Un teniente confederado llamado Harry Buford yace herido en la enfermería. El médico se dispone a examinarlo, pero al quitarle la ropa no puede creer lo que ve.
El valeroso oficial es una mujer.
Esta es la historia de Loreta Janeta Velazquez según ella misma la contó.
Voy a recalcar de nuevo que lo que se sabe de Loreta viene de su autobiografía. Hay muchas cosas que no pueden ser contrastadas y bien pudiera ser que todo fuera un enorme invent. Puede que Loreta no fuera más que una estafadora, pero qué estafadora fue en ese caso, madre mía.
Se supone que Loreta vino al mundo en La Habana el 26 de junio de 1842. Y también se supone que su madre era de origen francés y estadounidense, mientras que su padre era un militar cubano de origen español y mucha pasta.
Y aquí es donde Loreta se empieza a flipar, porque según ella era descendiente, a través de su padre, del adelantado Diego Velázquez de Cuéllar (hombre de confianza de los Colón y primer gobernador de Cuba) y sí, también de ESE OTRO Diego Velázquez.
Total, que como el padre de Loreta tenía panoja la mandó a estudiar a Nueva Orleans a pesar de que los estadounidenses le caían regular por un tema de herencias. Y Loreta se fue a vivir con una tía suya durante siete años en los que la cosa fue más o menos normal.
Hasta que a los 14 años Loreta conoció a un señor oficial del ejército de Texas, que no sé yo la edad que debía tener pero siendo oficial dudo mucho que fuera mozuelo. Algunas fuentes lo llaman John Williams, pero ella lo llama simplemente William.
Y aunque se supone que Loreta estaba comprometida con un joven español llamado Rafael dijo que ni de coña y se fugó con William, John o como se llamase. Se casaron el 5 de abril de 1856 y la familia de Loreta se tomó la noticia con la calma y sangre fría que os estáis imaginando.
La amenazaron con llevarla de vuelta a rastras a Cuba, meterla en un convento y varias otras burradas, a lo que Loreta respondió convirtiéndose al metodismo a ver si le provocaba un aneurisma a sus papás. Después de eso la mayoría de su familia no quiso saber nada más de ella.
Así pues, durante varios años vivió junto a su marido en barracones militares, moviéndose de un sitio a otro conforme le iban cambiando el destino a William, John o como se llamase el señor que decidió casarse con una niña de 14 años.
Y en esas estamos cuando en abril de 1861 estalla la Guerra Civil Americana y William, John o como se llamase decide renunciar a su puesto en el ejército de la Unión y unirse al bando confederado, como buen texano que era.
Y aquí viene uno de esos momentos en los que no queda claro qué caray pasó, porque hay quien dice que al principio el marido ayudó a Loreta con lo de disfrazarse de hombre para seguirlo por los campos de batalla, mientras otros dicen que no le hacía ni puñetera gracia.
En cualquier caso parece que Loreta se las apañó bien, porque creó a su alter ego, Harry T. Buford, y se fue a Arkansas a reclutar voluntarios para el ejército. Al cabo de unos días* se presentó en Florida para presentarle a su marido a sus nuevos 236 amigos.
*Ella dice que lo hizo en cuatro días. Yo creo que se volvió a flipar fuerte, pero quién sabe.
La reacción de John, William o como se llamase no la conocemos, porque a los pocos días de eso murió en un accidente mientras intentaba enseñarle a sus tropas cómo se disparaban distintas armas. Yo me lo imagino más o menos así:
Ya sin presiones familiares, Loreta/Harry decidió que quería irse de aventurillas, dejó a sus voluntarios en manos de un oficial y se hizo “soldado independiente”. Y en julio de 1861 se plantó en Manassas, Virginia, justo a tiempo para la primera gran batalla de la guerra.
La primera batalla de Bull Run fue un espectáculo. Literalmente, porque un grupo bastante numeroso de gente se apostó en una colina cercana para ver la escaramuza mientras se montaban un picnic. Yo qué sé, oigan.
La batalla acabó con victoria confederada y Loreta/Harry salió sin muchos problemas de ella. Tanto, de hecho, que se aburrió y dijo que a hacer puñetas la vida de soldado. Volvió a su identidad femenina, pero como se aburría fácilmente decidió que quería ser espía.
Siempre según Loreta, se dedicó bien a ligar con señores de la Unión, bien a darles pena con su historia de pobre viuda desamparada (incluyendo, según ella, al mismísimo Lincoln). Luego les sonsacaba todo lo que podía y se lo pasaba a sus contactos en la Confederación.
Pero como ya he dicho, Loreta se aburría con facilidad. Pocos meses después decidió que lo del espionaje era un coñazo y que quería volver a pegar tiros. Recuperó a Harry, se fue a Tennessee y se apuntó a otro regimiento, con el que participó en la batalla de Fort Donelson.
