En 2016, una extraña racha de asesinatos golpeó las mesas de los habitantes de Chilpancingo y Acapulco en Guerrero.
Decenas de repartidores de tortillas fueron el blanco de ataques armados que provocaron el cierre de los locales creando una escasez del típico alimento mexicano.
Los criminales tenían dos modus operandi: sicarios esperaban a que los repartidores salieran en sus bicicletas o motos para vender tortillas y eran emboscados en callejones o eran sorprendidos en sus locales, donde además disparaban a la máquinas para obligar a cerrar el negocio.
Las autoridades vieron primero con asombro el asesinato de tortillero, pero luego entendieron por qué eran un objetivo del crimen.
Los cárteles los amenazaban y cumplían con matarlos porque controlar una tortillería en Guerrero es como instalar y dominar una narcotienda.
Los cárteles en Guerrero no sólo obligaban a los dueños de esos locales a vender droga. Además, forzaban a los trabajadores a repartirla por las colonias en sus motocicletas.
Los locales también servían para vigilar los movimientos de la policía e, incluso, almacenar armas.
De poco le sirvió a la industria de la masa y la tortilla salir a las calles y exigir que el narco quitara sus manos de los tacos: los empresarios del ramo ya perdieron la cuenta de toda la gente que han perdido ante el crimen organizado.
Una de las últimas víctimas fue un joven de 21 años que heredó las tortillerías “San Marcos” de su padre recientemente fallecido por Covid. Este joven empresario fue asesinado el año pasado en Chilpancingo.
Aquella racha de asesinatos confirmó a los habitantes de Guerrero lo que ocurría desde hace años y arreció en la última década:
el crimen organizado se metió, literalmente, hasta la cocina.
Los refrescos en ciertos municipios del estado, como Coyuca de Benitez, valen hasta el triple que en otros lugares del país porque llevan un “impuesto” del crimen organizado.
Y en las bodas o bautizos se paga a sicarios por cada cacerola de guisado que ofrecen los anfitriones.
El chile verde, por ejemplo, puede valer el doble de un día para otro, especialmente si el grupo criminal de la zona perdió un cargamento con droga y necesita reponer el dinero.
Lo mismo pasa con los kilos de huevos y las semillas.
Esto es terrible: si los criminales necesitan pagar la nómina, hacer una compra importante o fracasó un negocio, se altera la dieta de la gente.
Se come lo que el cártel manda.
Acaso una de las historias más terribles sobre este fenómeno la escuché de un locatario del emblemático Mercado Baltazar R. Leyva en Chilpancingo, Guerrero: un día llegó un joven menudo con los ojos chupados por tanto cristal.
Ese muchacho le anunció a don Rubén que a partir de ese día toda la carne de puerco y res sería envuelta en el papel estrasa que el muchacho llevaba bajo el brazo antes de entregarla a los clientes.
Cada hoja tenía un sello en una esquina y servía para identificar que la carne venía de la capital guerrerense.
Si en un retén ilegal, Los Ardillos veían a alguien metiendo alimentos de Chilpancingo a otro municipio para burlar los altos precios era golpeado salvajemente.
El último capítulo de este menú de miedo sucedió a inicios de esta semana: nadie vende pollo en el mercado Baltazar R. Leyva.
Todos ocales dedicados a ese giro están cerrados y nadie sabe cuándo vayan a vender de nuevo: la nueva racha asesina ahora es contra ellos.
La última masacre fue contra el dueño de una granja de pollos en Petaquillas, su hija de 12 años y cuatro empleados, asesinados a mansalva.
Antes de eso, otros tres vendedores de pollo han sido asesinados. Vender muslo y retazo también es un oficio de muerte en Guerrero.
El mercado luce vacío y triste.
Ya sólo quedan los últimos pollos congelados de la semana pasada, pero frescos ya no se encuentran.
Ante los pocos clientes, los locatarios que resisten vendiendo frijoles, arroz y verduras han subido sus precios.
El mensaje es simple, pero contundente: el narco pone la mesa.
🧵🧵🧵Desde que estalló la guerra en Culiacán el 9 de septiembre, Los Chapitos han reordenado su estrategia. 10 caudillos se han formado adelante y atrás de ellos para respaldarlos contra el duro ejército del "Mayo" Zambada.
