El Boston Garden, uno de los hogares leyenda, está lleno. Larry Bird, el genio que iluminó los años 80 con su carácter ganador, inteligencia y lanzamiento, se sumergirá en la inmortalidad.

Hoy retirarán su camiseta y número.

Es una fiesta verde.

Sin embargo, algo pasará. En los pasillos se escucha un murmullo. Un uniforme oro y púrpura avanza entre el gentío. La rivalidad infinita de la NBA vuelve a florecer. Una noche más. Un round más. El público aclama.

Magic Johnson, primero rival, luego amigo, avanza.

📼@NBA90s

Magic Johnson camina hacia la entrada de la humilde casa en French Lick. Estamos en 1986. El hasta hoy enemigo número uno de la familia, acepta la invitación de Georgia, madre de Larry, a almorzar.

Será el final de una etapa y el principio de otra que será para siempre. Magic Johnson-Larry Bird. Larry Bird-Magic Johnson. Herederos de Wilt Chamberlain y Bill Russell. El duelo que motorizará la NBA hasta la llegada de Michael Jordan.

La némesis compartida, la competitividad extrema nacida en un juego universitario siete años antes que no morirá.

Después del show de Steph Curry en París 2024, varios afirmaron que ya es Top 5 de la historia.

¿Está en esa posición entre los mejores jugadores de todos los tiempos?

Les daré a conocer mi Top Ten.

Aquí vamos. 10. Stephen Curry

Cuatro veces campeón, MVP Finales 2022, dos veces MVP NBA. Oro olímpico. Rey de los triples. El mejor tirador de la historia.

Curry es rapidísimo, incansable y es efectivo nivel Dios.

Cambió el juego. Por eso es Top 10.

https://twitter.com/HilltopNBA/status/1272702852750651392/video/1

Cuando vio cómo estaban jugando sus compañeros, no pudo evitarlo. Había decidido ocultar este tema porque peligraba su legado. Sus ingresos. Sus números. Sin embargo, se expuso de nuevo: no podía irse así de su primer y último Juego Olímpico.

Stephen Curry volvió a hacer trampa. Hace años que veo, apenado, como crece este tema hasta límites insospechados. Debí denunciarlo antes, pero por falta de coraje permití que esto se repita.

Que este hombre arruine el deporte que más amo en el mundo: el básquetbol.

Cuando vio cómo estaban jugando sus compañeros, no pudo evitarlo. Había decidido ocultar este tema porque peligraba su legado. Sus ingresos. Sus números. Sin embargo, se expuso de nuevo: no podía irse así de su primer y último Juego Olímpico.

Stephen Curry volvió a hacer trampa. Hace años que veo, apenado, el crecimiento de este tema. Ya llegó a límites insospechados. Debí denunciarlo antes, pero por falta de coraje permití que se repita.

Dejé que este hombre arruine el deporte que más amo en el mundo: el básquetbol.

Sudán del Sur estuvo a un tiro de vencer al Team USA lleno de figuras NBA. Pudo ser su triunfo más importante como nación, pero LeBron James apagó el incendio a tiempo.

Sin embargo, más allá de perder, una fascinante historia rodea a este equipo africano. Pongamos la situación en contexto: Sudán del Sur se clasificó en el pasado Mundial 2023 a los primeros Juegos Olímpicos de su historia.

Venció a Angola 101-78 en Manila y ahora compartirá el Grupo C de París 2024 con Serbia, Puerto Rico y, por supuesto, Estados Unidos.

Viajamos a los tiempos de las revistas y la televisión de tubo. A la era en la que la NBA era un planeta ajeno. En ese universo, hubo un jugador que se probó, brilló, sedujo y luego dijo no. He aquí los tiempos de Mao Santa.

Bienvenidos al mágico mundo de Oscar Bezerra Schmidt. Año 1984. El mágico Draft de Michael Jordan, Hakeem Olajuwon, Charles Barkley y otros. Un joven David Stern empieza a cambiar el mundo, pero hay un brasileño que es elegido en la sexta ronda por New Jersey Nets: Oscar Schmidt.

