Valoro mucho mi privacidad, pero hoy les vengo a regalar una historia muy personal.

En 2006, cuando era una lesbiana adolescente casi totalmente en el clóset, intenté ir sola a mi primer marcha del orgullo en mi ciudad natal. Recuerdo lo aterrada que estaba y lo mal que lo pasé. Ese día pasó algo que marcó mi vida para siempre: haciendo tiempo en lo que llegaba mi único amigo gay de entonces (y que al final, no llegó) decidí hacerme una prueba rápida de VIH en una de las carpas del evento. Salí positiva.