Adrián Cruz Profile picture
Historiador. Tècnic d’arxiu i gestió documental a @salutcat. Vicepresident d'@arxiverssf.

Dec 17, 2020, 70 tweets

El 14 de abril de 1932 Maria y Luis Baldrich fueron retratados en el estudio fotográfico X. Pellicer de Barcelona. Ese mismo día los hermanos se perdieron la pista y no volvieron a verse hasta 2020 cuando, en mitad de una pandemia, el destino los reunió de nuevo.

Abro hilo

Maria y Luis fueron fruto del amor entre Marcos, el hijo de una familia acomodada de Barcelona, los Baldrich, y Clara Martín, una joven sirvienta que allá por enero de 1927, en plena dictadura de Primo de Rivera, empezó a servir en la casa de éstos.

Pronto ambos se sintieron atraídos y empezaron una relación que mantuvieron en secreto durante años. Ella soñaba con una relación formalizada, él simplemente pasaba los días, meses y años ilusionando a una mujer con la que sabía que no podría tener nada más allá.

Un mes después, Clara tuvo una falta y pronto certificó que estaba embarazada de la pequeña Maria. El joven de familia acomodada, Marcos, encajó la noticia entre el miedo y la alegría. Sabía que su familia jamás lo aceptaría, pero con todo, le ilusionaba la idea de ser padre.

En noviembre de 1927 nace Maria y nada resulta como siempre ha soñado Clara. Marcos la obliga a decir que el hijo que espera es de otro, mientras le promete que pronto se irán los tres al extranjero. Pero eso nunca sucede. El romance prosigue varios años en secreto.

El 20 de abril de 1929 nace Luis el segundo hijo y, último, de la pareja. El romance continua aún en secreto, a pesar de que Marcos está a punto de casarse con una joven de familia adinerada con importantes negocios extendidos por el continente suramericano.

Con la llegada de la II República, la intención de Marcos era irse al extranjero y convenció a su esposa de que debían llevarse con ellos a Luis, por el que sentía especial adoración, el hijo de la sirvienta, ya que ésta no tenía medios para cuidarlo y le podían dar un futuro.

Clara se opuso, pero Marcos terminó por convencerla también, ya que si le permitía llevárselo le daría su apellido y el lugar que le correspondía. Aunque fuera muy duro, sabía que al menos el niño tendría una vida mejor, aunque seguramente nunca volvería a saber de su existencia.

La mañana del 14 de abril de 1932, un año justo después de proclamarse la II República, Clara llevó a sus hijos al estudio X. Pellicer con la intención de tener, al menos, un recuerdo de ellos. Horas después entregaba el niño a su padre, para acto seguido partir hacia Argentina.

Entre lágrimas Clara se alejó sabiendo que jamás volvería a ver a ninguno de los dos, ni al padre de sus hijos, ni al pequeño Luis. Antes de entregar al niño mandó hacer dos copias del retrato en el estudio, una para Luis que metió en su maleta y otra para Maria, que guardó ella.

Marcos prometió que le enviaría dinero todos los meses, pero nunca más tuvo noticia alguna de ellos. Ayudó el hecho de que al día siguiente de la partida de Marcos y su hijo Clara fuera despedida de la casa de los Baldrich con un:
Gracias por sus servicios, que le vaya bien.

A partir de este momento las historias de Maria y Luis se escriben por separado hasta llegar a 2020. ¿Cuál preferís conocer primero?

MARIA

Clara tuvo que buscar un lugar donde vivir al ser despedida de la casa de los Baldrich, ya que durante los últimos 5 años había vivido en la casa de éstos como interna. Pronto, gracias a la ayuda de una amiga encontró trabajo en una pequeña fábrica textil.

El trabajo en la fábrica no era suficiente, así que un par de días a la semana lo compaginaba ayudando en una pequeña tienda. La suma de ambos trabajos le permitió alquilar un pequeño piso, de no más de 30 metros cuadrados, cercano a la plaça de la Vila de Gràcia.

El 17 de julio de 1936 la estabilidad conseguida por Clara con mucho esfuerzo llegó a su fin. Maria contaba con sólo 8 años cuando el terror de una guerra civil azotó sus vidas. Aunque Maria fuese una niña de tan sólo 10 años jamás olvidaría los días 16, 17 y 18 de marzo de 1938.

El ruido, los llantos, el miedo, el olor a pólvora, el refugio antiaéreo de la plaça del Diamant o las sirenas que alertaban de un nuevo bombardeo, esos años fueron demasiado duros para ser olvidados. Por suerte tanto Maria como su madre, Clara, sobrevivieron al horror.

