Rami, de apenas 11 años, caminaba por la urbanización Moreno de Mendoza -en San Félix- cuando lo montaron a la fuerza en un Fiat Palio azul.
Estaba a 200mt de su casa.
Si mal no recuerdo, fue el primer caso de secuestro que me tocó manejar de principio a fin.
Les admito que es mucha la presión en este tipo de casos:
Hay que buscar la información pero manejarse con cuidado porque hay una vida en riesgo.
Sin quererlo, ese niñito se convirtió en el hijo de muchos guayaneses... bien reza el dicho:
Cuando se tiene un hijo, se tienen todos los hijos del mundo.
Recuerdo cuando su padre -un árabe fuerte y de aspecto rudo- se quebró por primera vez en público y de rodillas sólo exclamó:
¡¡¡Piedad!!!
Las autoridades haciendo su trabajo, la familia angustiada, los medios investigando, los secuestradores pidiendo 700 millones de Bolívares y Rami aún en cautiverio.
Cada día que pasaba era más la tensión... el caso se había estancado.
Todas las tardes, al salir del trabajo, me iba para su casa a cocinar, ver televisión y cualquier otra marisquera.
La noche del 17 de junio no fue la excepción. Salí del trabajo y me fui a su casa.
Eran las 10:00pm cuando le dije:
Estoy en Villa Asia, mándame a un chofer y a William para que hagamos el recorrido.
En menos de 5 minutos el equipo estaba ready.
Las luces estaban apagadas y nadie salió.
Nos fuimos a la mezquita.
- Comisario, ¿tiene noticias de Rami?
- Nada hijo, no tenemos nada nuevo.
- Ok comisario, si se algo lo llamo.
Llamo al tío de Rami para saber qué había ocurrido y me dice que nada, que el niño sigue secuestrado.
Decidimos irnos, porque no había información nueva.
Lo que pasó a continuación es algo que todavía recuerdo en cámara lenta:
Una calle oscura y solitaria. A lo lejos un niño encapuchado caminando sin levantar la mirada y una venda negra en una de sus manos.
El chofer aceleró el carro y frenó de golpe al estár cerca del niño.
William lo llama por su nombre y el pelaito voltea con cara de susto, pensando que eramos sus secuestradores nos dice:
Por favor, no me secuestren otra vez.
Papito, somos amigos... somos prensa.
Acto seguido lo abraza y lo mete en el carro para resguardarlo. Lo habían soltado -literalmente- hacia segundos y los secuestradores seguían cerca.
Rami volvió al Twingo del Correo del Caroní y nos fuimos a la sede del Cicpc, ubicada a menos de 2 cuadras del sitio de encuentro.
Un niño de 11 años secuestrado hacía 15 días que se encuentra con su familia.
Lagrimas, besos, abrazos y bendicones.