Esa batalla, que se luchó en febrero de 1862, la ganó el ejército federal, y de hecho fue la que convirtió a un desconocido general llamado Ulysses S. Grant en “Rendición Incondicional” Grant, una de las estrellas de la Unión.
A Loreta casi la pillan esa vez, porque fue herida en un pie y tuvo que salir cagando leches por si acaso. Volvió a Nueva Orleans, pero como seguía vestida de hombre la acabaron deteniendo y acusando de ser una espía de la Unión.
Afortunadamente la absolvieron, aunque se llevó una multa por vestirse de hombre ilegalmente (no preguntéis). ¿Y qué es lo que hizo? Pues buscar otro regimiento en el que alistarse para largarse de Nueva Orleans, que aquello se había puesto un poco feo.
Y como la cabra tira al monte, Loreta se volvió a Tennessee, donde, oh sorpresa, se reencontró con sus 236 amigos de Arkansas (probablemente ya no eran 236, pero ya sabéis) y se fue con ellos a participar a la batalla de Shiloh. Spoiler: vuelve a ganar la Unión.
Y hete aquí que mientras enterraba a los muertos tras la batalla, le alcanzó una bala perdida (o quizás un explosivo, no queda muy claro), provocándole una herida bastante grave en el costado. Esta vez no había forma humana de huir, porque Loreta estaba bastante malherida.
Así terminó la carrera militar de Loreta, con el médico descubriendo que era una mujer y los peces gordos del ejército obligándola a renunciar al uniforme y a la vida de soldado. A cambio, no obstante, se le permitió volver a ejercer como espía, siempre bajo identidad femenina.
Y si creéis que la vida de Loreta es más tranquila a partir de entonces, estáis equivocados. Aunque su carrera de espía no fue nada del otro jueves, se casó dos veces, emigró a Venezuela, volvió a USA, tuvo un hijo, se hizo amiga de Brigham Young* y publicó su autobiografía.
*Brigham Young era el presidente de la iglesia mormona en la época. Que se sepa, Loreta solo se hizo su colega, pero no se convirtió al mormonismo.
El tema de la autobiografía fue movidito, porque desde el principio hubo mucha gente que dijo que se lo había inventado todo. Lo cierto es que es bien posible, pero algunas de las cosas que cuenta son lo suficientemente precisas como para que haya dudas razonables.
La vida de Loreta después de su autobiografía es bastante desconocida. Se sabe que estuvo metida en algunos proyectos mineros y de ferrocarriles que probablemente eran estafas. También se quiso dedicar al periodismo con poco éxito. Finalmente, se perdió en el anonimato.
El historiador William C. Davis establece la fecha de su muerte como el 26 de enero de 1923. Si Davis está en lo cierto, nuestra protagonista falleció con el nombre de Loretta J. Beard en el hospital psiquiátrico St. Elizabeths, en Washington. No se sabe dónde está enterrada.
La discusión sobre si la historia de Loreta es cierta o no continúa hoy, siglo y medio después de la publicación de su libro. Algunos, como Davis, aseguran que era una estafadora que tuvo muchas identidades para robar a manos llenas y que ni siquiera se sabe su verdadero nombre.
Otros, como la documentalista María Aguí Carter, defienden la veracidad de su historia. María pasó 12 años investigando a Loreta, y su trabajo se plasmó en el documental Rebel: Secret Soldier of the American Civil War, que se estrenó en 2013.
¿Y vosotros qué pensáis? ¿Fue Loreta una soldado valerosa o una simple embustera? ¡Os escucho, panetones!
Espero que os haya gustado. Otro día, si os portáis bien, os cuento la historia del señor que se hizo pasar por un noble desaparecido en la Inglaterra victoriana y se lió parda porque nadie sabía si era él o no.
P.D.: Si os ha gustado, os agradeceré la difusión y los RTs con una ola virtual y una audiencia personal con Boris I de Andorra.
Bibliografía:
-The Woman in Battle: A Narrative of the Exploits, Adventures and Travels of Madame Loreta Janeta Velazquez, Otherwise Known as Lieutenant Harry J. Buford, Confederate States Army, Loreta Janeta Velázquez
-Inventing Loreta Velasquez: Confederate Soldier Impersonator, Media Celebrity, and Con Artist, William C. Davis
-All the Daring of the Soldier: Women of the Civil War Armies, Elizabeth Leonard
-Amazons and Military Maids: Women Who Dressed as Men In the Pursuit of Life, Liberty and Happiness, Julie Wheelwright
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Un joven borracho intenta atacar a su instructor mientras suena el toque de diana en la academia militar de West Point. De fondo, gritos y ruido de cristales rotos. Un arma que se dispara.
