Rembrandt Harmenszoon van Rijn Profile picture
El mejor pintor de las Provincias Unidas de los Países Bajos.

Jun 4, 2022, 15 tweets

En torno a 1871, Édouard Manet pintó una de sus obras más eróticas: La Sultana.

Hoy hablamos de Orientalismo y sexualidad, conceptos muy mezclados en el S. XIX. Y de las vueltas que dio la obra en el S. XX.

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Años ante, Manet ya había realizado desnudos, algunos tan escandalosos y conocidos como La ninfa sorprendida (1860, @BellasArtesAR) Olympia (1863, @MuseeOrsay) o El almuerzo en la hierba (1863, @MuseeOrsay). Pero La Sultana es diferente.

Se basa en la insinuación, en no mostrar directamente. Aunque en realidad muestra bastante, transparentándose bajo el vestido los pechos y el pubis.

No se trata del retrato de una mujer oriental, sino el de una mujer francesa vestida "a la oriental", siguiendo la moda de la época.

Lo oriental estaba de moda. Renoir había presentado un año antes esta Odalisca (1870, @ngadc), que también tiene una notable carga erótica.

La obra de Manet tiene un planteamiento aparentemente sencillo. Con un fondo oscuro, la figura femenina destaca como un haz de luz potenciada por el vestido blanco.

Se acompaña de algunos elementos orientales para crear la ilusión exótica, aunque en ningún momento nos transportamos a tierras lejanas. Parece más bien una pantomima con un disfraz.

El suelo está esbozado con pinceladas rápidas, difuminándose con el fondo.

El tema oriental no fue uno de los más tocados por Manet, cuyo exotismo se basaba más en la spagnolade.

Aunque vemos su influencia en Olympia y en las odaliscas que realizó en 1868. Aquí la acuarela preparatoria (@MuseeLouvre) y el grabado final.

El cuadro está dedicado a Adrien Marx, como se lee en la parte inferior izquierda: à l'ami Adrien Marx (al amigo Adrien Marx).

Adrien Marx fue un periodista y crítico de arte. Aquí lo vemos en una fotografía de en torno a 1865, unos años antes de pintarse el cuadro.

Se desconoce quién es la modelo. Tampoco se conoce por qué le regaló esta obra a Adrien Marx.

El cuadro estuvo en manos de Adrien Marx hasta 1892, que pasó a manos de su sobrino.

Posteriormente formaría parte de la colección de Max Silberberg en torno a 1928, un importante empresario y mecenas judío de Breslau, asesinado por los nazis en 1942.

El marchante Paul Rosenberg lo compra en 1937. Como en todas las compras efectuadas en esos años, sobrevuela la duda sobre cómo fue el proceso.

En 1953 se lo compra Emil Bührle. En una carta entre ambos se refieren al cuadro como "Silberberg", por su anterior propietario.

Así, como parte de la colección Bührle, se incorpora al @KunsthausZurich, donde puede verse actualmente.

Espero que os haya gustado obra no tan conocida de la producción de Manet.

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