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Me da igual si es del escritor G. Michael Hopf o si su origen está en un proverbio árabe, pero lo cierto es que este jodido texto da mucho que pensar. Y lo da, porque sin desechar el peligro que tienen frases tan generales -saben que no me gustan-, hay mucho de verdad en ella.
Soy militar y, por suerte o por desgracia, mi pasado familiar nada tuvo que ver en ello. No tuve un padre o un abuelo que me iluminara sobre la carrera de las armas. Mis antepasados militares son de los que miran, hieráticos, desde esa foto descolorida de la que hablaba antes.
Pero también hay mucho fraude. Mucho tipo que dice ser lo que no es… y presume de ello. La milicia sigue siendo una gran desconocida, por eso es un campo abonado para estas cuentas falsas y para que los lectores de buena voluntad caigan en sus engaños.
Sobre monedas militares conmemorativas podríamos hablar largo y tendido. Historias de legionarios romanos, pilotos en la I GM o universitarios en la II GM. De primas encubiertas, de homenajes o de victorias (o no). La moneda “me vengo arriba” del Admiral Vernon es memorable…
Veo determinados sucesos y me pregunto: ¿Podría repetirse una “solución final” en país occidental, en una democracia, en España? ¿Nuestro vecino, la “buena gente”, podría ser cómplice del asesinato de miles de personas? En 1961 algunos empezaron a hacerse la misma pregunta…
El origen de esta lista no es reciente. Se encuentran en las redes desde al menos 1998 y su primera versión fue un panfleto que hizo el Departamento de Policía de Houston en 1959. Estaba dirigido a los padres y fue elaborado tras hacer un estudio sobre la delincuencia juvenil.
El tiempo pasa y el trajín de los despachos sepulta cada vez más los días en los que me vestía de “mimeta” y tocaba pisar barro. Sí, cada cosa tiene su momento –ahora estoy donde me toca–, pero reconozco que aquella vida “me ponía”.
Ascendido a coronel, Millán Astray vuelve a hacerse cargo del Tercio. El 4 de marzo de 1926, al mando de una columna, entra de nuevo en combate y toma Loma Redonda. Bajo el fuego aún, ordena su fortificación y cuando está revistando las obras, recibe un disparo en pleno rostro.
Nuestro BPC –Building Partner Capacity– como el resto de los centros de instrucción de la Coalición, dependía del Combined Joint Force Land Component Command – Iraq (el Mando Componente Terrestre, de acrónimo CJFLCC-I, que los anglófonos incompresiblemente pronuncian “siflic”).
El Programa de Instrucción de la 72 tenía 2 pilares básicos: las tácticas, técnicas y procedimientos de aproximación a una población y el combate dentro del núcleo urbano. Todo iba enfocado a incrementar tanto su letalidad como su posibilidad de supervivencia en esos escenarios.
Pero antes voy a explicar por qué uso DAESH y no ISIS (Islamic State of Iraq and Syria) o, simplemente, Estado Islámico. DAESH es el acrónimo árabe de al-Dawla al-Islamiya al-Iraq al-Sham (Estado Islámico de Irak y Levante). Hasta aquí, podrían parecer iguales las denominaciones.
Eso y sus 7 misiones, contando sólo las de Irak y Afganistán, son razones más que suficientes para tenerle respeto. Nos sentamos mesa con mesa. Cada mañana me suelta "Salam aleikum, sir". Yo, le respondo "Aleikum salam, Bossie. How's it going?". "Scandalous" –me contesta.
Se atacaba aprovechando la sorpresa de la noche y se ajustaba para replegarse al alba, facilitando el regreso. Para distinguirse en la noche, los españoles se ponían la camisa sobre el resto de la vestimenta, de ahí el nombre.
Pero volvemos a tener peculiaridades exclusivas del español. Así, la obediencia “ciega” al mando sólo era exigible “en el servicio del Rey”. Fuera de este, un capitán y un alférez podían cruzar aceros por una mujer, por ejemplo, sin que el segundo temiera de la justicia por ello.
Así, analizando un poco, vemos que en 2019 fallecieron en accidente de tráfico 1.098 personas. Trágico, sin duda alguna. Pero estamos en verano de 2020 así que cojan, al azar, dos dias cualquiera de hace poco, entre el 20 de marzo y el 20 de abril de 2020.
Y esta es la mía. Más de 2 metros de alabarda, con empuñadura metálica y una cinta longitudinal en cuero, que me regalaron, al irme, mis chicos de la 3ª compañía del “Asturias” 31. Atado a ella, un banderín bordado, de dimensiones reglamentarias, con flecos dorados y dos borlas.
Al poco tiempo llegaron 6 mujeres de la misma promoción. Muy jóvenes, muy unidas, muy majas... , pero con una idea un poco irreal de la vida operativa de la Infantería. Ojo, como muchos otros, que llegaban “empanaos”, como los filetes... Y eso había que enderezarlo.