La invención de la quinta dimensión: al principio a Einstein le agradó la idea y así se lo expresó su autor, Theodor Kaluza. La clave para la unificación de las fuerzas elementales de la naturaleza bien podría estar asociada a la existencia de una dimensión extra. [Hilo]
Las mismas ecuaciones (4+1)-dimensionales de la gravedad (Einstein) devenían ecuaciones de la gravedad (Einstein) más las del electromagnetismo (Maxwell) en un mundo (3+1)-dimensional como el nuestro. Es decir,
gravedad pura en 4+1 dimensiones eapaciotemporales es equivalente a electromagnetismo más gravedad en 3+1 dimensiones; como si la fuerza electromagnética que experimentamos en nuestro mundo no fuera sino la proyección o la sombra de una gravedad que va más allá de nuestras 3+1
dimensiones.
Kaluza participó de su descubrimieto a Einstein, a quien le escribió una carta contándole el curioso resultado. Einstein elogió su teoría, aunque no sin manifestar sus dudas. Aun así, un tiempo después, le aconsejó publicarla. Y así lo hizo: Kaluza preparó un
artículo titulado "Zum Unitätsproblem der Physik" [sobre el problema de la unificación en la física]. El artículo de Kaluza se publicó en 1921 en Sitzungsberichte Preußische Akademie der Wissenschaften [Acamia Prusiana de Ciencias] y estuvo patrocinado por el mismo Einstein.
El hallazgo de Kaluza vino a iniciar una apasionante búsqueda por la unificación de las leyes que gobiernan las diferentes fuerzas de la naturaleza basándose en la tan sencilla como osada idea de que podrían existir más dimensiones del espacio que éstas que podemos experimentar.
Y si bien Kaluza no fue el primero en pensar en la gravedad en más dimensiones (e.g. Nordström había considerado algo así hacia 1914), la forma en que Kaluza concibió esta idea es la que, hoy, se emplea, mutatis mutandis, en las modernas teorías físicas como la teoría de
cuerdas y la teoría M.
Ahora bien, cualquiera que haya prestado atención a esto advertirá que hay un problema con esta idea: si hay más dimensiones, ¿dónde están? ¿Por qué no nos es posible viajar en ellas tal como lo hiciera Plattner, el personaje del cuento de H.G. Wells?
La respuesta a esta pregunta la daría Oskar Klein en 1926. Klein suplementó la idea de Kaluza proporcionando el mecanismo mediante el cual la dimensión extra sería inobservable (al menos para nosotros). Esto, aunque suele omitirse, está vinculado con la mecánica cuántica:
Klein pensó que si la dimensión extra imaginada por Kaluza fuera periódica, el problema estaría resuelto. Es decir, si fuera posible que, al viajar en esa dirección extra, uno retornase al punto de partida luego de andar un pequeñísimo tramo, entonces esa dirección sería imper-
ceptible. En otras palabras, la topología circular y el tamaño pequeño de la dimensión extra harían a ésta inobservable; al menos, inobservable para las partículas que, como las que conforman nuestro cuerpo, se mueven a velocidades relativamente bajas.
Sólo partículas elementales con mucha energía podrían explorar esa dirección compacta, mientras que las partículas que forman nuestros cuerpos, de energía baja, tendrían vedada tal excursión. Sólo las 3+1 dimensiones (3 del espacio, 1 del tiempo) nos son asequibles a nosotros,
mientras que la quinta dimensión del espaciotiempo (i.e. la cuarta dimensión del espacio) sólo es transitable por partículas de altísimas energías. Klein calculó esto: dado el valor de la carga del electrón, la longitud de la dimensión compacta sería de 10^{-32} metros, un número
escandalosamente inferior al tamaño de un protón. La idea germinó, y desde un comienzo. En 1938, Einstein y sus colaboradores, Bergmann y Bargmann, trabajaron en la teoría de Kaluza, y se tomaron la existencia de la dimensión extra muy seriamente, tratándola como una verdadera
dimensión y no como un mero artilugio matemático. Años antes Einstein ya había trabajado con Mayer en ese tema, cuando aún ambos se encontraban en Europa.En 1943, Einstein y Pauli escribieron juntos un artículo sobre la existencia de singularidades en la teoría de Kaluza. En los
años 1980s, luego de la formulación de la supergravedad y de la reinterpretación de la teoría de cuerdas como una teoría fundamental, la idea adquirió un interés renovado.
Hoy en día, la teoría de Kaluza-Klein es parte esencial de cómo entendemos la teoría de cuerdas, siendo una de las predicciones de esta última, precisamente, que el espaciotiempo tiene 6 (o acaso 7) dimensiones eapacialws más que las 3 que vivenciamos cotidianamente.
Acrualmente, a más de cien años de la idea seminal que diera origen a la empresa de vincular la existencia de dimensiones extra con la unificación de las leyes de la naturaleza, los nombres de Kaluza y Klein aparecen a diario en el farfullar constante frente a nuestras pizarras.
Es que se trata de una teoría tan promisoria como elegante y contentiva: en la teoría de Kaluza-Klein la masa podría ser sólo impulso en la dimensión extra. Asimismo, la simetría de gauge del electromagnetismo sería, en eata teoría, simplemente la libertad ante cambio general de
coordenadas en el mundo (4+1)-dimensional. En la teoría de Kaluza-Klein la carga eléctrica estaría ipso facto cuantizada. ¡Es una idea maravillosa!