Con todo, Maria continuó asistiendo al colegio y Clara continuó trabajando siempre que la guerra lo permitió. Por suerte ambas se mantuvieron a salvo y febrero de 1939, cuando la guerra ya estaba llegando a su fin, Clara conoció al que para Maria seria su padre, Ferran.

Durante la primera mitad de la década de los 40 Clara y Ferran se casaron e intentaron darle un hermano a Maria, pero les fue del todo imposible. Después de muchos intentos fallidos y un durísimo aborto, decidieron dar esa idea por imposible y continuar siendo siempre ellos tres.

A lo largo de esos años Clara, Ferran y Maria se mudaron a un piso más grande en el passeig de Fabra i Puig. En noviembre de 1945 Maria, que estaba a punto de empezar a estudiar magisterio, cumplía 18 años, llegando así a su mayoría de edad.

Para poder costearse la Universidad Maria empezó a trabajar en un bar del barrio los fines de semana. En 1950 se licenció en magisterio, su ilusión siempre fue ser profesora y con esfuerzo y tesón lo consiguió. Al acabar la carrera empezó a trabajar en un colegio del barrio.

Los años 50 pasan rápido, en 1955 Maria conoce a Raül, el nuevo profesor de Historia del colegio. Pronto empieza una historia de amor que un año más tarde termina en boda. La pareja decide entonces mudarse a un piso en el mismo passeig de Fabra i Puig.

A finales de 1958, con 31 años, Maria da a luz al pequeño Luis. Maria todavía guardaba aquella fotografia de 1932 en la que aparece junto a un hermano del que nunca llegó a saber nada y, por ello, decide ponerle el nombre de su hermano perdido a su primer y único hijo.

En 1968 a Maria la vida le da un nuevo golpe, sus padres, Clara y Ferran fallecen en el acto en un trágico accidente de coche. La tragedia la deja fuera de combate durante muchos meses. Pero su hijo, Luis, le transmite las fuerzas que a ella le faltan para seguir adelante.

En 1976 Luis cumple 18 años y llega a la mayoría de edad. La vida después de 36 años de dictadura había empezado a cambiar con la muerte, unos meses antes, del dictador el 20 de noviembre de 1975. Aún así, la situación económica no es fácil y decide probar suerte en Alemania.

En 1982 le diagnostican un cáncer de pulmón a Raül, este supone un nuevo golpe para Maria. Durante 5 largos años lucha junto a su marido contra la enfermedad, pero finalmente éste fallece en 1987. Maria debe acostumbrarse a vivir sin su compañero de viaje.

En 1992, coincidiendo con las Olimpiadas de Barcelona, Maria se jubila y vive este acontecimiento con especial ilusión. Parece haber superado la pérdida de un hermano, de unos padres, de su marido y la lejanía de un hijo ya bastante acomodado en Alemania.

La vida continúa para Maria con normalidad, Luis se casa en 1993 con una mujer alemana y tiene su primer nieto en 1998 y una segunda nieta en 2001. La vienen a visitar de vez en cuando y ella también hace algún que otro viaje a Alemania para ver a su familia.

Llega el 2020, Maria tiene ya 92 años y para la edad que tiene se encuentra bien física y mentalmente. Cuenta con una cuidadora que le ayuda en todo, ya que por más que su hijo le pide que se traslade a Alemania con ellos, ella prefiere vivir en su casa de siempre.

El 14 de marzo de 2020, en medio de la pandemia mundial de #COVID19, el gobierno declara el estado de alarma. El 15 de abril de ese mismo año Maria empieza a presentar algunos síntomas y es hospitalizada en un centro sanitario cercano a su lugar de residencia.
#TotAniràBé

LUIS

Luis llegó a Buenos Aíres en 1932 con Marcos y la mujer de éste, Laura, la que para él sería a partir de ahora su madre. La familia de Laura tenía varios negocios importantes y llegaban con la idea de prosperar y hacerse cargo de algunos de ellos.

Al principio le costó hacerse a su nueva vida, extrañaba a su verdadera madre, Clara, y a su hermana Maria. Pero con el paso de los meses el recuerdo de su madre y hermana biológicas se fueron desdibujando. Los años fueron pasando y se fue aclimatando a su nueva situación.

En 1936 estalla la guerra civil en España, Luis tiene 7 años y lo ve vive como algo demasiado lejano. En 1938 llegan muy malas noticias desde Barcelona, los padres de Marcos mueren durante los bombardeos del 16, 17 y 18 de marzo de 1938.

