The Phantom of the Opera Profile picture
Vivo en un universo enmascarado en forma de podcast. Búscame en el subsuelo de la Ópera Garnier. "La venganza es dulce y no engorda."- Alfred Hitchcock

May 24, 25 tweets

Este hilo versa sobre la hipnosis en el cine. Aquí habrá películas que, bien por escenas concretas, banda sonora o todo el metraje, me subyugan a niveles paroxísticos. ¡Viva el séptimo arte! 🧵🧵

Una frase para captar toda mi atención: «El descubrimiento más importante que hice pocos días después de cumplir los 65 años fue que no podía perder el tiempo en cosas que no quiero hacer». La gran belleza (2013) me hechiza a todos los niveles.

Metrópolis (1927) es una de las películas más revolucionarias de la historia, ya que cada plano es un cuadro impregnado de magia emanada del método Schüfftan, consistente en encuadrar a intérpretes en conjuntos en miniatura por medio de espejos.

Stromboli (1950) es una película con la que no puedo despegar los ojos de la pantalla, y es que la interpretación de Ingrid Bergman es apoteósica y me cautiva en todas y cada una de las escenas. Monumento cinematográfico.

El tercer hombre (1949) constituye uno de los conjuntos más redondos que se han realizado en el cine. Y esta presentación de Harry Lime —Orson Welles— lo tiene todo. ¡Hasta un gato! Qué banda sonora. Para enmarcar.

La cerilla de Lawrence de Arabia (1962) para pasar al desierto es uno de mis momentos predilectos del cine. Secuencia onírica e hipnótica donde las haya. Tremenda.

Las zapatillas rojas (1948) es un viaje coreografiado al milímetro donde Moira Shearer brilla con luz propia. De la cinta de Powell y Pressburger podrían escribirse ríos de tinta, ya que el viaje es absolutamente cautivador.

Bueno, lo de Los tres mosqueteros (1948) es apabullante. Mirad esas acrobacias de Gene Kelly. Cine de capa y espada en estado puro y clasicazo de aventuras. Por no hablar del Technicolor glorioso que baña cada fotograma.

Drácula (1992) es mi adaptación favorita de la historia de Bram Stoker, por su puesta en escena y romanticismo. Poesía pura. No obstante, lo que destaco aquí es la interpretación excelsa de Gary Oldman. Llena la pantalla en cada aparición. Omnipresente.

Tiburón (1975) fue un bocado gigantesco a la industria cinematográfica, pero si hablamos de hipnosis, la banda sonora de John Williams se lleva la palma. Se me ponen los pelos como escarpias ante tamaña muestra de virtuosismo.

De Halloween (1978) os dejo este inicio tan icónico, donde también se emplea la cámara subjetiva. Los ojos de Michael Myers nos llevan hasta su primer crimen. El inicio de la matanza a cargo de uno de los abanderados del «slasher».

Más cámara subjetiva: La senda tenebrosa (1947), dirigida por Delmer Daves. Lo poco agrada, y aquí son veinte minutos desde los ojos de Humphrey Bogart. Me encanta este recurso. Es muy inmersivo. Un peliculón más negro que la noche.

Mirad, de Hiroshima, mon amour (1959) me hipnotiza todo. Desde la primera hasta la última secuencia. Cada plano. Cada palabra. Una maravilla de la introspección cuya complejidad embriaga al espectador y lo lleva por un paraíso en forma de cine.

Otro ejemplo musical: Horizontes de grandeza (1958), con la partitura de Jerome Moross. A mí me hace feliz y me gana desde el primer segundo. Es escucharla y quedarme a ver uno de los wésterns más brillantes.

Todos los caminos llevan a John Ford, y somos vaqueros que cabalgan en el salvaje oeste. Mirad esto —por enésima vez— y maravillaos. Disfrutad. Qué conjunto áureo. De reclinatorio.

Centauros del desierto (1956)

Más wéstern: Río Bravo (1959). Cantemos todos juntos eso de «just my rifle, my pony and me». Unión, amistad, respeto… sentirse en casa, en definitiva. Eso es para mí esta película: un hogar al que siempre es un placer volver. ❤️

Siempre hago referengia a la liturgia de Leone, pero si hay algo que toca el firmamento y constituye una muestra inconmensurable de virtuosismo es la banda sonora de Ennio Morricone. Nada más que añadir.

El bueno, el feo y el malo (1966)

Waterloo (1970) o cómo sentir el fragor de la batalla en cada carga de caballería. Todo cuidado al milímetro y con una puesta en escena maravillosa. ¡Abran fuego!

Otra obra maestra que embruja a todo aquel que la mira, pero yo me quedo con este momentazo de Marlene, cuya entrada es una de mis favoritas del cine clásico. «Nunca me desmayo».

Testigo de cargo (1957)

Uno de los clásicos contemporáneos que más me gustan es Lost in translation (2003); una película que me fascina en cada detalle estético e interpretativo. Me parece genuina, como la vida misma.

Melancolía (2011) cuenta con una fotografía estupenda de Manuel Alberto Claro, la cual contribuye a enamorarse —al menos yo— de una ambientación y de un paisaje que es un personaje más. Gran obra de Lars Von Trier.

La fotografía de Freddie Francis en Suspense (1961) es algo que no puedo describir, ya que toda alabanza se queda corta. Sí, es posible que lo siniestro y escalofriante se torne elegante y hermoso. 👇

El hueso lanzado al cielo y una elipsis narrativa de miles de millones de años en 2001: Una odisea del espacio (1968) mientras suena de fondo «Así habló Zaratustra». Podría verlo durante horas.

Este plano secuencia en El secreto de sus ojos (2009) es una auténtica preciosidad. No es de extrañar, máxime cuando una película se hace con esa pasión, porque si de algo no se puede cambiar es precisamente de eso.

Muy bien, ahí van algunos ejemplos. Mención honorífica para la escena de El golpe (1973) en la que Paul Newman —no eran sus manos— baraja las cartas. No me deja ponerla porque solo se permiten 25 tuits. ¡Sed felices!

Fdo: The Phantom of the Opera 🌹

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