Ya perdí el rastro de para qué es que tenemos un cerebro los seres humanos. Y un mundo. Ya no entiendo para qué tenemos ciudades, deportes, oficinas, supermercados, países. Y sé que hay horrores de antes, pero el genocidio en Gaza es el fracaso rotundo de la humanidad Y en el fracaso de todos nos arriesgamos a sacrificar nuestra propia humanidad desvalorizada, el alma que suponemos ahí, porque lo único coherente parece ser la ira o la absoluta depresión e incluso soltar el teléfono y desconectarse parece una traición a un pueblo masacrado