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Periodista. #NaciónCriminal-@MVSNoticias | @Milenio | #ZonaDeSilencio-@LaListanews | #CrimenSinCastigo-@adn40 | Hago documentales ►oscar.balmen.prensa@gmail.com

Jun 15, 2022, 18 tweets

🧵🧵🧵Abro HILO con la historia de cómo el crimen organizado en Guerrero decide qué comen y qué no comen los habitantes de ese bello estado.

Tortillas, pollo, huevos, chiles, semillas... los cárteles deciden la dieta de la gente.

Va la #NaciónCriminal de hoy en @MVSNoticias.

En 2016, una extraña racha de asesinatos golpeó las mesas de los habitantes de Chilpancingo y Acapulco en Guerrero.

Decenas de repartidores de tortillas fueron el blanco de ataques armados que provocaron el cierre de los locales creando una escasez del típico alimento mexicano.

Los criminales tenían dos modus operandi: sicarios esperaban a que los repartidores salieran en sus bicicletas o motos para vender tortillas y eran emboscados en callejones o eran sorprendidos en sus locales, donde además disparaban a la máquinas para obligar a cerrar el negocio.

Las autoridades vieron primero con asombro el asesinato de tortillero, pero luego entendieron por qué eran un objetivo del crimen.

Los cárteles los amenazaban y cumplían con matarlos porque controlar una tortillería en Guerrero es como instalar y dominar una narcotienda.

Los cárteles en Guerrero no sólo obligaban a los dueños de esos locales a vender droga. Además, forzaban a los trabajadores a repartirla por las colonias en sus motocicletas.

Los locales también servían para vigilar los movimientos de la policía e, incluso, almacenar armas.

De poco le sirvió a la industria de la masa y la tortilla salir a las calles y exigir que el narco quitara sus manos de los tacos: los empresarios del ramo ya perdieron la cuenta de toda la gente que han perdido ante el crimen organizado.

Una de las últimas víctimas fue un joven de 21 años que heredó las tortillerías “San Marcos” de su padre recientemente fallecido por Covid. Este joven empresario fue asesinado el año pasado en Chilpancingo.

Aquella racha de asesinatos confirmó a los habitantes de Guerrero lo que ocurría desde hace años y arreció en la última década:

el crimen organizado se metió, literalmente, hasta la cocina.

Los refrescos en ciertos municipios del estado, como Coyuca de Benitez, valen hasta el triple que en otros lugares del país porque llevan un “impuesto” del crimen organizado.

Y en las bodas o bautizos se paga a sicarios por cada cacerola de guisado que ofrecen los anfitriones.

El chile verde, por ejemplo, puede valer el doble de un día para otro, especialmente si el grupo criminal de la zona perdió un cargamento con droga y necesita reponer el dinero.

Lo mismo pasa con los kilos de huevos y las semillas.

Esto es terrible: si los criminales necesitan pagar la nómina, hacer una compra importante o fracasó un negocio, se altera la dieta de la gente.

Se come lo que el cártel manda.

Acaso una de las historias más terribles sobre este fenómeno la escuché de un locatario del emblemático Mercado Baltazar R. Leyva en Chilpancingo, Guerrero: un día llegó un joven menudo con los ojos chupados por tanto cristal.

Ese muchacho le anunció a don Rubén que a partir de ese día toda la carne de puerco y res sería envuelta en el papel estrasa que el muchacho llevaba bajo el brazo antes de entregarla a los clientes.

Cada hoja tenía un sello en una esquina y servía para identificar que la carne venía de la capital guerrerense.

Si en un retén ilegal, Los Ardillos veían a alguien metiendo alimentos de Chilpancingo a otro municipio para burlar los altos precios era golpeado salvajemente.

El último capítulo de este menú de miedo sucedió a inicios de esta semana: nadie vende pollo en el mercado Baltazar R. Leyva.

Todos ocales dedicados a ese giro están cerrados y nadie sabe cuándo vayan a vender de nuevo: la nueva racha asesina ahora es contra ellos.

La última masacre fue contra el dueño de una granja de pollos en Petaquillas, su hija de 12 años y cuatro empleados, asesinados a mansalva.

Antes de eso, otros tres vendedores de pollo han sido asesinados. Vender muslo y retazo también es un oficio de muerte en Guerrero.

El mercado luce vacío y triste.

Ya sólo quedan los últimos pollos congelados de la semana pasada, pero frescos ya no se encuentran.

Ante los pocos clientes, los locatarios que resisten vendiendo frijoles, arroz y verduras han subido sus precios.

El mensaje es simple, pero contundente: el narco pone la mesa.

Acá el enlace para el pódcast con la historia: mvsnoticias.com/entrevistas/20…

Gracias por escuchar y tenemos una cita cada miércoles de #NaciónCriminal, a las 09:00 horas, con @LuisCardenasMx.

FIN DEL HILO. 🧵🧵🧵

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