Felipe Galli ⭐️⭐️⭐️ Profile picture
24. Argentino🇦🇷. Novelista. Mucha FE, poco escrutinio🗳️. Ciencia Política (UBA). Bi🏳️‍🌈. Demócrata sobre todo. Cofund. @PoliticaCarta

Sep 11, 2022, 23 tweets

Ya va una semana del plebiscito en Chile🇨🇱, ya estoy de regreso en Argentina🇦🇷 y ya que tengo algo de tiempo...

A ver, a ver. ¿Qué pasó?

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#PlebiscitoConstitucional #PlebiscitoDeSalida #Chile #Apruebo #Rechazo

Este 4 de septiembre, Chile celebró el plebiscito de salida del proceso constituyente iniciado en octubre de 2020. Dos años que terminaron en fracaso cuando un 61,86% de los votantes votó "Rechazo". Debido al uso del voto obligatorio por primera vez, votó el 85,81% del padrón.

Es cierto que las encuestas habían pronosticado el triunfo del Rechazo desde abril de 2022. Sin embargo, ninguna proyección de ningún organismo predijo semejante margen. Incluso el Apruebo había mejorado su desempeño en varios en las semanas previas a la votación.

En principio, lo más esgrimido por la militancia del Apruebo, es la desinformación: más allá de que se considere arrogante o "insulto al electorado" decirlo, es irrefutable que una abrumadora mayoría del electorado no tenía idea de lo que estaba votando.

No estoy sugiriendo que, de haber comprendido los votantes la constitución en su totalidad, el resultado hubiera sido otro. Tan simple como que, cuando uno no entiende algo, ese algo es desconocido, y lo desconocido, por lo general, genera miedo. O más bien... genera Rechazo.

La izquierda chilena ha denunciado que los medios de comunicación están en su abrumadora mayoría controlados por sectores de derecha (opositores al proceso) y que el Rechazo ha hecho campaña agresivamente desde el día que la derecha fracasó en asegurar un tercio de la Convención.

Pero la cadena de WhatsApp alertando a tu tía sobre la inminente expropiación de su casa arrendada para dársela a un inmigrante gay no justifican un margen de veinte puntos. Simplemente no alcanza. Hay muchos más factores.

La abrumadora mayoría del Apruebo en el plebiscito de entrada (78%) que solo fue derrotado en cinco comunas (destacando el barrio alto de Santiago en Las Condes, Vitacura y Lo Barnechea) generó la idea de que la cuestión era "un pueblo de izquierda contra una élite de derecha".

La realidad es otra: parte de la derecha votó Apruebo esa vez, y el liderazgo de la izquierda surge de una militancia universitaria bastante acomodada. Lógico, Chile está recién dando pasos muy tibios hacia la inclusión universitaria.

La abrumadora mayoría no está politizada.

Muchos votantes despolitizados veían en el proceso constituyente, al principio, un movimiento contra el sistema encarnado en el gobierno de Piñera. La victoria de Apruebo Dignidad trastocó esa imagen: ahora el proceso constituyente pasaba a ser una "cosa del gobierno".

La campaña del Apruebo (así como toda la estrategia comunicacional previa de la Convención Constituyente) tuvo enormes falencias. No aprovechó los espacios que sí controlaba, y aunque denunció las fake news y tergiversaciones, no las supo contrarrestar de manera efectiva.

La Convención y el Apruebo no tuvieron una estrategia comunicacional fuera de la Internet y grandes ciudades, sin tener en cuenta que en esta votación obligatoria iban a sufragar electores de zonas remotas que usualmente no usan Internet. Ahí el Rechazo arrasó.

Los chilenos sin Internet solo podían recurrir, a lo sumo, a la televisión. Allí los medios contrarios a la Convención tuvieron libertad absoluta para difamarla con los "gustitos" de convencionales extremistas que presentaban iniciativas al voleo o tenían actitudes "polémicas".

Así pues, la batalla mediática y comunicacional la propuesta la perdió desde el día uno. Un órgano electo con solo un 43% de participación, parte de la Convención no supo interpretar con humildad el mandato que recibió, y contribuyó a hacer colapsar una oportunidad histórica.

Bueno, eso sin mencionar patinazos como el de Valparaíso. Si bien por sí solos esos incidentes podrían no significar demasiado, contribuyeron a desmoralizar a la militancia. Muchos militantes del Apruebo que conocí ya casi daban por muerto el tema los últimos días de la campaña.

"Está mala", "Esa no", "Así no" son eslóganes pegadizos, fáciles de memorizar. Dos palabras te ganan una elección, sobre todo en el Siglo XXI donde la gente lee cada vez menos. ¿Para qué leer más de 300 artículos si ya me dijeron que "está mala"? Es "Mucho texto".

Pero el Rechazo ganó por inercia. Tanto los rechacistas, como los apruebistas como toda la clase política y académica analizaron este proceso como si fuera "otro más" y no lo que realmente era: un proceso electoral único. Las encuestas mismas no atinaron el resultado "real".

El Apruebo no tuvo en cuenta la despolitización total de buena parte del electorado chileno y el Rechazo simplemente se benefició de que, para muchos, era la opción que menos miedo daba.

Ahora bien, no se puede no tener en cuenta la ENORME desventaja mediática y sobre todo económica del Apruebo (el 98% de los aportes fueron al Rechazo), con la mordaza de que el oficialismo apenas podía expresarse sin recibir una catarata de denuncias por "intervencionismo".

El dictador venezolano Nicolás Maduro declaró que el plebiscito fue derrotado por "la falta de un liderazgo firme". Por las razones equivocadas, pero hay que admitir que en algo tiene de ra(no, nada en este mundo me hará decirlo).

Ya explico mi punto, no me vayan a matar.

En realidad esto no es algo malo. La movilización social chilena, a diferencia del resto del continente, es completamente horizontal. Ningún líder, grupo o partido ha podido monopolizarlo. Ni siquiera Salvador Allende (PS) o el Partido Comunista, y menos que menos Gabriel Boric.

Por contra, basta una semana en Chile para comprender que su tejido social es atrozmente vertical. Más allá de la desigualdad, más allá de las relaciones de clase, es otra cosa. Hablamos de que su sociedad no está preparada psicológicamente para avanzar al Estado de bienestar.

Lo que digo puede sonar duro o incluso polémico, pero la conclusión a la que llegué cubriendo Chile es que hablamos de un país con una izquierda demasiado europea (con sus propios vaivenes) y una derecha demasiado latinoamericana.

Y Chile es un país latinoamericano.

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