Desde hace 10 años trabajo conduciendo un taxi. Y por decisión propia, siempre en el turno de noche. A mis compañeros y familiares, cuando me preguntan, les digo que padezco de insomnio, que las paso en vela, y así por lo menos las aprovecho. Pero esa no es la verdadera razón>>>
En estos 10 años he tenido algún susto, de vez en cuando te topas con alguien raro, pero lo normal es que las noches sean tranquilas. Y hasta muy tranquilas. Que a veces paso las horas escuchando la radio sin que suba ningún cliente. En realidad, agradezco esta tranquilidad>>>
En los primeros años, cuando iba sin clientes me pasaba horas hablando con los compañeros por la emisora. Pepe era muy divertido, muy ingenioso. Carlos, al que considero un amigo, me enseñó cómo llegar a todas las calles. Y Luis, por ejemplo, siempre me llamó la atención>>>
Era muy culto y a veces utilizaba un poema para acabar una frase. Repetía mucho un poeta que se apellidaba Thomas. También estaba Rafa, que luego supe que acabó en líos con la policía, le he perdido la pista. Sigo hablando por la emisora, pero menos que en aquel tiempo>>>
En estos 10 años al volante de este taxi, he llegado a establecer lo que podríamos llamar amistad con una serie de clientes habituales, a los que suelo atender con frecuencia. Algunos de ellos, incluso, tienen mi número de teléfono, y les dispenso un trato más personal>>>
Arturo, que trabaja en una panadería, Lola, telefonista en el mercado central y Rafa, en una sala de juegos, son con los que tengo más relación, sobre todo por la frecuencia de los servicios. Pero no creo que vuelva a tener una clienta como Lucía. Todos los días la recuerdo>>>
Enfermera del turno de noche, todos los días la llevaba al hospital. Me gustaba tanto estar con Lucía que amplié mi horario de trabajo, para esperarla a la salida del suyo, a las 8 de la mañana. Muchos días, si no estaba especialmente cansada, Lucía me decía: No tengas prisa>>>
Yo paraba el contador, le cobraba la tarifa mínima, y recorríamos la ciudad charlando, escuchando música. Una mañana descubrimos que compartíamos la misma canción favorita: Suspicious Minds, de Elvis Presley. Y empezamos a cantarla. Un momento mágico, que recuerdo con emoción>>>
Y también recuerdo las mañanas de los fines de semana, con las calles desiertas, cuando subía al taxi y me decía: No tengas prisa. Por el retrovisor la veía, mirando por la ventanilla, golpeando el cristal. He de reconocer que empecé a sentirme muy atraído por Lucía>>>
Más que eso, enamorado. Por eso sufrí tanto cuando Lucía desapareció. Un día no llamó. Ni al día siguiente. Estuve 2 semanas esperándola en la puerta del hospital y de su casa. Entendí que fue culpa mía, ya que la última vez que la vi le pedí que nos viéramos fuera del taxi>>>
Desde entonces no responde ni a mis llamadas ni a mis mensajes. He pasado muchas horas frente a su casa en vano. A la tercera semana llamé al portero de un vecino, simulando que era un repartidor, y me quedé helado con su respuesta: Dejó una nota en mi buzón diciéndome que...>>>
Se Iba fuera un tiempo. Pensé preguntar por ella en el hospital, pero no lo hice. Aunque ya han pasado 9 meses, cuando no tengo clientes vuelvo a recorrer las calles y avenidas que solía con Lucía. Y hasta de vez en cuando rodeo el Parque, como en más de una ocasión me pidió>>>
Cuando estoy solo, como ahora, con frecuencia tengo ganas de volver a escuchar Suspicious Minds, de Elvis Presley, pero sé que hacerlo no me haría bien, me recordaría a Lucía. A final de la avenida veo a un hombre con abrigo azul brazo en alto. Me detengo a su lado>>>
