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Aug 3, 2021, 17 tweets

Emilio Bieckert nació un 16 de junio de 1837 en Barr, Alsacia (entonces bajo dominio Francés) siendo hijo de una familia de larga tradición cervecera.
Atraído por las posibilidades de la naciente industria argentina, Bieckert llegó a nuestro país hacia 1855 con 18 años.

Apenas puso un pie en la Buenos Aires convulsionada de 1855, enfrentada a la Confederación Argentina, se identificó ante las autoridades aduaneras como cervecero, oficio que de inmediato le abrió las puertas del establecimiento “Santa Rosa”, dirigido por el alemán Juan Bühler.

Poco tiempo después abandonó su primer empleo. Emilio aprendía rápido y le llevó poco tiempo dar forma a lo que serían los años por venir, así inauguro el 15 de febrero de 1860, la primera “fábrica” de cerveza en los fondos de una casa situada en Piedad y Azcuénaga.

En la elaboración de esa bebida puso todo su saber y su propia habilidad. Obtuvo así, la primera cerveza cabal, autentica, que bebieron los porteños. La producción inicial se reducía a una pipa por día, y fue aumentando paulatinamente para satisfacer la creciente demanda.

A la par que su negocio cervecero iba en aumento, aprovechó para también empezar con la producción de hielo en la Argentina.
Hasta ese momento se importaba en barcos preparados especialmente desde Italia y Estados Unidos y se almacenaba en la gigantesca cámara del Teatro Colón.

En pocos años, la cerveza Bieckert ocupó un lugar entre las botellas de vino y caña de las pulperías de San José de Flores, Barracas y San Isidro Labrador y fue tomando cada vez más importancia debido a la aceptación que había adquirido el producto.

Por esto Bieckert debió trasladarse a un local más grande. En 1866 compró un edificio en Juncal y Esmeralda que se alzó como estandarte del progreso industrial de la época. El edificio era tan grande que su chimenea se había convertido en referencia para los navegantes.

Esto es lo que el diario “La Tribuna” comentaba sobre la visita de sus periodistas a la fábrica de Bieckert en 1877:

La fábrica se nutría de 600 empleados y producían un promedio de 100 pipas por jornada.
Hacia 1880, Bieckert comenzó a contratar a técnicos especializados de Alsacia. Además de la gran inversión en equipamiento, y de contar con todos los adelantos técnicos posibles a la época.

Bieckert lo había logrado y era un rotundo éxito. Tuvo oportunidad de llevar muestras de su cerveza a la Exposición Universal de 1889 en París y a Amberes, donde fue premiada. Además de lograr el reconocimiento en su patria, ya que en Alemania la compararían con la Pilsen.

¿Qué le quedaba, entonces, por conquistar? Algunos preciados caprichos. Fue quien introdujo en el país los caballos percherones para tirar de los carros de cerveza y quien financió la construcción del Teatro Odeón de Buenos Aires.

El Teatro Odeón fue construido en 1891 con el capital aportado por Bieckert y fue proyectado por el arquitecto Fernando Moog.
Tenía capacidad para 800 personas y el edificio alojaba en sus pisos superiores el Royal Hotel (propiedad de L. Schaefer) y el restaurant Royal Keller.

En el teatro tuvieron lugar numerosos eventos culturales de importancia. En julio de 1896 se realizó la primera proyección cinematográfica en Argentina y al año siguiente tuvo lugar en su sala el congreso que decidió la candidatura de Julio A. Roca para su segunda presidencia.

A todo esto, sumó un deseo de alto vuelo: añorando los gorriones de su ciudad natal, importó 13 jaulas repletas de estos pajaritos. Se cuenta que habiendo querido la Aduana cobrarle para dejarlos pasar, el se negó a pagarlo y abrió las jaulas dejando a los pájaros en libertad.

En 1889 se retiró de los negocios y en 1892 se va a vivir al sur de Francia pasando sus últimos años de vida en Niza junto a su mujer Simona Ader (hermana de Bernardo Ader, francés que había hecho fortunas en la Argentina con la compra-venta de tierras).

Cuando Bieckert se retira de los negocios en 1889, su empresa quedó en manos de un directorio, entre quienes figuraba el futuro presidente Carlos Pellegrini.

Emilio Bieckert falleció en 1913 en Paris, a los 76 años, dueño de una fortuna de éxitos, sueños cumplidos y, de yapa, dinero.
Otra historia de otro gran pionero en la Argentina...

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