Guillermo Nicieza Profile picture
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Apr 3, 2021, 34 tweets

¿Sabían que la bandera de España es de las pocas del mundo que proceden de un pabellón naval? ¿Que se hizo tan popular que empezó a utilizarse de forma oficiosa años antes de ser oficial? ¿Que agrupó a marinos, pescadores, campesinos y soldados durante la Guerra de Independencia?

Aunque podríamos considerar los vexilla romanos (singular: vexillum) de las legiones como las banderas más primigenias que llegaron a España, entonces provincia romana de Hispania, no fue hasta los visigodos cuando se utilizaron más allá del reconocimiento de una hueste militar.

Con la invasión islámica del a península se produjo una evolución de estos estandartes rígidos de paño y tomaron la forma y los tejidos que actualmente asociamos a las banderas, seguramente gracias a las ricas telas de Oriente como la seda y los bordados.

Se supone que también por la influencia de los cruzados llegaron hasta Europa, extendiéndose muy rápidamente, y terminando por convertirse en la representación, en forma de guiones y estandartes, de la autoridad real, convirtiéndose por primera vez en el signo de una institución.

Y no sólo de un ejército o hueste. Los señores feudales también los adoptaron para representar su casa o linaje. La asociación con carácter de enseña nacional de estas banderas, en España, más que como linaje o casa real, curiosamente no procede de los ejércitos de tierra.

En la mayoría de países así ocurre, salvo en España que proceden de la tradición naval. Con el matrimonio de Juana I de Castilla con el archiduque Felipe el Hermoso, se introdujo como elemento representativo de todos los territorios de la Corona Hispánica la Cruz de Borgoña.

Ésta sufrió ligeras variaciones con cada monarca, y fue Felipe II quien dispuso que se cambiara el fondo blanco por el amarillo gualda, persistiendo la cruz de vivo rojo. Esta bandera se convirtió en el símbolo vexilológico por excelencia de España.

Sin desmerecer el parecido, el pabellón de galeones de Carlos I incluía ya en sus tres franjas el rojo, el gualda y el blanco. Con el advenimiento de los borbones en el siglo XVIII en la figura de Felipe de Borbón, Felipe V de España, se sustituyeron estos diseños.

Las armas asociadas a la casa de Austria se cambiaron por las borbónicas sobre paño blanco. El blanco (con flores de lis) era el color de los Borbones, y era utilizado por todas las ramas de este linaje reinante en Francia, Nápoles, Toscana, Parma o Sicilia, además de en España.

Esto también se aplicó a los distintos uniformes de los ejércitos de tierra y por supuesto los pabellones navales, haciendo muy difíciles de distinguir unos de otros en mar abierto debido a sus similitudes tanto de color como de diseño y escudos.

Entre 1701 y 1760, se usó como pabellón naval de España el escudo de los territorios ligados a la corona española, cambiando el centro por el escusón azur con tres flores de Lis de los Borbones, y la corona real. En 1760 se actualizó el escudo.

En este aparecían los territorios que aún se mantenían bajo control de la corona española, eliminando los demás. Se cambió la forma por una más estilizada y se añadió un doble escusón con las armas de Castilla y León, y sobre ellas las de la dinastía reinante, los Borbones.

Sin embargo, debido a su gran complejidad se relegó para actos de gala, usándose en combate y navegación la versión simplificada a dos cuarteles, con las armas de Castilla y León y el escusón borbónico en el centro y así permaneció hasta 1785.

En estas épocas, debido a su similitud, se daban importantes confusiones entre los pabellones de los navíos de las distintas ramas borbónicas reinantes, y por ello Carlos III decidió cambiar el pabellón naval de España a uno que permitiera diferenciarse mejor.

Y de paso fuera más reconocible tanto desde mar como desde tierra, puesto que el pabellón blanco apenas era diferenciable de la línea de cielo cuando había poco viento y no llegaba a ondear. El 28 de mayo de 1785, Carlos III rubrica un Real Decreto.

Y resuelve la realización de una convocatoria de real concurso para adoptar un nuevo pabellón para su marina. El decreto también establecía que se adoptarían dos pabellones distintos, uno para la armada de guerra y otro para los buques mercantes.

De entre las 12 propuestas que le presentó Antonio Valdés y Fernández Bazán, Secretario de Estado y del Despacho Universal de Marina, cargo equiparable a ministro de Marina y que llegaría a ser Capitán General de la Armada, Carlos III eligió dos diseños.

