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Jun 12, 2021, 17 tweets

Pietro Vassena nació en Lecco, Lombardia el 9 de noviembre de 1846, siendo sus padres Giacomo Vassena, tintorero y Margherita Mainetti, bobinadora textil. En los talleres de su aldea natal, cercana a la frontera con Suiza, aprendió el duro oficio de la herrería.

Llegó a Buenos Aires en 1865, siendo adolescente. Después de un largo y accidentado viaje a través del Atlántico, el velero que lo transportó ancló a cierta distancia de la costa.

El muchacho, que no tenía dinero para pagar el carro en que debía transportar su equipaje, cargó con él al hombro, atravesando algunas cuadras del río con el agua a la cintura. Pero no eran éstos verdaderos contratiempos para doblegar su fuerte carácter y su férrea voluntad.

Una vez asentado en Buenos Aires procuró adaptarse al ambiente local, castellanizando su nombre a Pedro Vasena. Comenzó a trabajar en la ciudad como simple herrero. Luego fue obrero en los establecimientos del genovés Silvestre Zambonini, ganando 24 pesos de la antigua moneda.

A los quince días, en mérito a sus condiciones de laboriosidad, se le aumentó aquella asignación mensual, hasta que, poco a poco, fue conquistando dentro del establecimiento, confianza y simpatía.

Poco después, estableció su taller propio en 1870, en la calle Belgrano 1740, esquina Salta, en el cual puso a trabajar a diez obreros. Este taller se desarrolló de tal manera que fue necesario instalar una nueva fábrica en la calle Rioja 1299.

A esta siguió una tercera fábrica, en la ciudad de La Plata, al mismo tiempo que abría grandes depósitos en Buenos Aires: uno en la Boca, otro en la calle Roma, y un tercero en Retiro.

Su establecimiento fue premiado en varias oportunidades: en 1898, con el Gran Premio y Diploma de Honor en la Exposición de Turín y en 1906, con iguales premios en la Exposición de Milán. Vasena fue condecorado por el gobierno de Italia con la Cruz de Caballero del Trabajo.

Su empresa realizó grandes obras, como puentes de hierro sobre diversos ríos del país, cañerías para la conducción de gas en la ciudad de Tucumán, el Mercado de Abasto de la ciudad de Buenos Aires, el Mercado de Frutos en la ciudad de Bahía Blanca.

Además de las instalaciones del más grande gasómetro del país, la Sociedad para la luz y tracción eléctrica del Río de la Plata, instalaciones de la fábrica de papel “La Argentina” en Zárate.

También la gran destilería de alcohol de Villa Elisa (propiedad de P. Griffer e hijo), y las de la destilería “La Rosario”, en Santa Fe, las dos grandes calderas de aceite de la New Gas Company de Buenos Aires, el puente sobre el rio del Valle de Catamarca y más.

Lo suyo podría explicarse como ganas de trabajar unidas a un físico privilegiado; poca cultura pero mente despierta, como para aprovechar y desarrollar posibilidades mejor que otros.

Junto con otros ítalo-lombardos llegados a Argentina en ese período, Vasena integra una camada de hombres hechos a sí mismos (self-made men), porque arribados sin o con muy poco dinero, y sin o con muy poca preparación científica y técnica...

...lograron gracias a su personal esfuerzo y trabajo, y a severas economías, acumular el primer capital, multiplicándolo gracias a particulares circunstancias afortunadas, cuestión que podría interpretarse como intuición en los negocios, espíritu organizativo, etc.

Vasena fue, sin dudas, uno de los pioneros del desarrollo metalúrgico argentino. Algunos meses antes del estallido de la primera guerra mundial, Vasena había encargado la construcción del primer alto horno pero nunca se pudo iniciar debido a las condiciones del mundo.

Pedro Vasena fallecería el 27 de noviembre de 1916 en Buenos Aires, rodeado por su esposa, Teresa Rosa y sus 13 hijos. Había llegado a los 13 años sin dinero ni vinculaciones, pero luego de pocos años logró desarrollar su propio imperio metalúrgico.

El diario La Razón definía de esta manera la vida de Pedro Vasena. Otro de los tantos inmigrantes que gracias a su esfuerzo y trabajo logró “hacerse la América”.

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