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Historiadora en proceso de no morir en el intento. Muy de no saltarme derechos humanos. Con medio zoo adoptado. Una vez me llamaron "historiadora de los coños"

Feb 2, 2022, 11 tweets

Cuando hablamos de “brujas” se nos viene a la cabeza la Edad Media, sin embargo, la caza de brujas es, en realidad, fruto del Renacimiento (¿tuvimos las mujeres renacimiento?). Sin embargo, brujas y magos hubo siempre. Sí, también en Roma ¿Pero se las perseguía?

En Roma la magia era parte de la vida cotidiana, mezclada con la adivinación, el resto de religión o las supersticiones. Solo se prohibía, ya desde las XII Tablas, el daño mágico. Incluso con la llegada del cristianismo, la magia curativa siguió siendo legal. Y los amuletos.

Aquí, un inciso, eso pasó en España incluso en época moderna, con la figura de los saludadores, con licencia de la Inquisición para usar métodos “poco ortodoxos” para curar la rabia. Eso sí, a otras brujas si se las procesó, aunque de forma distinta a la caza de brujas europea.

En fin, que en Roma había un poco de todo y profesionales de todo sexo y condición. Hacían tablillas de defixión para maldecir a ladrones y rivales, ataduras de amor (sí, esas muñecas que parecen de vudú), curaciones mágicas… incluso anticonceptivos, abortivos y afrodisíacos.

Estos últimos sí estuvieron más controlados, porque podían ser cosas inocentes como atiborrar ranas a garbanzos, pero también venenos bastante chungos, como las cantáridas. Así que se optó por castigar a quienes vendieran cosas dañinas, o la muerte por neglicencia (lex Aquilia)

Las sagas o brujas romanas siempre tuvieron esta asociación al veneno y una peor reputación que los magoi, y conservamos imágenes terribles, como Ericto, en la Farsalia, levantando muertos para interrogarlos, o las brujas de Apuleyo, capaces de terribles venganzas. O Medea.

Su imagen se mezclaba con la de las estrigas, seres nocturnos parecidos a los vampiros, capaces de transformarse en lechuzas y mochuelos, siempre al acecho de jóvenes guapos a los que zamparse sin miramientos. O con miramientos, pero se los zampaban igual.

Aun así, tampoco los magoi se salvaban, y ya Mecenas recomendó a Augusto que no dejara en Roma ni magos ni ateos, que eran fuentes de conspiración. Fama que también se llevaban las prostitutas. El caso es cargarse a quien se queda en los márgenes.

Algunas brujas y adivinas prosperaron, y conservamos nombres como los de Martha, Cata o Ganna, a las que acudieron, respectivamente, Mario, Vitelio o Domiciano. También de Tiberio conocemos su afición a la adivinación. En un mundo inestable, era un clavo al que agarrarse

Pero, en realidad, muchas de estas brujas eran mujeres pobres que sobrevivían a duras penas de limosnas y leer la fortuna, como la adivina judía de una sátira de Juvenal. De ahí la imagen de la bruja anciana, peligrosa y predadora sexual q fue cristalizando en épocas posteriores.

Porque nada da más miedo q la posibilidad de q la alteridad pueda organizarse y responder. Nada da más miedo q la anciana, la otra, la extranjera, la pobre, la marginada. Y, así, funcionan bien como chivos expiatorios: de la represión de las Bacanales a la caza de brujas moderna.

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