Entiendo la urgencia de querer colocar al Dream Team 2024 a la altura del original de 1992. El actual es muy bueno, lo sé, pero el primero fue de otra galaxia.

Significó el descenso de la NBA al planeta tierra.

¿Viajamos en el tiempo? Hoy, en esta isla, reviviré ese milagro. Todo empezó el 9 de mayo de 1990, cuando Borislav Stankovic, Secretario General de FIBA, y David Stern, comisionado NBA, firmaron un acuerdo para permitir que los jugadores NBA participen en eventos FIBA.

Fue en el Congreso Mundial Extraordinario de la FIBA.

Dibu Martínez flexiona las piernas. Alan Minda toma carrera. Ya falló su penal, curiosamente, Lionel Messi. Ya atajó el primero Dibu contra Ángel Mina.

Los superhéroes también necesitan salvadores.

Lo maravilloso, entonces, entra en curso. Todos sabemos lo que pasará, pero las cosas no suceden hasta que suceden. Deseamos, queremos, rogamos. Martínez vuela y con un gesto técnico atípico desvía el segundo penal a mano cambiada.

La cámara se queda con él.

Festeja primero, baila después.

Estamos a la vuelta de los Juegos Olímpicos. Estados Unidos está lleno de estrellas, pero... ¿Qué tan bueno es este nuevo Team USA?

Les presentaré entonces, de 1992 a esta parte, mi ranking de Dream Teams.

Ajusten sus cinturones.

Es tiempo de despegar. 9. 2004

El equipo de las pesadillas. Tenía estrellas, entre ellas Allen Iverson, LeBron James y Tim Duncan. Pero claro, enfrente estaba Argentina, que ya le había ganado en Indianápolis 2002.

Luego de este fracaso, el Team USA se refundó tras un profundo baño de humildad.

Entiendo que no guste esto que voy a decir. Quizás, entre tanto espejo deformante, suene fuera de lugar, pero lo que están haciendo los Lakers es ridículo. Al menos en términos deportivos.

Seguramente sea un excelente negocio, pero la llegada de Bronny James... no es seria. Todos los scouts saben que Bronny hoy no tiene nivel para jugar NBA. Está la ilusión del ADN, claro, pero no da la talla. Alguien dirá: "Es un pick 55, no es para tanto, no molesta". Seguramente algo de razón tenga.

Pero aquí debemos considerar un error estratégico de base.

Hace 40 años se celebró el mítico Draft de 1984.

Que Michael Jordan haya caído en Chicago fue, sin dudas, un juego perfecto del destino. Porque hubo una serie de hechos que se unieron para que esto suceda.

Pudo ser distinto y la historia de la NBA, entonces, hoy sería otra. Empecemos por el contexto: cómo era el Draft de la NBA de aquel año.

El primer pick se determinó por el lanzamiento de una moneda.

Sí, así como leen: una moneda al aire y que sea lo que la fortuna quiera.

https://twitter.com/NBACobwebs/status/1661008005822046218/video/1

Michael Jordan cae derrumbado en el banco de suplentes.

Las gotas de transpiración bajan desde su frente como un río que desciende de una montaña.

Siente escalofríos. Náuseas. Estamos en Salt Lake City.

11 de Junio de 1997. Exactamente 27 años atrás.

5° juego de Finales NBA. Jordan, ahora, está en una de las habitaciones del hotel en Park City, un resort a 40 km. de Salt Lake City. Es la noche anterior al juego.

Los Bulls y el Jazz están igualados a dos partidos por bando y Chicago debe afrontar el partido pivote habiendo perdido los dos anteriores.

Jaylen Brown es inteligente. Quizás demasiado. En el Draft 2016, algunos scouts dijeron que eso podía ser un problema. "Puede preguntar mucho", dijeron.

Agregaron que temían que "pierda rápido la pasión por el juego".

Fue elegido detrás de Brandon Ingram y Ben Simmons. Brown firmó en la temporada pasada una extensión de 304 millones de dólares por cinco temporadas. Su inteligencia, para los Celtics, nunca fue un problema: al contrario, fue una bendición.

Ahora bien, ¿Por qué Brown es 'especial' para el mundo NBA?

