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Flâneur contemporáneo.

Oct 1, 2020, 29 tweets

A propósito del fallecimiento de Quino en el día de hoy, voy a compartir una anécdota personal con él y la historia vinculada que me llevó a conocerlo personalmente.
(Abro hilo)

Por el año 1997 presidía la Asoc. Voluntarios de Parque Centenario y teníamos un taller de historia barrial, con el que nos habíamos contactados con extrabajadores del diario El Mundo, que había estado en el barrio.

Ese año (1997) se cumplían 30 años del cierre del diario, que fue el 22 de diciembre de 1967 y decidimos organizar una actividad recordatoria, ya que había tenido protagonismo en la vida del barrio por muchas décadas.

No voy a contar la historia del diario El Mundo y la Editorial Haynes que lo publicaba, pero sus instalaciones estaban en Bogotá y Río de Janeiro. Con la entrada principal en esa esquina.

Luego del cierre del diario en 1967, al poco tiempo se demolieron las edificaciones de todo el complejo, que incluía imprenta, redacción, depósitos y distribución tanto del diario como de la cantidad de revistas que allí se editaban.
Fotos de 1940 y 1978, ya como un gran baldío.

El emblemático edificio de la esquina de Bogotá y Río de Janeiro, con su cúpula Beaux Arts, que en su cumbre tenía unos atlas sosteniendo un globo terráqueo.
La dirección era Río de Janeiro 300.

Volviendo a los extrabajadores del diario, que unos cuantos vivían por el barrio, decidimos hacer el homenaje colocando una placa en la esquina actual, el día que se cumplieran las 3 décadas de su cierre.
Aquí con algunos de ellos en reuniones periódicas en bares del barrio

Entonces desde la asociación decidimos darle un gran marco que no fuera solo poner la placa. Decidimos publicar un número conmemorativo de diseño similar a última época del diario. También comprometer comercios del barrio financiando la placa, edición del diario y la fiesta.

¿Y cómo se conecta esto con Quino?
Resulta que Mafalda comenzó a publicarse como tira diaria en el diario El Mundo y ante este datazo salí a buscar a Quino, a ver si podía estar presente el día del descubrimiento de la placa.

Desde niño fui lector de Mafalda y en casa compraban los volúmenes que iban saliendo a lo largo de los años, como compilaciones de las tiras que se iban publicando. A mi hija mayor ya le había comprado Todo Mafalda, con la que muchas veces se iba domir.

No recuerdo como llegué a Quino, porque no tenía ningún punto de contacto. Pero recuerdo que lo llamé por teléfono (ni idea como dí con él) y le conté la idea. Me invitó a su casa, en Libertad y Av. Santa Fe.

No solo fui a su casa, sino que estuve en su estudio y conocí también a su esposa. No podía creerlo.
Charlamos de un montón de cosas y se entusiasmó sobre lo que estábamos armando de manera vecinal, con auténtico interés y sobre la manera en que lo organizábamos.

Me preguntó mucho de mi vida y en ese momento tenía solo a mi hija mayor, por lo que compartió algo que leí también en algunas entrevistas que le hicieron, que no habían querido tener hijos por el miedo al posible sufrimiento de ellos.

En esa época Quino ya vivía la mitad del año en Buenos Aires y la otra mitad en Milán. Me confirmó su presencia porque iba a estar en la ciudad para esa fecha y que le avisara detalles a medida que fuéramos definiendo la organización, que estábamos en pleno armado.

El evento lo hicimos el domingo 21 de diciembre a l tarde, aunque el aniversario era el 22. Y durante ese día se repartieron gratuitamente ejemplares de la edición especial de El Mundo, en comercios, bares y pizzerías, acompañando el pedido a la mesa.

En su interior se contaba la historia del diario y también nuestras reivindicaciones del momento sobre el parque, en que demandábamos un plan de manejo participativo.

Les comparto la mayor parte de las páginas de la publicación de ese día. En donde están fotos de la demolición del edificio principal también.

Cortamos Bogotá, pusimos un escenario y participaron la murga Los Duendes de la Cortada, varios artistas del barrio y colaboraron también la Asociación de Reporteros de la Rep. Arg. y la Unión de Trabajadores de Prensa de Bs. As.
@pinobaucher

Me olvidaba de contar que esa vez, cuando me iba de su casa, me dijo que quería hacerme un regalo por invitarlo a compartir el evento que íbamos a hacer y de un cajón sacó un “plomito” de una tira de Mafalda.

Ese plomito era de una tira que recién reaparecería en Todo Mafalda desde cuando había sido publicada, porque era del Mundial 66 y sin contexto carecía de sentido. Lo tengo enmarcado en casa.

No quiso que lo fuéramos a buscar el día de la inauguración de la placa. Ese día llegó solo y bien puntual. La gente del barrio estaba maravillada. Mucho no me habían creído que pudiera estar presente, acostumbrados a decepciones de otras personas que después no venían.

Tuvo una paciencia infinita, siempre con amabilidad y con la mejor sonrisa se sacó fotos con todo el mundo, firmó autógrafos en todo tipo de publicación que la gente tenía de sus obras y hasta le regalaron revistas viejas de la Editorial Haynes.

Fue uno de los que tiramos de las cintas para descubrir la placa en la ochava de la esquina.

Sus palabras fueron las más esperadas y mejor recibidas.
Mucha admiración, respeto y agradecimiento de la gente del barrio a este hombre, que estaba ahí como uno más, siendo parte de la vida de todes a trevés de sus obras.

Hija mayor, que en ese momento tenía 10 años y que creció con Mafalda, feliz de estar con Quino.

La inauguración de esa placa fue un momento muy emocionante, especialmente para quienes habían trabajado en el diario. El agregado de la generosa presencia de Quino, un domingo a la tarde, a fin de diciembre, le dió connotación histórica en el barrio.

La placa original fue repuesta unos años después que desapareciera y con otro material sigue estando allí la sustituta que emula a la original.

Todo este evento me generó un contacto con Quino impensado y maravilloso.
Gran artista y persona. Un lujo de la vida haberme podido cruzar con él.
(Fin hilo)

(Extra al hilo)
De chico le decía a mi mamá que en la heladera lo que habían eran animales muertos en mi protovegetarianismo, imposible en esa época. Cuando salió publicada esta tira de Mafalda no me sentí tan extraño. Tenía 10 años y estábamos en 1971.

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