Los años pasan y Luis va creciendo, tiene una buena infancia rodeado de todos los caprichos deseados, en definitiva es un niño feliz. Marcos de vez en cuando se acuerda de Clara y Maria, con todo lo ocurrido en España no sabe si habrán sobrevivido o perecido como sus padres.

En 1940 Laura da a luz al primer y único hijo junto a Marcos, Álvaro. Unos años después, el 4 de junio de 1943, en Argentina sucede la Revolución del 43 que estableció un gobierno militar de facto. En 1945 Luis abandona los estudios para dedicarse a la empresa familiar.

En 1948 Luis cumple 21 años y llega a la mayoría de edad. Sigue trabajando en las empresas de su madre y, poco a poco, va escalando en el organigrama de la empresa a medida que, sus padres, lo ven más preparado para asumir mayores responsabilidades.

El 16 de junio de 1955 a Luis la vida le da su primer golpe. Su padre, Marcos, muere durante el bombardeo que la Armada Argentina llevó a cabo en la Plaza de Mayo de Buenos Aíres. El ataque dejó un saldo de más de 300 muertos y unos 2000 heridos.

Con la muerte de Marcos las cosas empiezan a truncarse para Luis. Laura empieza a mostrar un favoritismo claro por Álvaro, a fin de cuentas es su verdadero y único hijo. En 1958 Laura se casa con un banquero argentino 10 años mayor que ella y Luis cada vez es más desplazado.

Los próximos años son duros para Luis, la relación con Laura y Álvaro cada vez es más insoportable. Además la empresa familiar empieza a zozobrar, las pérdidas son muy evidentes y los reproches entre ellos cada vez más continuos. Luis empieza a sopesar la idea de volver a España.

A finales de los 60 la empresa se encuentra a punto de la quiebra en varias ocasiones y el marido de Laura se involucra para tratar de salvarla. Su aparición en la empresa deja a Luis cada vez más fuera de juego, la relación entre ellos es insostenible.

Luis empieza a interesarse por la situación política y económica de España y reúne algunos ahorros que le permitan dejarlo todo atrás y volver a sus orígenes. En 1975 Argentina sufre una gran crisis económica, más conocida como el Rodrigazo, y la empresa familiar quiebra.

Luis regresa a principios de 1976 a su Barcelona natal, más de 40 años después, y alquila un pequeño piso en el passeig de Maragall. Encuentra trabajo en un bar en el Eixample y su vida da un giro de 180 grados. Ahora vive sin lujos, pero vive tranquilo y sin disputas familiares.

A mediados de los 80 Luis conoce a Juan, un hombre unos años mayor que él y empiezan una relación. Juan se muda al piso de Luis en el passeig de Maragall. Sin duda, por fin había encontrado su sitio y la ausencia de disputas familiares dieron paso a encontrar el amor.
#LoveWins

En 1989 Juan se jubila y en 1994 lo hace Luis. Los próximos 15 años están cargados de momentos felices y recuerdos. El 15 de junio de 2006 Luis y Juan se casan, puesto que el matrimonio homosexual se legaliza oficialmente en España el 3 de julio de 2005.

En 2009 Juan muere de un infarto fulminante a los 85 años. Este es, sin duda, el golpe más duro que le da la vida a Luis. Los meses siguientes son duros y en su soledad más absoluta pasa el tiempo rebuscando entre cajas viejas recuerdos del pasado. Los recuerdos le dan vida.

En los meses siguientes mientras Luis se recrea en sus recuerdos de una vida mejor, encuentra una vieja foto de un niño y una niña. En el dorso y bastante emborronado se lee: “Luis, nunca olvides a tu hermana y tu madre. Te queremos. Mamá. Barcelona, 1932.”
Luis rompe a llorar.

En los años siguiente Luis sufre algunos achaques propios de la edad, pero consigue llegar al 2020 y, a sus 90 años, celebra seguir en pie y recordando su pasado. Luis cuenta con una cuidadora argentina maravillosa, Clara, que le ayuda en todo y le visita diariamente.

El 10 de abril de 2020, en plena pandemia por la Covid-19 Luis empieza a encontrarse mal, enferma y es hospitalizado en un centro sanitario cercano a su lugar de residencia. Probablemente haya contraído el virus.
#AvesEnjauladas

EL REENCUENTRO

A Luis lo ingresan el 10 de abril de 2020 en un centro sanitario de @Bcn_NouBarris cercano a su lugar de residencia. Lo ubican en planta COVID, concretamente en la habitación 305A. Maria ingresa en ese mismo centro 5 días después en la habitación 308B.