A lo largo de su rica historia, la NBA nos hizo conocer duplas maravillosas. Hoy, por ejemplo, tenemos dos muy especiales en curso: Kyrie Irving-Luka Doncic y Jayson Tatum-Jaylen Brown.

Me propuse, en modo desafío, elegir mis diez mejores dúos de todos los tiempos.

Dicho esto, una salvedad a la hora de elegir: no valen los que yo creo Big Three. Ejemplo, no cuenta Tony Parker/Tim Duncan porque falta Manu Ginóbili.

O Larry Bird/Kevin McHale porque falta Robert Parish.

Dicho esto, avancemos.

Que la suerte -y sus comentarios- me acompañen.

Rumbo a la definición de la NBA, hoy es día de descanso en playoffs. Recordaremos, entonces, una melodía en forma de ritual.

Sirvió como intro de Chicago Bulls en los años 90 y se hizo inmortal. Hoy hablaremos de la mejor presentación de todos los tiempos.

Es tiempo de volar. Empecemos por el creador: Alan Parsons. “Sirius”, el preludio del LP Eye in the Sky de Alan Parsons Project de 1982, llegó a los oídos de los fanáticos de la NBA a finales de los años 80.

Cuando hacemos deporte, todos tenemos un amigo gordo. O, en su defecto, somos el gordo. El gordo no necesariamente es gordo por su contextura física; no se trata de tejido adiposo ni abdomen prominente.

Es una cuestión de aceptación del caso y voluntad: el gordo no corre. Puede jugar bien o mal, pero no corre. El gordo se cansa, transpira, se mueve poco y por momentos se arrastra.

Tiene, por cuestiones obvias, una impureza de ralentización que lo define. Un lunar que, según como se mire, embellece el rostro o lo termina de arruinar.

La máxima de que Anthony Edwards es la reencarnación deportiva de Michael Jordan puede ser, para los puristas, descabellada.

Sin embargo, Edwards está haciendo lo posible para que empecemos a creer, todos juntos, que esta afirmación temeraria puede ser posible. Anthony llora en la habitación de la casa de su abuela Shirley, en Atlanta, porque no puede ganarle a sus hermanos. Son mayores, son mejores, son más fuertes.

Es un Déjà vu de 40 años de diferencia. Es un reencuentro de historias con más de 600 kilómetros de distancia.

Isiah Thomas y Magic Johnson fueron hermanos. Una amistad bella, genuina, real. La foto infinita juntos es un beso antes del inicio de uno de los juegos de Finales 1988.

Pero luego, llegó el HIV de Magic. El mundo se paralizó.

Y la relación entre ambos se cayó a pedazos. Cuando los Pistons viajaban a Los Angeles, Magic le dejaba las llaves de su casa a Isiah. Era asi siempre: mirarse, reír, y disfrutar.

Era tal la cercanía, tal el grado de confianza, que Magic llamó el cuarto de huéspedes de su casa en California "el cuarto de Isiah".

Los playoffs traen héroes memorables pero también villanos infinitos.

Y si hablamos de jugadores que pertenecen al lado oscuro, es tiempo de hablar del hombre más odiado de toda la historia de la Liga.

Bienvenidos, entonces, al infierno llamado Bill Laimbeer. Para quienes no lo vieron, Laimbeer puede haber sido violento. Para quienes lo seguimos varios años, sabemos que eso es insuficiente: Laimbeer es por escándalo el jugador más sucio que existió en la NBA.

Tomó su personaje y lo elevó a la enésima potencia.

En octubre de 1997, Michael Jordan revolucionó París. Los Bulls habían ganado el título NBA y viajaron en octubre a disputar el Open McDonald's, un torneo célebre que, de algún modo, brindaba un título mundial honorífico.

Fue, sin saberlo, el capítulo previo antes de Last Dance. Cinco años después de Barcelona 1992, Jordan regresó al viejo continente con trato de estrella de Rock.

Los Bulls viajaron sin Scottie Pippen, quien se recuperaba de una cirugía, ni Dennis Rodman, quien estaba renegociando su contrato.