Su gobierno es mera demagogia, baba y aire caliente.
Y hasta la fecha se sostiene en esa dinámica que no permite empezar a aliviar una sociedad gravemente enfrentada.
Y que al llegar al puesto, sencillamente no ha podido y antes más bien solo ha demolido todo. Todo.
Ese derramamiento de sangre que es la constante, el normal, lo cotidiano. Y que en sus ya más de 18 meses de gobierno no ha hecho más que aumentar a niveles históricos.
Pero que él no lo ha detenido y antes más bien con sus actos ha complicado aún más la delicada escena de inseguridad del país.
Y arrebatan vidas sin el menor miramiento.
Y a ellos los beneficios y favores del poder. Doña Consuelo da fe. De esa mano que estrechó que engendró a uno, solo uno, de esos muchos que han arrebatado demasiados miles de vidas solo para cumplir SUS personalísimos deseos y modos de vida.
Que vive exigiendo la tolerancia y la paz que él es incapaz de dar. Y antes bien sus llamados a tregua delatan su afán de combate.
Es un hombre que no gobierna para todos, solo sabe buscar satisfacer a sus fieles seguidores incondicionales.
No hay mucho misterio en por qué.
Y así es un incesante ciclo destructivo y solo gobierna para ellos, para seguir alimentando su validación y tener su aplauso, bajo lo que oculta su profundas y evidentes carencias
No soporta ni por asomo el soplo o la brisa de una critica, de una exigencia, de un reclamo. Sus rasgos narcisistas no le permiten entender que alguien pueda legítimamente reclamar, exigir o criticar.
Es un hombre básico, sumamente limitado pero astuto. Manipulador. Mentiroso. Chantajista. Oh sí, lo ha admitido públicamente.
Y lo peor, igualmente él, en su constante y casi infaltable uso del lenguaje da fe diariamente.
Sus enemigos, esos eternos molinos de viento, no merecen de él más que su eterno desprecio. O acoso.
La prensa. Las causas sociales. Los expertos. Hasta la ciencia y la realidad misma.
Si, él. En ese constante uso de lenguaje donde es capaz de señalar y estigmatizar a QUIEN SEA o lo que sea.
Su voz es un llamado a coercionar y coaccionar aquello que señala. Y si, de facto, es una forma de censura.
Esos un día también deberán ser recordados casi con el estigma que hoy acompaña a otros tantos.
Será recordado como quien los necesitaba casi como al aire que respira para construirse y sostener su frágil ego.
Por eso están tan crecidos, tan envalentonados, tan sobrados de si mismos.
Son el ariete con el que se ejerce un poder de forma asimétrica.
Y él los aprovechó por sus rasgos de afinidad para incentivar conflicto entre grupos sociales. Y callar voces.
La diferencia entre ejercer poder, y gobernar.
Entre ser candidato de tambora y jefe de estado de un país plural y diverso. Como solo un caudillo más.