Es la mañana de Navidad de 1826.
Bienvenidos a los Disturbios del Ponche de Huevo.
Empecemos por explicar qué es el ponche de huevo: se trata de una bebida muy típica de Navidad, especialmente en Norteamérica, aunque también hay variantes en países como Venezuela. Se suele hacer con leche, nata, azúcar, huevo y alcohol. MUCHO ALCOHOL.
En West Point, que es probablemente la academia militar más famosa de los Estados Unidos, el alcohol estaba prohibido bajo pena de expulsión. Lo que no impedía que los cadetes se pusieran finísimos a base de alcohol de contrabando, claro está.
Un célebre cortesano yace muerto en la Torre de Londres. Los médicos dictaminan que ha muerto por causas naturales, pero los rumores corren por toda la ciudad y apuntan a la mismísima corona.
¿Quién ha matado a Sir Thomas Overbury? Y sobre todo, ¿por qué?
Thomas había nacido hacia 1581 en Warwickshire, y era hijo de Nicholas Overbury, un abogado y terrateniente que andando el tiempo llegaría a ser miembro de la Cámara de los Comunes. Vamos, que sin ser un aristócrata no estaba precisamente mal situado en la vida.
De hecho Thomas siguió los pasos de su padre, fue a Oxford y para 1598 estaba completando sus estudios de derecho en uno de los Inns of Court* de Londres. Y claro, en la capital empezó a relacionarse con gente de postín.
Como lo prometido es deuda, os traigo un top 10 (bueno, 15) con mucho salseo histórico. Diez amantes reales que ligaron con reinas, más otros cinco que a lo mejor lo hicieron, o a lo mejor no.
Empecemos con las menciones honoríficas, alias Los Que Pudieron Ser.
5.- Giulio Mazarino, supuesto amante de Ana de Austria
Sí, el cardenal y la reina de Los Tres Mosqueteros. La power couple definitiva, aunque nunca se haya podido demostrar. A Luis XIV no le debía hacer ni puñetera gracia.
4.- John Brown, supuesto amante de la reina Victoria
Mucho Alberto y mucho mimimi, pero no soltaba al escocés ni con ácido, para desesperación del futuro Eduardo VII. No se sabe si hubo tema, pero a Vicky la llamaban señora Brown.
Una mujer camina por la cubierta de un barco de vapor. Intenta mantener la calma entre gritos y carreras mientras comprueba que el barco se hunde. Otra vez.
Esta es la historia de Violet Jessop y de cómo sobrevivió a tres de los accidentes navales más famosos de la historia.
Violet Constance Jessop vino al mundo en Bahía Blanca, Argentina, el 2 de octubre de 1887. Era la mayor de los nueve hijos de William y Katherine Jessop, inmigrantes irlandeses dedicados a la cría de ovejas. Y su infancia fue un poco una mierda, para qué andarnos con historias.
Lo de sobrevivir a cosas que se cargaban a la gente por millares está claro que lo traía de serie.
El sol asoma tímidamente sobre Londres la mañana del 2 de marzo de 1726. Un guardia nocturno pasea por el puente de Lambeth mientras se intenta quitar el frío. Baja los ojos hacia el río y algo le devuelve la mirada: es una cabeza humana. ¿Quién es y cómo ha llegado hasta allí?
El guarda llama a la policía y juntos recogen y limpian la cabeza. Es de un hombre de unos 40 años, pero nadie parece saber quién es. Ni la policía, ni los vecinos, ni la tropa de cotillas que se agolpa en el puente poco menos que comiendo palomitas ante el espectáculo.
De repente a alguien se le enciende la bombillita: ¿y si la exponemos para ver si a alguien le suena? Dicho y hecho: al día siguiente clavan la cabeza misteriosa en una pica y la plantan en la puerta de la iglesia de St Margaret’s, junto a la abadía de Westminster.
Una mañana de 1911 dos hombres se encuentran en un parque parisino. Ambos van armados con pistolas. Espalda contra espalda, andan diez pasos y se apuntan. Uno es periodista; el otro, uno de los científicos más brillantes del país. Y el duelo es por el honor de Marie Curie.
No creo que Marie Curie, de soltera Skłodowska, necesite presentación: física y química, pionera de la investigación sobre la radioactividad, primera mujer en ganar un Nobel, primera persona en ganarlo dos veces y única persona en ganarlo en dos campos científicos distintos.
Su vida privada no es tan conocida como la profesional: la mayoría de la gente sabe que se casó con Pierre Curie y que tuvo dos hijas (Irène, también científica, y Ève, periodista y escritora), pero poco más. Y aquí es donde entro yo a traeros EL COTILLEO.