa de Zabalegui.
Dentro hilo.
En la penumbra ominosa de la Guerra Civil española, entre las sombrías memorias de las célebres checas barcelonesas, destaca la oscura figura de la "Checa de San Elías", cuyo nombre se tejió con los hilos de la brutalidad y el dolor humano.
En las páginas manchadas de sangre, se inscribe el martirio de Apolonia Lizárraga. A sus 69 años y origen en Lezáun, Navarra, Apolonia era la Superiora General de la Congregación de Carmelitas de la Caridad, cuya vida resonaba con un desafío silente ante las sombras de su época.
En los albores de la Segunda República, sus cartas inspiraban a sus seguidoras espirituales a enfrentar las persecuciones que se cernían sobre una España convulsionada. En la primavera de 1936, sus palabras cobraban vida:
"Ante el pánico y la espera de terribles eventos que se ciernen, somos las religiosas las primeras en sufrir. Bendito sea Dios por permitirlo. Él nos brindará la fuerza".
En una conversación con el Obispo Irurita, sus palabras proféticas tejieron una sombra premonitoria: "¡Dichosos son los mártires! Tal vez al Señor Obispo le aguarde esa suerte".
En un mundo donde el caos se abría paso, el Convento de las Carmelitas de la Caridad en Vic era su refugio. Pero pronto se transformaría en el epicentro de la tragedia. La llegada de milicianos a la "Ciudad de los Santos" el 21 de julio anunciaba la llegada de la oscuridad.
En Plaza del Mercado, objetos religiosos arden en un acto sacrílego, y conventos e iglesias sucumben ante las llamas del odio. Apolonia, implacable en su valentía, protege a sus hermanas, buscando salvar a las novicias y las enfermas de la marea de violencia.
El 2 de agosto, Barcelona la recibe en un tren, una parada en su camino hacia el abismo. En la estación, la humillación se convierte en vestidura, mientras milicianas cachean a mujeres desnudas en busca de dinero.
En medio de esta degradación, Apolonia llega a la Ciudad Condal, encontrando refugio en la casa de sus primas.
El 7 de septiembre, la fatalidad se cierra en torno a Apolonia. Las milicias del POUM la arrestan a las 9 de la mañana en casa de las primas.
Arrastrada al comité en la Calle Ancha, la sombra de la muerte la persigue. Devuelta a su refugio, la persecución continúa, y Apolonia busca escapar.
Bajo el control del POUM, el Comité de control en la calle Provenza y luego otro en el Paseo de San Juan la aguardan. Pero es en la infame checa de San Elías donde el destino final se traza.
En este oscuro enclave, Apolonia se enfrenta a sus verdugos. "¿Quién eres?", preguntan los milicianos. "Soy religiosa", responde serena.
La noche del 8 de septiembre, en la penumbra de la checa, Apolonia es llevada de su celda con la promesa de eterno descanso.
La checa de San Elías, bajo el yugo del siniestro "Jorobado", se transforma en un escenario grotesco de canibalismo. El "Jorobado" engordaba los porcinos con carne de naturaleza humana. Dentro de este macabro cuadro, Apolonia se encara con su desenlace terminal.
Las amarras constriñen sus muñecas y tobillos, y luego es suspendida en un gancho anclado en la muralla del patio. Empleando una sierra dentada, su integridad corpórea está disgregada. Durante este siniestro trance, su plegaria y súplica se elevan por sus propios verdugos.
Su anatomía, dividida en cuatro partes, se transmuta en regocijo banqueteable para aquellos mismos suidos en cuyo seno fue arrojada. La secuencia culminaría con el sacrificio de estos cerdos, cuyos despojos eran comerciados bajo la falaz etiqueta de "chorizos de monja".
Este horror inconmensurable ejemplifica la profundidad de la depravación intrínseca en su manifestación más grotesca.
Apolonia Lizárraga, un faro de sacrificio y resistencia. Su beatificación en Roma, en 2007, resuena como un recordatorio de que, en medio de la sombra más profunda, la dignidad humana y la esperanza pueden prevalecer.
