☢️🇮🇷 HILO. Las operaciones encubiertas de la inteligencia israelí para golpear al programa nuclear militar de Irán nos llevan a prestar mucha atención a lo que pueda pasar en las próximas horas en Oriente Medio. Vamos a hacer un repaso de los años recientes: 
La doctrina de seguridad de Israel está compuesta por círculos donde se identifican las principales amenazas que, gracias al trabajo coordinado de los servicios de inteligencia, van focalizando sobre distintos enemigos, circunstancias y formas de operar.
Desde 1979 la República Islámica de Irán es percibida desde el gobierno de Jerusalén como una amenaza existencial. Esto es fundamental para entender por qué el programa nuclear de Irán ha sido señalado (no solamente por Israel) como un verdadero peligro para la seguridad.
Esa revolución islámica supuso para Irán la consolidación de un régimen teocrático, fuertemente represivo, que incluyó el objetivo (asumido desde el Ayatollah Jomeini hasta un ex presidente, Ahmadinejad) de aniquilar al estado judío atentando dentro y fuera de Medio Oriente.
La relación entre Irán e Israel, que trasciende y por mucho a la revolución islámica, tuvo un cimbronazo el 14 de abril de este año cuando, por primera vez en la historia, el régimen de los Ayatollah ordenó un ataque de drones, cohetes y misiles desde su territorio contra Israel.
Sin embargo, las alertas de Israel y otros países como Arabia Saudita, Egipto y Turquía se encendieron cuando a partir del año 2000 se conoció la intención de la República Islámica de Irán de hacerse con las armas nucleares y alcanzar la posibilidad de la destrucción masiva.
Hago un inciso sobre las armas nucleares: el problema no está en las armas, sino en quien las posea. Existen estados nucleares como Estados Unidos, Rusia o Francia y también los hay aquellos que casi no han tenido objeciones para acercarse al umbral nuclear como Corea del Norte.
El interés por el desarrollo nuclear CIVIL comenzó en la época de la monarquía del Shah con la construcción de dos reactores y en medio de un entendimiento muy sólido entre la inteligencia israelí e iraní y bajo los auspicios de Estados Unidos en medio de la guerra fría.
Con la llegada al poder de los clérigos chiitas, el veto islámico a la carrera nuclear interrumpió la carrera nuclear iraní iniciada en 1950. Sin embargo, el uso de armas químicas por parte de Irak, enemigo persa, en la década de 1980 cambió el planteo estratégico de Jomeini.
En 1990 el proyecto nuclear se relanzó con la asesoría de Abdul Qadeer Khan quien había sido el cerebro del programa nuclear de Pakistán. Teherán también buscó ayuda en Rusia y China para profundizar el alejamiento con Occidente y mantener en alto su hostilidad a Israel.
Todo el desarrollo armamentístico persa empezó a preocupar a partir del año 2002 cuando descubrieron que en Irán había centros clandestinos para el enriquecimiento de uranio en Natanz y uno de agua pesada en Arak (sumado también a un centro de investigación).
El enriquecimiento de uranio es, aunque no el único, el indicio que más alertó a Israel. Además de Natanz, construyó una segunda planta clandestina en el interior de una montaña en Fordow que no tienen nada que ver con la alimentación para el único reactor nuclear en Irán.
A pesar de firmar en 1968 y ratificar en 1970 el TNP (Tratado de No Proliferación Nuclear), Irán continuó desarrollando actividades clandestinas de enriquecimiento de uranio e investigación de agua pesada (plutonio) que no coincidía con lo normal para el uso civil de la energía.
Después de las distintas sanciones (impuestas incluso de forma unilateral por los Estados Unidos a partir de 2006) gracias al secretismo de las autoridades iraníes a la hora de rendir cuentas, Israel comenzó a pensar con más fuerza la opción militar para golpear el programa.
En lo que se estimaba como una operación militar de gran envergadura y de miles de millones de dólares, el gobierno de Jerusalén entendía que la opción militar era, además de la opción real para limitar a Irán, la posibilidad de presionar realmente a la administración Obama.
El rol de los demócratas para contener a Irán era fuertemente cuestionado en Israel, que estaba bajo amenaza directa de Irán, pero también de Arabia Saudita con quien los Ayatollah mantienen una rivalidad milenaria y Turquía desconfiado del expansionismo y la influencia persas.
Varias agencias de inteligencia dentro y fuera de Oriente Medio se esforzaron en trabajar coordinadamente para eliminar el programa nuclear militar de Irán. El primer gran golpe no vino de la mano de un ataque militar convencional, sino de un ataque en el ciberespacio.
Stuxnet, un malware desarrollado por expertos israelíes y estadounidenses, en 2009 penetró en el sistema de la central nuclear de Natanz y paralizó casi la totalidad de las centrifugadoras de enriquecimiento de uranio durante casi un año hasta finales de 2010.
