Sara y Pablo alcanzaron a escuchar lo que la mesera le dijo a su compañero, de que alguien había llamado diciendo que por no haber pagado, los iban a matar.
Él se acordó del relato de un sobreviviente de la masacre ocurrida hace poco tiempo en Salvatierra.
(1) “Llegaron gritando:
mátenlos a todos”.
Pablo se levantó y se acercó a Salvador, dueño del bar y amigo suyo de toda la vida, “ya es tarde guey, yo creo que mejor cierra”. Él le dio las llaves y le dijo: “cierra tú”.
(2)