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Todo comenzó en 1990. Cuando Jean Marc Bossman, un modesto jugador belga de segunda línea denunció a su club, el RFC de Lieja, ante el Tribunal Europeo de Justicia. Al tipo no lo conocía nadie, era una lucha minúscula contra una maquinaria gigante, intocable: la del fútbol.
Tenemos una cabeza diminuta, síndrome del ímpostor, estamos c*gados del susto, un complejo de inferioridad del tamaño del Burj Khalifa. Creemos que después del 94 perdimos el derecho a que nos pasara algo bueno como estado nación.
Los resúmenes de tres minutos no son el fútbol. Es como si uno viviera con la esposa solo los sábados en la noche. Ahí sí no hay matrimonio que fracase. ¿Si uno ve el fútbol con highlights a quién no le va a gustar? Pero eso es ser espectador, pero ser hincha es otra cosa.
El fútbol es infinito, infinito dentro de un marco con muros delgaditos: el reglamento. “Es el mejor libro de táctica jamás escrito”, dice Juanma Lillo. Y se podría decir que el corazón que ha dictado el ritmo de la evolución táctica ha sido la regla del fuera de juego.
El hecho más sonado pasó en marzo de 2021, cuando a raíz de un reportaje del diario The Guardian que decía que unos 6.500 inmigrantes habrían perdido la vida en las extenuantes obras en Catar, los jugadores protestaron públicamente.
Todo comenzó en 1990. Cuando Jean Marc Bossman, un modesto jugador belga de segunda línea denunció a su club, el RFC de Lieja, ante el Tribunal Europeo de Justicia. Al tipo no lo conocía nadie, era una lucha minúscula contra una maquinaria gigante, intocable: la del fútbol.