Jorge Decarlini Profile picture
Periodista freelance y guionista. Con @librosdelko he publicado '¡Milagro!' y '20 canciones'.

Jul 28, 2021, 22 tweets

Óleo de mujer con sombrero es una canción bellísima, inescrutable, de las mejores de Silvio Rodríguez —que no es decir poca cosa—. A su alrededor, con el paso de los años, se ha generado un curioso misterio: si existe el cuadro mencionado casi al final de la letra. Hilo.

Silvio escribió esta y otras canciones en 1970 tras recibir el encargo para una exposición celebrada en Santiago de Chile en 1972 —sonarían en el pabellón de Cuba—. Pero su publicación en un disco oficial no llegó hasta 1978, fecha del segundo álbum de Silvio, grabado en Madrid.

La letra arranca con el despecho frente a un rechazo reciente que duele todavía. Recalca mediante una anáfora —«se ha perdido»— las bondades que ella ha dejado escapar, entre las que destacan algunas con evidente carga sexual: la breve cintura debajo de mí, mi huella en su mar.

Un texto tan críptico y poético obliga a elucubrar sobre su intención: parece que esta segunda anáfora —«veo»— describe la situación tras el abandono, el tiempo presente.

Seguramente sea casualidad: «Perro ladrando a la luna» es un cuadro pintado por Joan Miró en 1926.

Se dispara la venta de cinceles cuando suena esta estrofa. Qué frases lapidarias. La diferenciación entre hombres y amantes, la degradación del amor si lo acompaña el adjetivo cobarde; nadie lo recordará y nadie hablará de él.

23 años tenía Silvio cuando escribió todo esto.

Cabe deducir que vuelve el enfado, el resentimiento hacia la amada, latente en términos con clara connotación negativa como innombrable y huye. Él, además, blasfema.

¿Qué significa esa amenaza al amor? Quién sabe. Pero es uno de tantos versos memorables y poderosos y perfectos.

El colofón es imbatible. Impresiona la fuerza lírica de todo lo posterior a esa paradita puntualizadora: «Y yo, que no soy bueno...».

De nuevo la acusa de miedosa, de ahí la muerte metafórica y hasta su pena cuando entiende que, aunque abandonado, la peor suerte es la de ella.

Quizás sea esta la interpretación más recordada de una letra absorbente, turbadora y casi mágica. Se grabó en 1976 en La Habana junto a otros temas para un documental sueco/cubano —de ahí los subtítulos—.

Aún no había aparecido en un disco oficial.

¿Por qué insisto en «disco oficial»? Porque el tema circulaba desde hacía años en un disco alternativo. Era una grabación hecha en Cuba a guitarra y voz, e introducciones habladas de Silvio.

Ojo al título: Tetralogía. Óleo... formaba parte de algo mayor.

Aunque Óleo se hizo famosa como pieza individual —fue la única incluida en el disco oficial del 78—, en origen era parte de la Exposición de mujer con sombrero. Cuatro canciones para contar una historia de amor.

«Soy culpable de haberla separado de sus hermanas», diría Silvio.

1. Dibujo de mujer con sombrero

El primer retrato parece hablar de cómo la conoció y cómo se marchó. Entre medias, un amor efímero pero que dejó un poso que él transforma en canción.

2. Óleo de mujer con sombrero

Ya intenté descifrarla antes: el despecho y la lástima final.

3. Detalle de mujer con sombrero

El narrador/pintor se identifica con el hombre como especie, y solo al final abarca la ruptura. El estribillo es optimista; reivindica su juventud.

4. Mujer sin sombrero

La aceptación. Quiere salvar algunos recuerdos, quedarse con lo bueno.

Tuvieron que pasar 45 años para que Silvio registrase la tetralogía original en un disco. Fue en Amoríos, su álbum de 2015. Por la instrumentación y por su propia voz, eran canciones muy distintas a cuando las compuso —ni rastro del delicioso arpegio—.

Y aquí perfectamente podría terminarse este hilo, si no fuera, claro, porque en el primer tuit he dicho que iba a hablar del enigma generado alrededor de un verso de la letra de Óleo...: el del cuadro del viejo Chagall.

Vamos allá.

Marc Chagall fue un pintor ruso —nacido en 1887 en la actual Bielorrusia— y judío. Falleció en 1985, así que aún estaba vivo cuando Silvio escribió su canción, por eso le llama viejo. Vivió en el parisino barrio de Montparnasse. Cultivó el expresionismo y el modernismo.

En un concierto celebrado en Mexicali en 1982, antes de interpretar Óleo de mujer con sombrero, Silvio la introdujo ofreciendo detalles jugosos y definitorios relativos a su inspiración.

Esta es la transcripción:

Desde entonces, los seguidores del cubano han movido cielo y tierra para encontrar ese cuadro de una mujer con sombrero blanco y pluma roja. Para ello, algunos analizaron minuciosamente la obra de Chagall, que retrató varias novias a la fuga y recurrió a menudo a lo onírico.

Así, quedó consensuado que el cuadro que más se ajusta a la descripción de Silvio es este. En realidad, el sombrero es una novia y la pluma un gallo o una gallina. Y la mujer ni siquiera es una mujer, porque el cuadro se llama Autorretrato y quien aparece es el propio Chagall.

¿Mi apuesta personal, por supuesto totalmente infundada?

Con la única base de unas similitudes tan débiles, dudo muchísimo que Silvio se inspirase en 1970 en un cuadro que encima fue pintado en 1968. Probablemente ni siquiera alcanzó a verlo.

Para mí, la clave reside en una palabra: como.

«COMO un cuadro del viejo Chagall». Entiendo que aquella mujer de La Habana le recordó al estilo del pintor, a sus trazos, pero no a una obra concreta.

Siento pincharle la burbuja al misterio, pero es lo único que veo lógico.

Aunque la verdad, como ocurre siempre en estos casos, solo la sabe una persona: Silvio Rodríguez.

Un Silvio que, por cierto, a sus 74 años aún sigue componiendo y saliendo de gira para regalarle al mundo una vez más canciones tan maravillosas como Óleo de mujer con sombrero.

Y con esto ya sí que se termina el hilo.

Dejo aquí este enlace por si alguien se ha quedado con ganas de otra lectura sobre Silvio —y otro misterio alrededor de una canción suya, más famosa aún—.

En mi tuit fijado tenéis el resto de hilos. Salud.

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