Estaremos recordando hoy algunas sesiones anteriores de #CuentosDeMedianoche, desempolvando cuentos, leyendas e historias de miedo en las que "no creemos pero de que vuelan vuelan", como decían los abuelos.
¿Se acuerdan del encuentro de Gilberto y Casildo con "La Sayona"?
#CuentosDeMedianoche
Viernes, 11:30 pm.
Lugar: Un pueblo de tantos en el interior.
Gilberto y Casildo, padre e hijo, suben a su camión después de algunas cervezas y varias vueltas en el billar de Lola, un momento de diversión luego de dos días sin descanso en la carretera.
#CuentosDeMedianoche
- Viejo, ahora le damos chola hasta la casa, la vía está muy sola y viene lluvia.
- ¡Qué fue pues, pareces una vieja rezongona!
- replicó Gilberto
- Ahora es que hay noche pa'rato, pasemos primero por "La Curvita", donde las muchachas...
- ¡No viejo, déjese de eso hoy... no sé, pero hay algo raro está noche!
- ¡Ahora si me embromé yo contigo!
- Acuérdese que en estos predios espantan y bien feo...
¡No que va, siga para la casa y ni vea pa'los lados!
La lluvia llegó de pronto, acompañada de una brisa fría que helaba la sangre.
- ¡Mosca viejo, pele el ojo que no se ve nada y el agua arrecia!
- Tranquilo Casildo, ¿qué es esto pa'uno?,
- ¡Ni que fuera la primera vez que nos llueve, prende la radio pa'que te calmes!
Casildo, nervioso, sintonizó 📻 GFV Radio en el dial:
"Hoy, en CuentosDeMedianoche tenemos de invitada especial a La Sayona, uno de los espantos y almas en pena más populares de Venezuela, una hermosa dama que enamora a los hombres en nuestras carreteras y caminos."
- ¡Jesús, María y José, Dios nos libre!, lo que faltaba...
- Casildo apagó la radio, mientras un escalofrío se apoderaba de él.
- ¿Tú como que estás asustado?
- ¡A mí que me salga para enamorarla, dicen que es un mujerón!
- ¡No se juegue con eso viejo!
La lluvia cesó de pronto, cediendo su espacio a una densa oscuridad, sólo cortada por la escasa proyección de los faros del camión y algunos breves tramos de señalización que aún mantenía la carretera...
¡Cuidado viejo, hay alguien en la vía, frena!
- gritó Casildo.
Gilberto logró frenar el camión, no sin esfuerzo y un gran susto, mientras una hermosa mujer, alta, elegante y con una espectacular cabellera negra como el azabache seguía caminando hacia ellos, vestida con una saya blanca radiante, pero sin que se le pudiera detallar el rostro.
- ¡Viejo arranca, dale chola, que esa es la Sayona que viene a llevarnos!
- Que Sayona ni que nada, ese mujerón está perdida y no la vamos a dejar botada aquí, hay que llevarla.
- Dicho esto, acercó un poco más el camión, bajó su ventana y se dirigió a la mujer:
- ¿Pa'dónde vas tan solita a esta hora?
- La mujer no contestó...
- Se escuchó un ruido metálico, como de llaves, tras el cual se agachó para buscarlas. Al incorporarse, sus cabellos se levantaron en contra de la brisa, tapándole el rostro, que se desdibujaba...
Casildo, aterrado, bajó su mirada y se volteó hacia Gilberto, embobado ante la belleza de la misteriosa mujer, quitando su pie del acelerador y presionándolo con el suyo, agarrando el volante con su mano mientras gritaba: ¡Despierte viejo y mire pa'lante, salgamos rápido de aquí!
Afortunadamente, lograron acelerar hasta alejarse lo más posible, sin llegar a mirar los retrovisores, exigiéndole lo máximo al camión para dejar atrás la fantasmal aparición. Aquella fue la última salida de Gilberto en el camión...
La historia de La Sayona, cuyo origen se atribuye al tiempo de la colonia en tierras del llano, tiene muchas versiones. Entre las más conocida está la de una hermosa mujer blanca y negra cabellera, llamada casualmente Casilda, que se distinguía por su físico, porte y elegancia.
Un día, bañándose en el río, la sorprendió un hombre que la deseaba. Al reclamarle su actitud, el hombre le indicó que sólo venía a decirle que su esposo la engañaba con su madre, lo cual era falso.
Dejándose llevar irracionalmente por los celos, mató a su esposo y a su madre...
La madre, antes de morir, le maldijo por lo que había hecho, condenándola a una muerte trágica y a vagar eternamente por los caminos.
Desde entonces, se le aparece a los hombres mujeriegos o sin buenas intenciones, a quienes logra seducir hasta provocarles la muerte.
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