Dentro del Laberinto es una de esas películas que cambian con tu edad.
Cuando era pequeño, creía que iba de una chica que pierde a un niño.
Ahora sé que dentro del Laberinto esconde una alegoría preciosa sobre cómo funciona nuestro cerebro adolescente.
Hilo de #CorraAverlo
Los efectos especiales en el siglo XXI no han llevado a lugares increíbles, hemos viajado más allá del tiempo y espacio, hemos visitado el interior de un agujero negro...
Y, sin embargo, yo sigo echando de menos los efectos de los 80 y 90.
De alguna manera, las maquetas de mundos inexplorados, los animatronics sabías que eran reales.
No estaban construidos por pixeles; era cartón y gomaespuma, pero eran materiales.
Existían en nuestro mundo.
Se dice que la película que acabó con los efectos especiales analógicos fue Jurassic Park.
Spielberg hizo una serie de pruebas con Stop motion y quedó satisfecho, pero preguntó en Industrias Light and Magic si podían superarlo...
Aquí la comparación, queda claro quién gana.
Pero para mí, la película que comenzó el declive de los efectos especiales analógicos... fue uno de los cenits de las películas de marionetas.
La obra maestra, técnicamente hablando, de Jim Henson: Dentro del laberinto.
En una secuencia de la película, el personaje del rey de los Goblins, un pintoresco David Bowie, tenía que convertirse en una lechuza.
Era muy complicado hacerlo con una marioneta, así que Jim Henson decidió que se hiciera con un ordenador.
Luego la reutilizó para los créditos.
¿Qué tal ha envejecido la lechuza?
Regular, ¿verdad?
Pues eso no pasa con las marionetas.
Hace 40 años que las hicieron y me siguen pareciendo igual de graciosas, terroríficas o entrañables como entonces.
Quizás, esto se deba a que es de las pocas películas en la historia en la que se diseñaron las marionetas antes de escribir el guion.
Brian Froud dibujó casi todos los personajes pensando en el mundo del rey de los Goblins donde se iba a situar la historia.
Años después, el Monty Python, Terry Jones comenzó a escribir la historia y, según sus palabras, lo tuvo fácil:
"Cada vez que me atascaba, sacaba un personaje de los dibujos de Brian y lo metía en la escena".
La cosa fue bien, porque crearon algunos de los personajes que marcaron a toda una generación.
Incluso los que solo pasan por allí unos segundos, como el gusano con bufanda.
Otro de los personajes que solo aparece un momento es Agnes, la mujer de la basura.
Pero aunque sale poco tiempo en pantalla, es crucial para entender toda la película.
Dentro de laberinto es una de esas películas infantiles que tiene varias capas, cuando las ves de niño... no acabas de entender lo que ahora, como adulto, puedes descubrir.
La historia, en realidad, no habla de un laberinto ni de una adolescente buscando a su hermano... sino de la perdida de la infancia.
Ese proceso por el que pasa todo adolescente en el que tiene que avanzar hacia lo adulto y abandonar su niñez.
Por eso en la película se habla de temas importantes en ese paso como el sacrificio, el egoísmo o la fascinación.
Pero también sobre sexualidad, por eso pidieron a los encargados de vestuario que introdujeran relleno en la entrepierna del traje de Bowie.
Cuando los productores se pasaron al final de la primera semana de rodaje y vieron la entrepierna de Bowie, pidieron que lo eliminaran inmediatamente. Y Henson lo hizo, solo que no le apetecía volver a rodar las escenas ya rodadas y por eso... la entrepierna de Bowie es un meme.
Pero volvamos a Agnes y por qué es crucial.
Por si no lo habíais pillado, el laberinto es una alegoría de la etapa de la adolescencia, ese momento en el que estamos perdidos y no sabemos si ir a derecha o izquierda.
Pero, oh sorpresa, no es una alegoría, es LITERAL.
En la adolescencia se tiene que deshacer un laberinto en el cerebro.
Durante los primeros años de vida, nuestro cerebro crea millones de sinapsis neuronales para aprender todo lo posible.
Es decir, crea un laberinto con toda los estímulos que tiene a su alrededor.
Es una especie de Carpeta de descargas en nuestro ordenador, te descargas todo y luego ya veremos qué sirve.
Bueno, pues el gran "Ya veremos que sirve" del cerebro llega en la adolescencia, sobre los 14 años.
Esos años son decisivos para el cerebro. Decide qué sinapsis nos quedamos y qué, de todo lo que hemos aprendido, vamos a necesitar en el futuro.
Se llama la gran poda neuronal.
Y aquí es donde aparece Agnes, la mujer de la basura.
En un momento de la película, el personaje de Sarah olvida que tiene que rescatar a su hermano y se cruza con Agnes.
Ella vive en un basurero, pero un basurero muy especial.
Allí donde van a parar todos los recuerdos perdidos de la infancia.
Intenta convencer a Sarah de que vuelva a su habitación y lo hace con un método muy persuasivo.
Comienza a devolverle todos sus juguetes de cuando era pequeña.
Se los va dando uno por uno.
La devuelve a la infancia.
Un lugar seguro.
Pero Sarah se resiste. No quiere quedarse en su casa con sus cosas de niña, prefiere seguir avanzando por el laberinto.
Al igual que nuestras neuronas, prefiere perder sus recuerdos para poder avanzar.
¿No me digáis que no es una bonita alegoría de la adolescencia?
Pero aún queda algo más...
Porque en una escena final muy recordada, todos los personajes que ha conocido en el laberinto se van despidiendo de Sarah, mientras ella guarda los objetos de su infancia.
