La crítica que Lenin realiza al economismo en el ¿Qué hacer? es el señalamiento particular de un problema que afectaba a toda la socialdemocracia internacional: la división en un ala reformista, oportunista y un ala revolucionaria que no renunciaba al marxismo y a sus principios.
Lo novedoso de Lenin es que su lucha ideológica se encuentra enlazada a los problemas organizativos, estratégicos y tácticos del partido revolucionario. Mientras que los partidos socialdemócratas occidentales de la II Internacional enfrentaban al oportunismo solamente de manera +
formal, mediante decretos, pero sin desligar a este del marco organizativo del partido Lenin descubre que es necesario trazar una línea de demarcación entre el marxismo y el economismo, entre el ala revolucionaria y el oportunista, que las divergencias ideológicas tenían su +
traducción en el plano organizativo: la necesidad de fusionar al movimiento obrero con el socialismo superando la estrechez económica frente aquellos que oponían la lucha reformista cotidiana a la lucha política, la forja de un partido revolucionario profesional frente al +
partido de masas indiferenciadas en el cual cualquiera podía participar, centralismo democrático frente autonomismo, etc.
Tras la división en mencheviques y bolcheviques tras el segundo congreso del POSDR esta división en la revolucionaria y ala oportunista se hizo más nítida.
El menchevismo se dedicó a destruir todo el trabajo de forja del partido elaborado por los leninistas desde los tiempos de Iskra e intentaron convencer a los líderes de la II Internacional de que la corriente de Lenin era una minoría blanquista escisionista.
Que la respuesta de Luxemburgo, Bebel o Kautsky fuese la crítica a Lenin o la defensa de la conciliación entre ambas corrientes es una muestra de la descomposición de los partidos socialdemócratas occidentales.
La postura centrista de Kautsky intentó la conciliación obligada entre bolcheviques y mencheviques. Esta conciliación fue rechazada por Lenin, ya que este sí comprendía lo que estaba en juego: el triunfo del marxismo o del revisionismo.
Por eso no se puede entender el proyecto leninista como una mera implantación del partido socialdemócrata a las circunstancias rusas, pues si bien Lenin siempre se apoyó y recogió el legado del ala izquierda de la socialdemocracia alemana, la lucha contra el menchevismo +
le llevó a conocer la fractura existente en la II Internacional y la necesidad de postular una solución que verdaderamente liquidase el reformismo. Esta solución es lo que a la historia del comunismo ha pasado a la historia como el Partido de Nuevo Tipo.
Sobre el Partido Comunista como Partido de Nuevo Tipo dejo este hilo de @proletariat_org por aquí, que sintetiza perfectamente su esencia dialéctica.
Los comunistas no apoyamos el terrorismo individual como método de lucha independientemente del disfraz con el que se lo encubra, pero lo condenamos sólo en tanto que método de lucha ineficaz para la organización revolucionaria del proletariado y nada más.
Un cerdo capitalista muerto es un cerdo capitalista menos, más si es el CEO de una aseguradora que ha arruinado miles de vidas proletarias. No nos da ninguna pena que un obrero le ajuste las cuentas al burgués de turno, sólo lamentamos que el peso del sistema caiga sobre él.
Pero el terrorismo individual siempre ha sido un método ineficaz de lucha porque por cada golpe la burguesía es capaz de asestar mil más contundentes, y porque muchas veces lejos de dotar de conciencia al conjunto de la clase la dispersa ideológicamente más.
Esto es importante. Desde los medios de comunicación a los agitadores de extrema derecha se está construyendo relato para no poner el foco en los culpables de la tragedia: la burguesía, desde la patronal a sus políticos. Hay que dar la batalla contra la propaganda reaccionaria.
Las migajas de Amancio Ortega mientras Inditex abre en plena DANA, Roig presentándose en zona afectada cuando Mercadona dejó a la merced del temporal a sus trabajadores y ahora DESTRUYE comida mientras se persigue a los que se buscan la vida.
El discurso de la fraternidad nacional busca ocultar que en la tragedia se ha mostrado con toda su crudeza la contradicción de la sociedad de clases. No hay fraternidad, hay solidaridad de los de abajo con los de abajo. No debemos dejar que impongan sus términos.
Este discurso es una falsa dicotomía que opone clase trabajadora e identidades, como si una persona LGTB o racializada no pudiera ser un proletario explotado.
Pero esta falsa dicotomía es resultado de un error más profundo, la incomprensión del materialismo histórico-dialéctico.
El error grave sobre el que orbita este discurso es la incomprensión de la dialéctica de lo universal y lo particular, es el quedar atrapado en una universalidad abstracta que en este plano es la reducción de la explotación del proletariado al hecho económico inmediato.
Esto supone convertir una verdad —el proletariado como clase explotada que sustenta el modo de producción capitalista a través de la extracción de plusvalor y la valorización de capital— en una falsedad, porque obvia las distintas formas concretas en las que se da esa explotación
España no tuvo colonias, tuvo virreinatos cuya economía estaba orientada al beneficio peninsular, con un monopolio comercial por parte de España y con una jurisdicción desigual para indios con respecto a los españoles. Vamos, características coloniales de toda la vida.
Conforme más autonomía adquieren los virreinatos y se crea su mercado interior más se aleja de la península, lo que asienta las bases del independentismo americano. Podemos también hablar de las sucesivas oleadas de rebelión y resistencia indígenas, pero no eran colonias, claro.
El problema de base está en que la historiografía españolista, como historiografía fundamentalmente burguesa, es incapaz de acercarse científicamente al conocimiento histórico porque conlleva una contradicción con su posición de clase actual. Incluso aceptando sus premisas +
El debate ya quemado sobre si existen diferencias o no en el tratamiento de Marx y Engels sobre la naturaleza se disuelve fácilmente admitiendo que aunque así fuese las posiciones de Engels seguirían siendo más amplias, ricas y potentes. Engels continua la tesis de Marx +
del papel de la subjetividad a través del trabajo como mediación entre el hombre y la naturaleza, incorporándola a un materialismo que es capaz de dar cuenta de la unidad y la pluralidad del mundo: la unidad radica en su materialidad, pero la materia en su movimiento+
engendra una infinitud de formas que abren distintas esferas de desarrollo, con sus leyes propias e interconexiones. En tanto que lo esencial es el movimiento, todo conocimiento debe reproducirlo, reflejarlo; el conocimiento científico ya no es el conocimiento de la cosa +
En el libro III de “La República” Platón nos habla de la necesidad de combinar la riqueza intelectual con el desarrollo físico, pues es la vía que permite construir una vida virtuosa y armoniosa. Platón muestra magistralmente los vicios que corroen a quienes desarrollan +
unilateralmente ambas facetas: aquellos que se dedican con exclusividad al ejercicio físico caen en la tosquedad, son brutos; los que se centran en la intelectualidad son blandos, frágiles, de una cursilería insoportable. Ambos no son más que hombres incompletos.
Lo que en el fondo refleja Platón es el ser humano mutilado por la división del trabajo manual e intelectual, cómo configura tipos humanos degradados de distinta forma, alejados de las posibilidades plenas de desarrollo que hay en nosotros. Aunque inserto en el dualismo +