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1539 | Nueva Galicia. A su capital, la Compostela novohispana, llega un puñado de indios acompañando a fray Marcos de Niza. Este religioso pide reunirse en el cabildo (ayuntamiento) con el gobernador, Vázquez de Coronado. Le cuenta que viene, nada menos, que ¡de Cíbola! ¿WTF?

En 1590 tuvieron lugar una serie de episodios condicionados por el triángulo que dibujaban Filipinas, Nueva España y el Oriente luso: el monopolio mercantil hispano-americano y la Carrera da Índia portuguesa se habían unido (al menos sobre el papel) en una misma corona.

Toda vez que es imposible condensar en una veintena de publicaciones la pléyade de vascos que fueron hombres de confianza para los Austrias, os he realizado una selección con la que nos podemos hacer una idea de la notoriedad que tuvieron en la gestión del Imperio Español.
De vuelta a España, con Colón y Alonso Pinzón cabreados como monas, el orgulloso Almirante embarca consigo a diez indígenas de las islas antillanas. Los trae con el fin de que aprendan castellano y al retornar a ultramar puedan servir como intérpretes en futuras exploraciones.

Para 1808, España había logrado consolidar una verdadera generación de científicos y, si bien es cierto que Trafalgar había sesgado vidas como la de Cosme Damián Churruca, existía una fuerte escuela de pensadores y tratadistas que eran considerados mentes preclaras en Europa.

En 1565 se logra una posición formal en Filipinas. Puerta de Asia en todo su esplendor pues del archipiélago partían las rutas principales a China, Corea, Japón y la India. También, por supuesto, se abrían vías directas a Malaca y las codiciadas Islas Molucas (la especiería).
El famoso caudillo qué abanderó a los muchachos del Tea Party decidiendo dal'polculo al rey Jorge, que estaba a 6.000 km, en la campiña regia de St. James, era agricultor. Todos lo sabían. Adams lo sabía, Jefferson lo sabía, Hankock lo sabía y los españoles lo sabían. 
Sobre nuestros locos y románticos aventureros en busca de fama, fortuna y gloria hay varias y son francamente potentes, a mí parecer, claro está.

Nuestro sujeto se llamaba Juan de Campos. Desconocemos su fecha de nacimiento pero sí sabemos que estaba ligado al boyante comercio de la ciudad

Esta curiosidad parte de las relaciones topográficas de Felipe II, un compendio al detalle de todos y cada uno de los pueblos y ciudades de España. En las páginas del volumen III está el inventario de Villanueva de la Cañada, población entre Pozuelo de Alarcón y El Escorial.
¿Listos? Nos situamos en el s.XVIII. La España borbónica abandonaba el “multiregnum” austracista con unos planes de centralización que, por supuesto, tenían en la Real Armada una pieza medular para el posicionamiento del nuevo Estado-Nación en el exigente teatro internacional.

Pudiera ser (así concuerdan médicos e historiadores) que el Almirante pareciera el primer caso del tifo exantemático (tifus) euroasiático en América. El virus había mutado (adaptabilidad). Sin embargo el primer contagio que desembarcó en las Indias fue el de la Influenza.

Este navío, como otros que tuvieron desempeño en Trafalgar, fue diseñado por el teniente e ingeniero general Romero Landa. Un hombre que llevó las naves españolas de la Armada Ilustrada a un cénit tecnológico, hidrodinámico y maniobrabilidad, admirado en toda Europa.

Dado que entre las máximas aficiones del monarca estaba la geografía (ciencia de la que tuvo una excelsa formación), algunos de los hombres de máxima confianza de Felipe II fueron ingenieros y arquitectos. No cualesquiera, sino los mejores habidos en la Europa de su época.