Hasta aparece Hoogle...
el pequeño gnomo que le acompañó desde el principio, él le dice que si alguna vez los necesita, allí estarán.
Y entonces Sarah, toma una decisión muy adulta, recupera a sus viejos amigos para hacer una fiesta.
Porque quizás, de eso va la adolescencia, de tener guardado en algún lugar de la memoria una película de marionetas y que cuando la vuelves a ver, todo es una fiesta como cuando eras niño.
Este hilo es una de las tres historias incluidas en Material Narrativo, mi pódcast sobre la historia detrás de los objetos:
Este hilo debería haber salido el viernes, pero estaba malito, así que me ayudaríais mucho si le dais un retuit aquí abajo, para que no se pierda dentro del laberinto de Twitter. 👇
Seguimos de paseo por las tipografías de las estaciones de Berlín para conocer su historia.
Hoy viajamos hasta la estación de Anhalter Bahnhof, con una tipografía que todos podemos reconocer fácilmente: es Nazi.
Pero nos tenemos que hacer dos preguntas: ¿Por qué reconocemos esta tipografía como nacionalsocialista? ¿Y por qué se mantiene en esta estación hoy en día?
Para contestar a estas preguntas, nos teníamos que ir a la guerra, pero no a la que pensáis. A una guerra que duró más de 300 años: la guerra de tipologías.
Una guerra que comenzó con un libro.
Bueno con un libro no... con el libro que lo cambió todo: La biblia de Gutenberg.
No fue el primer libro impreso por Gutenberg, pero sí el más importante. Fue el primer texto que se imprimió de forma masiva, es decir, un libro que por primera vez iba a leer mucha gente.
Como Gutenberg quería que sus libros se parecieran lo máximo posible a los libros escritos a mano, decidió utilizar una fuente que fuera similar a los textos litúrgicos (además de que era pequeña y estrecha y le permitía imprimir pocas páginas), por eso eligió la tipo: Textura.
Esta fuente tipográfica se hizo popular, en el sentido de que el pueblo la entendía, por eso cuando en 1517, Martín Lutero clavó sus 95 tesis en la iglesia de Wittenberg, lo hizo con la fuente Fraktur, una fuente que evoluciona de la Textura de Gutenberg:
Así, las nuevas biblias impresas en alemán (y otros idiomas) utilizaban la Fraktur siguiendo los pasos de Lutero.
Pero... Pero..
Las biblias que se imprimían en latín utilizaban la fuente Antiqua, la tipografía que pronto adoptaría el resto de Europa, tanto para el latín como para sus lenguas autóctonas.
Así, durante más de 300 años, las dos fuentes rivalizaron en los países de habla alemana.
Dependiendo de la región y la religión, se adoptaba una y otra.
Hasta que en el siglo XIX llegó la época de las reivindicaciones nacionales y la creación de Alemania.
Por supuesto, dentro del movimiento nacional alemán, se tomó la fuente Fraktur como la tipografía propia de Alemania. Otto von Bismark, el gran precursor de la idea de nación, se vanagloriaba de leer solo textos en Fraktur.
Por eso, cuando Hitler llegó al poder, la tomó como la fuente del partido Nazi.
Todos los textos, carteles y octavillas del nacionalsocialismo, utilizaron la fuente Fraktur.
Era su tipografía... ¿o no?
Porque en 1941, Hitler declaró que esa tipografía era judía (cosa que por supuesto no era) y pedía abandonar esta tipografía.
La razón estaba muy clara, según Hitler "En 100 años, toda Europa leerá en alemán" y no podían hacerlo en la Fraktur que resultaba un obstáculo a la hora de leer.
Por eso prefería la Antiqua, fuente que toda Europa conocía y que permitía hacer llegar su propaganda.
(nota a pie de página, cuando veáis a alguien con un tatuaje nazi con la típica tipografía gótica, le podéis decir que Hitler prohibió esa fuente por judía, por las risas)
Y no es casualidad que Anhalter Bahnhof mantenga esa tipografía. Esta estación fue la gran estación de los años 30 y 40 en Berlín. Se dice que cada dos minutos salía un tren de sus andenes.
Y también fue el lugar más triste de la época.
Desde allí salieron los trenes cargados de judíos berlineses hacia los campos de concentración.
Por eso, cuando la estación fue destruida en la II GM, se rehizo una parada de tren nueva, pero en la superficie se dejó el antiguo pórtico gigante que servía de entrada a la estación, porque para los alemanes, el pasado nunca deber ser olvidado, tanto para lo bueno como para lo malo.
De ahí, que sea habitual encontrar la fuente Fraktur en muchas estaciones de Berlín creadas en aquella época.
Aquí os dejo unas imágenes de las diferentes tipografías, porque en este formato X solo me permite subir una foto, pero os recomiendo que leáis estas historias en IG (@yosoycorra) donde si puedes ver todas las fotos.
Por estas estaciones y algunas más, viajan mis personajes de El escritor y la espía, mi última novela que habla de trenes, espías y, sobre todo, literatura:
En Berlín, hay un puente en el que dos luces juegan al piedra-papel-tijera durante toda la noche.
Y no lo hacen por jugar, sino por recordar una vieja historia berlinesa.
Jugad conmigo en este hilo de #berlinespobreperosexi
El 9 de noviembre de 1989 cambió la historia de Berlín. Es el momento que el muro cayó y, por fin, los vecinos pudieron reencontrarse casi 40 años después.
El muro se derribó en casi toda la ciudad, pero aún queda un lugar que fue el símbolo de la separación durante años.