En la vida de las naciones llega un momento en el que sus vínculos elementales sufren tensiones intolerables, ante las cuales la única opción saludable es aceptar la disolución de tales lazos y dar testimonio al mundo de las causas de esta decisión.
El silencio cómplice ha sido su única respuesta.
Por eso deseamos que nuestra independencia sea más amplia.
De las miserias de nuestro carácter.
De los vicios de nuestra conducta.
De las ideologías una y otra vez fracasadas.
De la resignación.
De la complicidad.
De las prácticas violentas.
De la desesperanza.
Del resentimiento.
De la indolencia.
De los explotadores.
De sus cómplices.
De sus secuaces.
De sus propagandistas.
De sus sátrapas.
De los saqueadores de lo que producimos.
De los vividores del erario de todos.
De los criminales y asesinos de nuestro futuro y nuestras esperanzas.