Hay cierto ecologismo que confunde la superación del capitalismo con la vuelta a formas “precapitalistas”. Lo cual, sustituye el análisis de clase con una proyección romántica del campo. Al final no explica bien cuáles son las relaciones de clase en el campo ni cómo superarlas.
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La concentración de tierras es un fenómeno creciente. Grandes imperios agroalimentarios que van acaparando tierras y que manejan suficiente facturación como para imponer políticas en su favor.
Esto arrincona a los pequeños productores. Causando sobre todo conflictos con el reparto de los recursos. Un ejemplo es el conflicto por las megabalsas en Francia, cuya oposición organiza ‘Les soulevements de la terre’: elsaltodiario.com/ecologia/guerr…
Por supuesto, las grandes explotaciones incurren en prácticas agresivas con el medioambiente relacionadas con su gran volumen de producción. Sin embargo, no podemos decir lo contrario tampoco de los pequeños productores.
De hecho, porque se concentra la propiedad de la tierra los pequeños empresarios agrícolas se encuentran en riesgo de extinción como clase. Lo que motiva a que empleen prácticas agresivas con el medioambiente o que exploten a personas migrantes en un régimen laboral irregular.
Y esto no es novedad. No hay que mirar la historia de esta clase para saber que en los tiempos de su auge relativo, la proliferación de pequeñas explotaciones privadas ha favorecido el esquilmado de recursos comunes, por ejemplo, con el cavado de pozos sin coordinación.
Y no cabe duda que la clase más perjudicada por el régimen de propiedad es el proletariado rural, como las jornaleras que se enfrentan a múltiples formas cruentas de explotación. Explotación que sufren en pequeñas y grandes propiedades.
En este sentido, la historia revolucionaria nos demuestra una y otra vez que la reforma agraria solo puede liderarla la clase desposeída que trabaja la tierra.
El conflicto entre los pequeños propietarios y los grandes terratenientes se puede explorar de forma táctica para expropiar a los últimos. Lo cual, facilita repartir la tierra expropiada entre cooperativas de jornaleros.
Pero en última instancia, las propiedad de los pequeños propietarios también ha de ser colectivizada por las buenas o por las malas.
Con las explotaciones más pequeñas, sobre todo aquellas que no emplean a otros trabajadores, esto puede suceder a través de un proceso paulatino de socialización de recursos, infraestructura e instrumentos de trabajo.
Algunos pequeños propietarios lo harán de buena gana porque hacerlo les garantiza no depender de invertir en la inestabilidad económica con el objetivo (nada garantizado) de ascender económicamente. Pero, otros muchos (quizá los más) se resistirán a tal cosa.
Cualquiera que trate de intervenir en el campo, debería tener esto en cuenta. Eso y que la planificación económica es la única salida al desastre ecológico que provoca la explotación del campo. Algo que es antagónico a la propiedad privada del campo (pequeña o grande).
Me vais a perdonar las erratas que voy con prisa. Pero, creo que se entiende igualmente.
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