A ambos les hacen una PCR en urgencias para confirmar si se han contagiado de @CoronaVid19 y, en efecto, dan positivo. A partir de este momento ambos empiezan su batalla personal contra la enfermedad que se ha saldado, en el mundo entero, con más de un millón de muertos.

Los sanitarios del centro los atienden diariamente ataviados con los trajes de protección (EPI’s) lo mejor que pueden. Muy pronto, Carlos, uno de los sanitarios, se fija en una foto que Maria tiene en su mesita de noche. Estaba seguro de que la había visto antes, pero ¿dónde?

Días después, Carlos entra en la habitación de Luis y éste le hace buscar una loción entre sus enseres. Mientras la busca, vuelve a ver la fotografía por la que tanto le sonaba la de Maria. Ya la había visto antes, el día que ingresó Luis. ¿Será la misma? Se preguntó.

Carlos se da cuenta que ambos pacientes tienen la misma fotografía en sus habitaciones y piensa que quizás sean parientes, pero le extraña que no hablen nunca el uno del otro o pregunten por sus respectivos estados de salud. Si han traído esa fotografía, debe ser importante.

El enfermero, Carlos, totalmente desconcertado con el asunto, decide consultar los cursos clínicos de ambos, pero Luis se apellida Baldrich y Maria se apellida Martí. En ese momento descarta que puedan ser familiares. Aún así sigue dándole vueltas, quiere resolver el misterio.

Las semanas van pasando y cada 12 días Luis y Maria se someten a nuevas pruebas PCR y siguen dando positivo, todavía no han conseguido negativizar el virus. Maria hace una videollamada con su familia, que está en Alemania, gracias a un sanitario del centro que le presta su móvil.

Carlos decide preguntarle primero a Maria por la fotografía, ella le cuenta que es su hermano al cual hace 88 años que no ve y que, aunque seguramente ya no siga vivo, le gusta mirarla cada día. Carlos también le pregunta si pueden haber más copias de esa fotografía.

Maria le cuenta que según le explicó su madre, Clara, existen dos copias, la que tiene ella encima de la mesa de noche y la que le puso su madre a su hermano Luis en la maleta antes de marchar a Argentina.

Carlos le hace las mismas preguntas a Luis y éste le responde que es su hermana a la que hace 88 años que no ve y que desconoce si existen más copias, él sólo sabe que esa fotografía se la puso en la maleta su madre, Clara, antes de marcharse a Argentina con su padre.

Carlos está eufórico, está casi 100% seguro que los pacientes de la 305A y la 308B son hermanos, hace 88 años que no se ven y, por caprichos del azahar, aquí están ambos ingresados por la misma enfermedad. Sabe que tiene que decírselo a ellos, pero no sabe cómo ni cuándo.

A finales de mayo Maria negativiza por fin el virus y da negativo en la última PCR que le realizan. A principios de junio es Luis quien da negativo en su último PCR. Ahora que han superado el @CoronaVid19 Carlos cree que ha llegado el momento de revelarles su descubrimiento.

Carlos les desvela a cada uno por separado su descubrimiento, ninguno de los dos acaban de darle mucha veracidad a sus pesquisas, así que les propone hacerse una prueba de ADN. Ambos consienten que se les realice la prueba. El resultado no deja lugar a dudas: son hermanos.

Carlos decide, aunque no sea muy riguroso por protocolo, llevar a Maria a la habitación de Luis, ambos han dado negativo en @CoronaVid19 y, en principio, no existe peligro alguno. Cuando se reencuentran cara a cara ambos siguen sin creer a Carlos. Todo esto les parece una locura.

Carlos les extiende un sobre a cada uno en ese momento y les ahorra leer el resultado y directamente les dice que los niños de la fotografía, que ambos conservan, son efectivamente ellos dos, la prueba de ADN es positiva. Ambos rompen a llorar y se abrazan desconsolados.

Una semanas después, ambos son dados de alta y ambos deciden irse a vivir a casa de Maria. A partir de ahora tienen 88 años de vida que contarse y mucho tiempo que recuperar, aquellos dos niños, ahora ancianos, por fin vuelven a estar juntos. Su madre, Clara, sonríe en el cielo.

Como mucha gente está preguntando: Esta historia, como muchas otras, mezcla realidad y ficción. No es ningún trabajo científico, es una especie de novela histórica con la única pretensión de entretener. Si lo ha conseguido, me doy por satisfecho.

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