Se promulgó entonces una Real Ordenanza General en la que se dispuso, en el tratado IV, título I que:
“Para evitar los inconvenientes y perjuicios que ha hecho ver la experiencia puede ocasionar la Bandera Nacional que usa Mi Armada Naval y demás Embarcaciones Españolas, ...

equivocándose a largas distancias ó con vientos calmosos con la de otras Naciones, he resuelto que en adelante usen mis Buques de guerra de Bandera dividida a lo largo en tres listas, de cuales la alta y la baja sean encarnadas y del ancho cada una de la cuarta parte del total,

y la de enmedio, amarilla, colocándose en ésta el Escudo de mis Reales Armas, reducido a los dos quarteles de Castilla y León, con la Corona Real encima; y el Gallardete en las mismas tres listas y el Escudo a lo largo, sobre Quadrado amarillo en la parte superior.

Y que las demás Embarcaciones usen, sin Escudo, los mismos colores, debiendo ser la lista de enmedio amarilla y del ancho de la tercera parte de la bandera, y cada una de las partes dividida en dos partes iguales encarnada y amarilla alternativamente, todo con arreglo al diseño.

No podrá usarse de otros Pavellones en los Mares del Norte por lo respectivo a Europa hasta el paralelo de Tenerife en el Océano, y en el Mediterráneo desde el primero de año de mil setecientos ochenta y seis; en la América Septentrional desde principio de julio siguiente;

y en los demás Mares desde primero del año mil setecientos ochenta y siete. Tendréislo entendido para su cumplimiento.
Señalado de mano de S.M.
En Aranjuez, a veinte y ocho de mayo de mil setecientos ochenta y cinco.”

Este diseño supuso una simplificación del escudo de armas y una preponderancia de los colores, lo que hacía el pabellón más visible y distinguible a larga distancia, así como más reconocible pues el amarillo y el rojo son de los colores más identificables en alta mar.

Esta ordenanza también supuso que no sólo los pabellones, sino que los torrotitos (o banderas de popa), los gallardetones y gallardetes usaran el rojigualda como colores distintivos.
Posteriormente en 1793, se ordenó que este pabellón, hasta entonces sólo utilizado...

como enseña naval en los buques de guerra, ondeara también en los puertos y fuertes de la Real Armada, y en las baterías de costa, aunque estuvieran custodiadas por tropas del ejército. En éstos el escudo estaba reducido, igualmente que el pabellón naval, a dos cuarteles.

Por la tradición naval y el gusto de la tropa por los colores, el pabellón comenzó a utilizarse en campamentos del ejército y fortificaciones fronterizas, siendo aceptado popularmente y oficiosamente como enseña durante la guerra contra la Convención Nacional revolucionaria.

En este caso, al ser bandera del ejército se representaba en cuartelado (gemelas por la diagonal: castillo, león, león, castillo) de Castilla y León sobre los colores del pabellón naval, en vez de la versión simplificada en dos cuarteles (castillo y león).

Con la efervescencia del sentimiento patriótico durante la Guerra de Independencia, sobre todo a partir de 1808, el pueblo llano empezó a usar los colores rojo y gualda como representativos, usándose en banderas de voluntarios.

Finalmente, en 1843, durante el segundo gobierno de Joaquín María López, el Consejo de Ministros expone la necesidad de suprimir las diferencias entre el pabellón nacional y las banderas y escudos particulares de los cuerpos del Ejército de Tierra, la Marina de Guerra

y su Infantería de Marina, y a este respecto, el 13 de octubre, Isabel II decreta por Real Orden la unificación de todas las banderas y estandartes para su uso común en el Reino de España: “Las banderas y estandartes de todos los cuerpos e institutos que componen el Ejército,

la Armada y la Milicia Nacional, usarán iguales en colores a la bandera de guerra española, y colocados éstos por el mismo orden que lo están en ella”. Con este decreto fue adoptada la bicolor por primera vez y oficialmente como la enseña nacional de España.

Siendo de las únicas en el mundo que proceden de un pabellón naval y no de la casa real o de sus ejércitos de tierra, lo que en definitiva muestra lo grande y poderosa que sigue siendo la gloriosa sombra de la Real Armada española en la historia y presente de nuestro país.

Hasta aquí el hilo de hoy.

Láminas de Carlos Parrilla, José María Bueno, Ferrer-Dalmau, Ferré Clauzel y cómic de las Navas de Tolosa, entre otros.

Gracias por leer.
#MemoriaHistorica

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