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Los niños con Trastorno del Desarrollo del Lenguaje (TDL) suelen tener problemas para adquirir vocabulario. De hecho, suelen conocer menos palabras (Norbury et al., 2016) y, además, aquellas palabras que conocen las entienden de forma más superficial (McGregor et al., 2013).
Suele usarse el término Trastorno de los Sonidos del Habla (TSH) para definir a aquellos niños que tienen dificultades para producir los sonidos del habla que no se deben a daño neurológico, pérdida auditiva o a aspectos estructurales.
Indican, por ello, que “la comprensión” no es algo que se pueda enseñar de forma directa con una intervención educativa breve, sino que requiere de una gran cantidad de conocimientos y habilidades que es necesario desarrollar a lo largo de los años.
Muchos niños muestran dificultades graves y persistentes en la adquisición de aprendizajes básicos relacionados, por ejemplo, con la lectura, el cálculo o la escritura y pueden precisar de actualizaciones especializadas y sostenidas en el tiempo para mejorar dichas habilidades.
Se ha señalado que hasta un 27% de los niños escolarizados en nuestras aulas muestra algún grado de dificultad para elaborar una letra legible y fluida (Van Hartingsveldt et al., 2011). Que los niños desarrollen esta habilidad parece importante por diversos motivos.
La enseñanza explícita de las correspondencias entre grafemas y fonemas parece importante en las primeras etapas de la adquisición de la lectura en idiomas alfabéticos opacos y transparentes (Castles et al., 2018; Sargiani et al., 2022; Verhoeven y Perfetti, 2022).
Sargiani et al. (2022) llevaron a cabo una investigación para determinar si era mejor enseñar a los niños a leer partiendo de las relaciones entre grafemas y fonemas o, por el contrario, era preferible partir de la enseñanza de sílabas directas.
Se han descrito diversas dificultades características en la comprensión lectora de estos niños. Una de ellas tiene que ver con la ”ceguera al contexto”: las palabras tienen diversos significados y es preciso prestar atención al contexto para saber cuál de ellos se ha de activar.
Uno de los criterios que suele usarse para la detección y el diagnóstico de la dislexia es que las dificultades para decodificar las palabras escritas de forma y fluida persistan en el tiempo pese a una adecuada respuesta educativa (Miciak y Fletcher, 2020).
Sabemos que ala brecha en vocabulario entre los niños que presentan Trastorno del Desarrollo del Lenguaje aumenta año a año (Rice y Hoffman, 2015) y persiste hasta la edad adulta (McGregor et al., 2020).
Las brechas que muchos niños presentan en diversas habilidades lingüísticas en los primeros años de escolaridad (en aspectos como el vocabulario, las habilidades narrativas o la morfosintaxis) parecen influir de forma relevante en su posterior desempeño académico.
Aquellos que realizamos intervenciones directas con niños con dislexia (entre otros) intuimos la importancia de fomentar la correcta participación de estos en las sesiones para la mejora de la lectura.
Es habitual que las dificultades severas y persistentes para decodificar las palabras escritas que presentan los niños con dislexia se den de forma simultánea a patrones persistentes de inatención y/o impulsividad-hiperactividad (TDAH) (Carroll et al., 2005).
Se estima que, en el ámbito anglosajón, entre un 11% - 12% de los niños de 5 años cumple los criterios para presentar los que ellos llaman Speech Sound Disorder (SSD), lo que aquí, en ocasiones, llamamos Trastornos de los Sonidos del Habla (TSH) (McLeod y Harrison, 2009).
Uno consiste en que las intervenciones en estrategias (resumir, recontar, extraer ideas principales…) se hayan descrito como algo limitadas, por ejemplo, para niños que no tienen conocimientos previos o el lenguaje suficiente para afrontar el texto (Elleman y Compton, 2017).
Se buscaba también aislar aquellas variables que moderaran dicha eficacia. El primer escollo que Hall et al. (2022) debieron solventar, como ellos mismos indicaron, tiene que ver con cómo se define la dislexia en este trabajo
https://twitter.com/ciofuentes/status/1560261588950519808Sobre la conciencia fonológica como predictora de las habilidades de decodificación en castellano:
En primer lugar, parece ser, a edades tempranas, un predictor de las habilidades de decodificación. Esto se ha observado en lenguas opacas como el inglés y, también, aunque parece que con un grado algo menor, en lenguas transparentes como el castellano (De la Calle et al., 2021).
Un apunte prudente
Parece que muchos niños con dificultades en el desarrollo del lenguaje (TEL/TDL) suelen presentar problemas para aprender palabras de forma implícita (durante la lectura, en las explicaciones del docente...) y, además, necesitan muchas más exposiciones para adquirir vocabulario.