¿Quiénes son esos 10? Se los cuento aquí:
Primero lo primero: @dominga_milenio accedió a una lista elaborada por @SEDENAmx, que rastreó a las 10 personas que lideran la ofensiva de Los Menores.
Esta es la contraparte de los 11 capitanes del "Mayo" que pelean contra Chapitos. Pueden leer aquí:
Estos 10 caudillos de Los Chapitos lideran a combatientes con alma de mártires, tienen arraigo en zonas estratégicas, contactos de alto nivel y millones para fondear la guerra, según este documento creado en instalaciones militares.
🧵🧵🧵 Abro HILO con una breve historia a propósito de la marcha ciudadana convocada por la organización Culiacán Valiente para exigir paz en la capital de Sinaloa.
Un relato corto sobre la esperanza y la participación ciudadana.
Esta historia arranca en algún momento de 2010, cuando La Laguna —una región que abarca municipios de Coahuila y Durango— es la zona más violenta de México a causa de una disputa entre el Cártel de Sinaloa y Los Zetas.
Los Zetas habían llegado a La Laguna siete o seis años antes, según el informe “Reconquistando La Laguna”, pero mantuvieron la cabeza agachada.
Reclutaron policías y militares hasta que en 2007 irrumpieron públicamente con cartas a empresarios para que se “alinearan”.
🧵🧵🧵 Es domingo, así les voy a contar otra historia: la de un narcotraficante desconocido que cambió para siempre al país.
Estoy casi seguro que no conocen su nombre, pero él ha cambiado la vida de todos nosotros. Se los garantizo.
En el mundo del narcotráfico, el nombre de Carlos Rosales Mendoza dice poco. Casi nada.
Tal vez, si hubiera nacido en algún estado fronterizo, o en Sinaloa, sería tan reconocido como Joaquín Guzmán Loera, pero el azar lo hizo nacer a las orillas de Tierra Caliente, en el municipio de La Unión, Guerrero.
Ahí, a medio camino, entre Zihuatanejo y Lázaro Cárdenas, la ubicación le impedirá ser un capo de talla mundial, pero sí fundar uno de los cárteles más sanguinarios, hoy convertido en múltiples brazos armados.
🧵🧵🧵 Les voy a contar una historia. Una de esas que sólo pasan en México. Tiene de todo: narcos, santos, resucitados, traidores y perdonados. Y la caída del "tercer cártel" nacional con todo y su beato criminal.
Abro HILO con el auge y caída de Los Caballeros Templarios.
Hace diez años, en los caminos que cruzan Tierra Caliente, entre los estados de Michoacán, Guerrero y Estado de México, campesinos y narcotraficantes desarrollaron un extraño hábito.
Hincarse a media vereda.
Entre la maleza, inocentes y criminales se persignaban y depositaban una ofrenda sobre la tierra antes de continuar su camino: semillas y flores o dólares y carrujos de marihuana.
El punto de genuflexión lo indicaba una estatuilla de cerámica cocida en la región purépecha.
🧵🧵🧵 Escribí este domingo en @dominga_milenio / @Milenio sobre un idea que he machacado entre cercanos y desconocidos: el Cártel de Sinaloa ya no existe.
Expongo acá mis argumentos y quisiera leer qué opinan. Esta historia arranca con un funeral.
México no lo supo el 11 de diciembre de 2023, pero algo comenzó a romperse para siempre en el seno de la familia más poderosa en la Sierra Madre Occidental.
El Cártel de Sinaloa comenzó a morir la tarde en que María Consuelo Loera Pérez, la matriarca, descansó en paz.
Sin ella, era imposible detener una guerra interna por el control de la mafia más poderosa. Y ese golpe levantaría disputas y heridas profundas por todo el país.
🧵🧵🧵Ahora que El “Mayo” Zambada expuso, a través de su abogado, que el día de su arresto tenía agendada una cita en Culiacán con el gobernador Rocha Moya, quiero contarles una anécdota que ejemplifica la narcopolítica en #Sinaloa.
Abro HILO.
Disclaimer: esto no es un reportaje, no es una nota informativa. Es una anédcota que resultó de mi cobertura a las elecciones estatales en Sinaloa de 2021.
Como dicen en Estados Unidos: take this with a grain of salt.
En aquel año, dos hombres se peleaban la gubernatura: el morenista Rubén Rocha Moya y el opositor y priista Mario Zamora. Ambos con curul en el Senado y licencia para ir a la batalla electoral.