En la que se tituló luego como "Juegos Olímpicos", la operación significó el ciberataque más sofisticado que pudo haber dañado entre 4.000 y 5.000 centrifugadoras de Natanz.
En pocos minutos, la operación saboteó décadas de esfuerzo clandestino iraní rumbo al umbral nuclear.
En pocos minutos, la operación saboteó décadas de esfuerzo clandestino iraní rumbo al umbral nuclear.
En 2015, casi como por manotazo de ahogado, Washington impulsó junto a Francia, Rusia, China, Alemania y la Unión Europea un acuerdo nuclear que solamente se direccionaba a controlar el enriquecimiento de uranio "oficial" que Teherán hacía y que justificaba como uso civil.
El acuerdo nuclear firmado ese año podía demorar, pero no atacaba los puntos principales del programa nuclear iraní: el enriquecimiento clandestino de uranio, la producción de misiles y cohetes y la tecnología para el emplazamiento en ojivas nucleares. Un acuerdo fracasado.
En 2018, Israel volvió a la carga para denunciar ante la comunidad internacional que Irán estaba incumpliendo desde el primer minuto el acuerdo nuclear ya que continuaba enriqueciendo uranio y Estados Unidos había "descomprimido" muchas de las sanciones que pesaban contra Irán.
Israel y otros países de Oriente Medio tenían muy en claro que la comunidad internacional se había dejado embaucar por los iraníes que se beneficiaban del dinero que había vuelto a ingresar al país y que no iba a los iraníes, sino a los grupos terroristas apoyados por Irán.
La retirada de Estados Unidos y la caída del acuerdo nuclear, que fue catalogada como un retroceso por parte de la OIEA, quedó justificada en 2021 a raíz del triunfo de Ebrahim Raisi (el carnicero de Teherán) como nuevo presidente de Irán y los nuevos "plantones" persas.
En febrero de 2023 distintas agencias de noticias informaron sobre el hallazgo de uranio enriquecido al 84% (al 90% se tiene el nivel de pureza necesario para fabricar la bomba atómica) y en mayo de ese año la OIEA informó que Irán poseía 114kg de uranio enriquecido al 60%.
El proyecto Amad de Irán, que fue desbaratado por Israel en 2018, buscaba producir cinco cabezas nucleares y desarrollar la tecnología para incorporarlas en misiles Shahab 3. Quedaba demostrado, otra vez, que si no se atacaba el sistema de misiles iraníes poco se lograría.
En 2018 los servicios de inteligencia de Israel lograron hacerse con documentación muy sensible del programa nuclear iraní. Años después, tras conocer la eliminación de Ismail Haniyeh en Teherán, entendemos que el Mossad actúa casi con total tranquilidad en terreno enemigo.
El material al que Israel accedió en la propia capital iraní constaba de más de ocho mil documentos (muchos escritos a mano) entre los que figuraba mohsen fakhrizadeh, uno de los líderes del programa nuclear asesinado en 2020. Irán, como era de esperar, también acusó a Israel.
Mohsen fakhrizadeh, además oficial de la Guardia Revolucionaria, fue señalado en 2018 como la cabeza del programa nuclea iraní y que su suerte probablemente estaría también echada como la de Ardeshir Hosseinpour envenenado en 2007 por oponerse a la carrera nuclear bélica.
O también la suerte del físico nuclear y miembro de la Guardia Revolucionaria de Irán, Massoud Ali Mohammadi, que encontró el final de su vida en una explosión al frente de su casa en Teherán. En ninguno de los casos se ha demostrado la autoría de estos asesinatos.
El 27 de noviembre de 2020 Fakhrizadeh fue asesinado en menos de un minuto. Un corte de electricidad en la zona hizo que no existieran registros de las cámaras de seguridad que pudieran detectar movimientos. Con Fakhrizadeh se fue la persona que más conocía el programa nuclear.
Un año después, una explosión en la central de Natanz hizo aumentar exponencialmente la paranoia de los Ayatollah por la presencia de la inteligencia israelí dentro de Irán. El propio Líder Supremo, Alí Khamenei, acusa a grupos opositores de cooperar con servicios extranjeros.
La explosión causó daños en el sistema eléctrico y afectó por casi un año el enriquecimiento de uranio. Al principio, las autoridades iraníes informaron a la prensa de un accidente para luego adoptar el descabellado término de "terrorismo nuclear" para acusar, otra vez, a Israel.
Los incidentes y asesinatos siguieron durante 2022. Las muertes de Ali Kamani, un oficial de la Guardia Revolucionaria del programa aeroespacial y de Mohamed Abdous del programa de misiles balísticos, estuvieron precedidas por la de Hassan Sayad Jodai el 22 de mayo.
Negado públicamente por distintas fuentes en Israel, queda claro que el programa nuclear iraní solamente puede ser desmantelado o con un consistente acuerdo diplomático real o con un ataque militar a gran escala para el que Israel se viene preparando desde hace muchos años.
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