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El electrón, la antimateria y el tiempo: En la primavera de 1940, John Wheeler llamó por teléfono a su por entonces ignoto estudiante de doctorado Richard Feynman. Era para contarle que finalmente había entendido por qué todos los electrones son idénticos, entre sí. [Hilo]
Wheeler creía haber entendido, por fin, por qué todos los electrones son exactamente iguales unos a otros, y por qué los positrones (i.e. antielectrones) también lo son, salvo por el signo de su carga. "Son idénticos sencillamente porque son todos el mismo electrón", le dijo.
Alguien refiere que sus palabras fueron: "They are all the same one electron, zigzagging all over time and space". En silencio, sosteniendo el teléfono en uno de los pasillos oscuros del Graduate College de Princeton, aquel que estaba llamado a ser uno de los físicos más grandes
La física del eterno retorno: ineluctable en tanto teorema es que el universo se repetirá a sí mismo. Cumpliendo la profecía de aquel demonio [ein Dämon] del que Nietzsche nos advierte en La gaya ciencia, la física demuestra que volverás a vivir tu vida una y otra vez. [Hilo]
El teorema de recurrencia de Poincaré establece que todo sistema dinámico con un espacio de fase acotado adoptará un estado arbitrariamente cerca del original al cabo de un tiempo finito. Poincaré enunció este teorema originalmente (c. 1890) y Carathéodory (1919) lo demostró
formalmente explicando con precisión qué significa "arbitrariamente cerca". Más tarde, otros probaron que el teorema también vale para sistemas cuánticos (Bocchieri, 1957; Percival, 1961; Schulman, 1978). Esto significa que toda configuración habrá de reperirse (o habrá de darse
En julio de 1949, Kurt Gödel, famoso por sus teoremas de incompletitud (1931), publicó un artículo titulado "Un ejemplo de un nuevo tipo de soluciones cosmológicas a las ecuaciones del campo gravitatorio de Einstein", en el que mostraba la posibilidad de viajar al pasado. [Hilo]
Según la teoría de Einstein, la geometría del espacio-tiempo está determinada por la materia y energía que hay en él. Así, el espacio se curva y las líneas de tiempo se alteran en función de qué tipo de materia inunda el cosmos. Esto lo dice la teoría general de la relatividad.
En ese marco, Gödel se preguntó sobre las contorsiones posibles del espacio y el tiempo. Supuso que el universo bien podría estar lleno de un conjunto de galaxias en movimiento que, a gran escala, lucirían como partículas de polvo arremolinándose. Le agregó a su poción un ingre-
La Vía Láctea, esa franja turneriana que, irreverente, taja el cielo nocturno, no se trata sino del Sol incansablemente repetido. En el detalle, su textura lechosa se disuelve en cientos de miles de millones de puntos; cada uno de esos puntos, una estrella; cada una de esas es-
trellas, un sol en la distancia. Si en un acto de justicia poética nos fuera dado asignarle una estrella a cada alma que haya existido, aun quedarían en nuestra galaxia decenas de miles de millones de estrellas sin alma. Hoy hemos aprendido que en torno a esas estrellas también
orbitan mundos; otros júpiter, otras tierras; planetas ajenos que orbitan soles ajenos. Así, nuestro sistema solar se convierte en tan solo uno de los tantos sistemas estelares que componen nuestra galaxia. Cada uno de esos conjuntos individuales se formó a partir de un desorde-
Kant tuvo la pretensión de una cosmología en la que la ley universal de la gravitación y las leyes que rigen las fuerzas internas de la materia determinaran la forma de todo el mundo, entendiendo por mundo todo nuestro tridimensional, infinito y conexo cosmos en el que las
substancias se afectan mutuamente a distancias siderales. Este concierto de fuerzas compone un universo que evoluciona, que se va formando a partir de un caldo primordial. La materia en acreción forma torbellinos gigantes de desordenada substancia que va aglutinando grumos.
En millones de años esos grumos serán mundos, serán planetas orbitando soles. Los cometas y los planetas que orbiten en torno a esos soles a grandes distancias de ellos serán ligeros y, en función de esas distancias, comenzarán a sublevarse y a liberarse del plano orbital que
Al momento de escribir su "Historia natural universal" (1755) Kant se encontraba fuertemente influenciado por la cosmología de Thomas Wright, autor de la "Original Theory or New Hypothesis of the Universe" (1750), obra que también impactaría a otros racionalistas que se dedica-
rían al estudio del cosmos durante la segunda mitad del siglo XVIII, como Herschel y Laplace. Wright fue el primero en reconocer las nebulosas como galaxias distantes, similares a nuestra Vía Láctea. Esos otros mundos de naturaleza aparentemente similar al nuestro, esos tantos
otros conjuntos de soles, invitaban a pensar en la universalidad de las reglas naturales, en una visión unificada de todo lo que existe bajo el ajustado funcionar de esas mismas leyes universales, severas, precisas, continuas, sempiternas. Los nombres importantes que aparecen en