Nada más entrar, el pasajero se arrincona en una esquina de los asientos traseros, no me da tiempo a ver su cara. Al hospital, me indica. Cuando le pregunto si prefiere radio o música, me responde que música. Por el retrovisor lo veo apoyado en la ventanilla. Empieza a…>>>
Golpear el cristal, al ritmo de la música, como hacía Lucía. Pasadas 2 calles, el pasajero me pregunta: ¿Por qué por aquí? Pienso la respuesta. Lleva razón, me he despistado, contesto. Sin darme cuenta he repetido el trayecto que hacía con Lucía, le gustaban estas calles>>>
La voz del pasajero me es familiar, aunque no sé dónde la he escuchado antes. Para mi sorpresa, creo oír que comienza a tararear Suspicious Minds, de Elvis Presley, y un escalofrío me recorre el cuerpo. Cuando hago por girarme deja de hacerlo. Puede que haya escuchado mal>>>
Cuando nos acercamos a la entrada del hospital, el pasajero me pide: Por favor, por la puerta de urgencias. Justo donde dejaba y recogía a Lucía. Nada más detenernos, me entrega un billete de 10 y me dice que me quede con el cambio. Sale a toda prisa y no puedo ver su cara>>>
Cuando entra, veo en la puerta a una mujer morena con una bata similar a la que utilizaba Lucía. Sin pensarlo, bajo del taxi y me acerco hasta ella. ¿Dónde está Lucía?, le pregunto tras presentarme. ¿Lucía?, reacciona extrañada. Le explico cómo es físicamente, así como…>>>
Su altura, edad y que es compañera, a lo que me responde: Aquí no hay una Lucía como me dices. Le insisto y me repite que no hay ni ha habido ninguna enfermera como la que le comento. Aturdido, regreso a mi taxi, tratando de asimilar lo que acabo de escuchar>>>
Pasados unos minutos, le envío un mensaje a Lucía, pero sigue sin responder. Tampoco atiende mi llamada. Guiado por mi instinto conduzco hasta su casa, y pulso el timbre de su portero. Nadie responde. Lo vuelvo a intentar con el vecino que me atendió hace unos meses>>>
Tampoco responde. Cuando estoy a punto de marcharme, veo como saleuna vecina. Cuando le pregunto por Lucía su respuesta me deja sin respiración: Nunca ha vivido aquí una Lucía. Aún así, le insisto con el vecino que me atendió: Ese piso lleva un par de años vacío, responde>>>
No puedo creer lo que me está sucediendo. Superado, decido volver a casa. Pero nada más girar a la derecha el mismo hombre de abrigo azul que llevé al hospital levanta su mano solicitando mis servicios. Dudo, pero me detengo. Y vuelve a sentarse sin que pueda ver su cara>>>
Tras saludarlo, le pregunto:
¿Al hospital otra vez?
No tengas prisa, me responde, a la vez que empieza a golpear el cristal de la ventanilla, al ritmo de la música.
FIN
¿Seguimos?
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Su respuesta me genera ansiedad, son ya demasiadas las coincidencias con el comportamiento de Lucía. Aún así, mantengo el control, trato de no parecer nervioso, y circulamos por esas calles y avenidas que tanto le gustaban a ella. Lástima que no pueda verlo por el retrovisor>>>
Inicio conversación para rebajar la tensión. Se ha quedado buena noche, digo lo primero que se me ocurre. Y el pasajero me responde: No entres dócilmente en esa buena noche. De repente, ya sé a quien pertenece esa voz que me es tan familiar desde la primera vez que la escuché>>>
Para asegurarme, aprovechando que el semáforo está en rojo, escribo la frase en Google: No entres dócilmente en esa buena noche.
No tardo en encontrar la respuesta: Dylan Thomas.
¿Tú también la estás buscando?, muy nervioso, le pregunto... >>>
Llegué a esconderme varios días en el piso de al lado, esperando a que volviera. Temí que reconocieras mi voz, me confiesa.
¿Y ahora?, le pregunto.
Empecemos por el Parque, me propone.
Y en la radio comienza a sonar Suspicious Minds, de Elvis Presley.
