✨♟️PHIONA MUTESI: APRENDER PERDIENDO♟️✨
Hoy quiero compartir con vosotros una de mis historias favoritas. En ella, el ajedrez cobra el mayor de sus significados y la persona que la protagoniza es una reina, que atravesó todo tipo de calamidades hasta coronarse.
🧵✍️Abro hilo:
Uganda. Una de tantas niñas marginadas abre los ojos a las cinco de la mañana. Con la sensación de que vive atrapada en el mismo día, camina durante dos horas para ir en busca de agua potable. Los pies se hunden en la tierra inundada por las lluvias torrenciales.
Camina entre desechos, ratas y perros callejeros en silencio, en un espacio abarrotado.
También su madre lo hace. A menudo, se ausenta varios días en busca de dinero para comida y deja a su hija a cargo de sus hermanos.
No tienen para pagar el alquiler y, mucho menos, para la escuela. Cada día es una lucha para llevarse algo a la boca. Ha perdido la esperanza de conocer una vida mejor.
Sus recuerdos están llenos de pérdidas. A los 3 años, su padre murió de sida y se quedaron sin casa.
Unas semanas más tarde, falleció una de sus hermanas. Ella misma, a los 8 años, estuvo a punto de morir. Pero, por suerte, regresó a la vida dos días después.
Su hogar es una habitación de nueve metros cuadrados, con una única ventana y una cortina de metal. Las paredes son de ladrillo y el techo de hojalata está sostenido por delgadas vigas de madera.
Trabaja a las afueras del mercado, junto a sus hermanos, malvendiendo maíz a los conductores. Un día se da cuenta de que su hermano Brian desaparece siempre a la misma hora. La curiosidad le lleva a seguirlo. Su suerte está a punto de cambiar, pero ella aún no lo sabe.
Para llegar al lugar tiene que andar 6 kilómetros. La iglesia Agape, en el barrio de Katwe —el más pobre de la ciudad— es una estructura frágil, construida con madera, cuerdas y clavos.
Los niños se dan cita allí para aprender un juego del que, antes de conocer a Katende, el instructor, nunca han oído hablar. Su hermano entra y se sienta frente a otro chico. Allí, a cambio de mover unas piezas sobre un tablero maltrecho y descolorido, te dan un plato de comida.
El instructor la descubre, con sus ojos brillantes, y la invita a entrar. Ella va directamente a por su ración de avena con leche. Ese primer día conocerá la historia de cada pieza. Y regresará, como hace su hermano, pensando en la comida.
En luganda, la lengua materna de los chicos que acuden allí, no hay una palabra para nombrar al ajedrez, así que lo llamaban "chess". Los niños se interesan por ese juego de estrategia que guarda un claro parecido con su vida en los suburbios.
Phiona juega de manera temeraria, pero Katende se percata enseguida de su talento y le enseña a jugar. El ajedrez se convierte en el centro de su vida. Por él aprende a leer, bajo la lámpara de queroseno, los libros de los grandes maestros, soñando con ser uno de ellos algún día.
Apenas un año después de conocer a Katende, Phiona gana el campeonato nacional sub-20 del país. Sin proponérselo, con solo once años vence a las mejores jugadoras de Uganda, adolescentes de entre dieciocho y diecinueve años de buena posición económica.
Ella sigue aprendiendo bajo la supervisión de Katende. Gana ese título 3 años consecutivos y, en 2009, representa con su equipo a Uganda en un torneo internacional celebrado en Sudán.
Allí se queda asombrada la primera vez que tira de una cadena en el baño y con el hecho de poder elegir qué comer.
Mientras tanto, sus logros han llegado hasta Tim Crothers —periodista y escritor estadounidense—, que se desplaza hasta Katwe y escribe un artículo sobre ella.
De su historia, se harán eco otros medios internacionales.
Eso derivará en el libro La reina de Katwe y, más tarde, en la película del mismo nombre.
En 2013, después de ser reconocida en la cumbre Women in the World, celebrada en Nueva York, nuestra protagonista cumple uno de sus sueños: conocer a su ídolo, Garry Kaspárov.
El gran maestro, después de saludarla, le regala un libro que recoge partidas de su encuentro con Kárpov.
En la dedicatoria escribe: «Para Phiona Mutesi, que todos tus sueños se hagan realidad».
—¿Quieres jugar? —le pregunta el gran maestro ruso.
La partida es corta. Phiona tiende la mano y sonríe. Luego, mira a cámara y dice:
—Él ha ganado, pero yo he aprendido mucho perdiendo.
—Es un mensaje muy importante —contesta Kaspárov, complacido.
Aquí, el vídeo del encuentro:
Cuando el encuentro finaliza, Phiona abre el libro y se pone a leer.
Aquellas piezas que le parecieron bonitas la primera vez que las vio han hecho que su futuro esté lleno de luz.
Porque, como escribió Tim Crothers en su libro: «Nacer africano es ser un marginado en el mundo. Nacer en Uganda es ser un marginado en África. Nacer en Katwe es ser un marginado en Uganda. Nacer niña es ser una marginada en Katwe».
Por @davidllada -autor de esta maravillosa fotografía- supe que Phiona Mutesi ha cursado una Licenciatura en Artes y Administración en la Universidad de Northwest. Ahora es Analista de Estrategia Comercial en Microsoft.
¡Enhorabuena, Reina, y gracias por inspirarnos!
Aquí os dejo el vídeo resumen que hice como tributo a su historia, con imágenes de la película -que os recomiendo mucho ver, ¡por supuesto!-. Algunas de ellas, las he utilizado para acompañar el texto:
Por supuesto, incluí un capítulo dedicado a esta persona extraordinaria en mi libro EL JUEGO DE LA VIDA: cutt.ly/XOPRJFD
#phionamutesi #ajedrez #chess #psicologia #eljuegodelavida
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