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El Altar de la Patria, el monumento nacional a Vittorio Emanuele II, es uno de los monumentos más célebres (y controvertidos) de Roma. Construido entre 1885 y 1911, su subsuelo esconde una cantera de toba y puzolana que tuvo que ser consolidada para soportar la emorme mole.

Era lógico suponer que en el edificio donde el "Duce" ordenó alojar la sede de la Jefatura de Gobierno y del Gran Consejo del Fascismo (1929-1943) hubiera un refugio subterráneo.
Pues sí. Una higuera. Pero con una serpiente enroscada (el Pecado). ¿Dónde más hemos visto serpientes e higueras? En Roma. Dónde si no... La serpiente como protectora de la fertilidad y el hogar
La construcción del más grandioso de los edificios termales de la antigüedad comenzó en 298 y las obras concluyeron en solo ocho años. El área, la de los antiguos Horti Lolliani, tenía la orientación adecuada para aprovechar la energía del sol sin afectar a los ambientes fríos 


Llevar dos cuentas supone un enorme sacrificio. La mayor parte del esfuerzo se lo dedico a Livia, que ha crecido tanto estos años gracias a vosotros, y en la suelo publicar tuits elaborados e hilos largos⬇️
Amanece sobre la capital de este mundo que esl mío, y la ciudad en la que vivo se despereza con cadencia lenta y eterna. No es Roma, pero eso es indiferente. Porque Roma no es un lugar. Es un estado de ánimo, un modo especial de vivir y de sentir
"por la atmósfera sombría y muerta de museo que exhala, por la abundancia de sus pasados, que son traídos a colación y laboriosamente sostenidos por una terrible sobrevaloración (...) de todas las cosas desfiguradas y decadentes que, después de todo, ...
Cuatro caballos de bronce, de data controvertida, desafían las alturas en la fachada de la Basílica veneciana de San Marco desde 1204. Fueron parte del botín tras la toma de Constantinopla, donde adornaban su hipódromo y viajaron a París nuevamente saqueados por Napoleón.

Es cierto que la cúpula del edificio más famoso de occidente estuvo cubierta por tejas de bronce. Pero es imposible que fuera Urbano VIII quien ordenó arrancarlas durante su mandato papal (1623-1644). Más que nada porque se las había llevado el emperador Constante II en 663.