FIN
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Espero que te haya gustado el #HiloTaxi. Si es así, recuerda que he recopilado mis mejores historias en COLGADOS DE UN HILO, YA EN LIBRERÍAS Y PLATAFORMAS. Como siempre, no sabes lo que te agradezco un RT/❤️ en el primer tuit, justo aquí debajo 👇
Desde hace 3 años no entro en el Metro y hoy, precisamente hoy, es el día señalado para volver a hacerlo. Finalmente, mi terapeuta me ha convencido, argumentando que dar este paso supone finalizar mi tratamiento. Solo espero que sea muy diferente a la última vez que lo hice>>>
Desde hace 3 años, cada vez que tengo sesión con Laura, mi terapeuta, me pregunta nada más comenzar: ¿Has vuelto a entrar en el Metro? Lo hago cada vez que cierro los ojos, le respondo. El día que lo hagas, habremos acabado, siempre me contesta. Y hoy ha llegado ese día>>>
Desde hace 3años he utilizado bus, taxi, bicicleta o he caminado, aunque fuera mucha la distancia. No me ha importado ni el dinero ni el tiempo con tal de no volver a entrar en el Metro. Cuando me acerco a la entrada, todos los recuerdos afloran. No sé si seré capaz... >>>
Desde hace 10 años soy vigilante en el cementerio de la ciudad. Aunque pueda parecer lo contrario, se trata de un trabajo tranquilo, silencioso y solitario, que solo deja de serlo ahora, en octubre, por la llegada de Halloween y por la proximidad del Día de los Difuntos>>>
No voy a negar que lleva un tiempo acostumbrarse al lugar en el que trabajas, aunque debo de reconocer que este cementerio, a su manera, es bonito. Aunque escucho crujidos, ruidos, por las noches, porque es muy antiguo, hasta hoy no he presenciado nada extraño>>>
Duro, sí. Como el caso de Sofía, una mujer morena de unos 35 años que desde hace 2años viene todas las semanas a dejar 4 muñecas sobre la tumba de su hija. Según me han contado, murió atropellada cuando tenía 4 años por un coche de color rojo que se dio a la fuga>>>
Desde hace 10 años soy vigilante en el garaje de un edificio. En este tiempo, ha sido un trabajo relativamente tranquilo, solitario casi siempre, sin apenas sobresaltos, con buena relación con los vecinos. Hasta hoy, que no puedo creer lo que me está sucediendo>>>
Los fines de semana, coincidiendo con mis días de descanso, me colaba en el garaje de madrugada y, cuidando que nadie me viera, empecé a pinchar ruedas, robar alguna bicicleta o romper espejos y limpiaparabrisas. Por lo que dijo de mí, comencé con el coche de Rafael>>>
Cada vez que maltrataba un coche sentía como si alguien hurgara en mi interior. Y es que en las noches solitarias aprendí las matrículas y sus propietarios, como si se trataran de mi familia. 3 semanas después de empezar a hacer esto, me llamó el presidente de la comunidad…>>>
No sé qué voy a hacer, porque creo que ya he hecho todo lo posible. He revisado el marco, he lijado los laterales, he examinado el suelo, y de nada ha servido. Cada vez que voy a cerrar la puerta de casa noto como si algo me lo impidiera, como un freno o algo parecido>>>
Si fuera mía esta casa, cambiaría la puerta, pero estando de alquiler no puedo. Además, esa es una de las 2 condiciones que me puso Paco, el dueño de la vivienda. Te la dejo tan barata a cambio de que no toques nada, ni mover un cuadro, me advirtió muy serio. Y acepté>>>
Cómo no aceptar. Está situada en una muy buena zona de la ciudad, tiene garaje y piscina y, además, está amueblada. Que es un poco añeja la decoración, incluso vintage, sí, pero por lo que estoy pagando, muy por debajo del precio de mercado, tampoco me puedo quejar>>>
Empiezo a preocuparme. Mi vecina Ángela, que vive en el bloque de enfrente, todas las noches pone una vela en la ventana, que deja encendida hasta la mañana siguiente y desde hace 3 días no lo hace. Aunque apenas sale, de haberse marchado me habría avisado. Y no lo ha hecho>>>
Además no responde a mis llamadas. No lo pienso más y cruzo la calle. Pulso su portero, el 2A y nadie responde. Pulso el del vecino de planta, el B, y tampoco. Por fin responde alguien del 1º, pero dice que no sabe nada. Regreso a mi casa y me siento en la terraza a esperar>>>
Conocí a Ángela en la pandemia. La solía ver asomada, dando de comer a su cotorra, riendo cuando repetía “Paco”. Hasta que dejé de verla y temí lo peor. Así que al tercer día fui hasta su edificio y llamé a su portero. He estado con un fuerte catarro, me dijo>>>
A pesar de que he tenido alguna mala experiencia, he vuelto a reservar un coche compartido para ir a la playa. He quedado con Juan, el dueño del vehículo, en el comienzo de la avenida. Lo veo desde la distancia, esperándome. Tras el saludo, tomo asiento y empezamos el viaje>>>
Hubiera preferido otro medio de transporte, pero necesito ver a Silvia cuanto antes, a la que conocí en un coche compartido, precisamente. Debo aclarar un malentendido para salvar la relación. Y tengo que hacerlo cara a cara, explicarle mi versión. No sé que voy a decirle…>>>
Miro de reojo a Juan mientras conduce, porque creo ver algo familiar en él. Como en anteriores ocasiones, busqué sus referencias en Internet, hay que ser previsor cuando se viaja con un desconocido. Juan Corpas Lear, no encontré nada extraño. Me mira y me pregunta:>>>