Este hilo lo podéis encontrar en mi tweet fijado dentro de la serie "Mártires olvidados en la memoria"
Aquí os dejo el capítulo 6.
El Trágico Destino de las Hermanas Fradera Ferragutcasas.
Carmen, Rosa y Magdalena.
Dentro hilo.
Carmen Fradera Ferragutcasas, nacida en 1895, junto a sus hermanas Rosa, nacida en 1900, y Magdalena, nacida en 1902, conformaban un trío de almas devotas y entregadas a la Congregación de las Misioneras del Corazón de María.
En los turbulentos años de la contienda de 1936-39, estas tres hermanas recibieron la orden de refugiarse en el seno de su hogar paterno, en Riudarenas (Gerona), manteniéndose discretas y comprometidas con la oración y las tareas del hogar.
En el trasfondo de la brutalidad de la Guerra Civil, una historia se alza como testigo de una resistencia indomable.
Carmen Godoy Calvache.
Dentro hilo.
En el agitado escenario de Adra, un pintoresco puerto pesquero en Almería, nacía en 1888 Carmen Godoy Calvache. Su vida transcurriría en una época tumultuosa marcada por un entorno industrial en constante ebullición
y la irrupción de ideologías socialistas, comunistas y, sobre todo, anarquistas.
Devota desde su infancia, su fervor religioso la acompañaría a lo largo de los años.
Sacrificio en la Guerra Civil española, donde la fe arde más allá de la muerte.
Carmen García Moyón. "La francesita"
Dentro hilo.
En un trasfondo de agitación política y convulsión social, emergió una figura singular: Carmen Marie Anne García Moyon, apodada "la francesita". De raíces mixtas, con una madre francesa y un padre español,
Carmen creció en las tierras barcelonesas, abrazando inicialmente la senda de la vida religiosa al ingresar a las Hermanas Terciarias Capuchinas. Sin embargo, su alma inquieta y su fervor apostólico la llevaron a desistir de los votos perpetuos,
El desgarrador destino de tres enfermeras de la Cruz Roja.
María Pilar Gullón Yturriaga.
Octavia Iglesias Blanco
Olga Pérez-Monteserín Núñez
Dentro hilo.
En el turbulento verano de 1936, en medio del fragor de la guerra que sacudía España, la ciudad de Astorga se vio envuelta en un torbellino de violencia.
Ante la urgente necesidad de personal médico y enfermeras, la congregación de las Hermanas de María organizó cursos acelerados para entrenar a voluntarias de la Cruz Roja en la noble tarea de sanar a los heridos.
Una humilde monja trinitaria perseguida por su fe y su condición religiosa.
Sor Francisca de la Encarnación.
Dentro hilo.
En un rincón olvidado de la apacible ciudad de Martos, florecía la devoción en un convento trinitario. Allí, entre los muros de clausura, se encontraba la fervorosa y humilde religiosa María Francisca Espejo y Martos, conocida como Sor Francisca de la Encarnación.
Huérfana desde temprana edad, encontró refugio en el seno de su tía, Sor María del Rosario, también monja trinitaria, quien se convirtió en su guía espiritual y acogió su vocación religiosa.
Una joven gitana envuelta en una trágica y conmovedora historia de amor, lealtad y fe.
Emilia Fernández Rodríguez.
Dentro hilo.
En la lejana región de Tíjola, se alzaban las casas-gruta que los gitanos poblaban en la parte alta del pueblo, a unos 100 km de Almería ciudad. Entre aquellos intrincados caminos de tierra y piedra, vivía una joven gitana llamada Emilia Fernández Rodríguez.
Era alta, esbelta y de piel morena, con el cabello negro recogido en un elegante moño. Sus grandes ojos negros irradiaban profundidad y misterio, mientras que sus manos, agrietadas por el noble arte de fabricar canastos, revelaban su destreza en el oficio.