Somos el mayor experimento sociológico de la historia. Como he dicho otras veces, soy asmático, y por tanto grupo de riesgo. Y por eso nos tomamos el confinamiento muy en serio. Con el coronavirus, mi casa es como la Estación Espacial Internacional. Les cuento.
De mi casa no entra ni sale nadie desde hace 45 días. Como en la Estación Espacial, cada semana llega la nave Soyuz desde el Mundo Exterior con suministros: comida, productos de limpieza, cosas para entretenernos… menos oxígeno, todo nos llega desde fuera, y a distancia.
Llega el reparto, y empieza nuestro sofisticado protocolo de descontaminación: gritamos “deje el paquete en el suelo y aléjese”. Y te responden “vale!” o bien “vale, pero chílleme el DNI”. Un circo, vamos. También tenemos los que vienen con datáfono. Aquí la cosa ya es más jodida
Dejan el datáfono en el suelo. Y, con un palito y con mascarilla, marcamos los numeritos. Los del reparto nos miran un poco alucinados. Salvo porque no tenemos armas, somos los clásicos chalados de película yankee. Nadie se nos acerca a menos de 4 m. Y no he acabado.
Llegue lo que llegue, va a descontaminación, que consta de 4 pasos. Primero, spray de limpiacristales, que rellenamos con una disolución de agua con lejía o alcohol. Y ahí se queda unas horas, para que se muera el virus. Luego, sea lo que sea, nos deshacemos del embalaje.
Porque ahí podría haber de todo. Y empezamos el paso 3 (lo sé, están alucinando): si es comida envasada, va al recinto de descontaminación, léase trastero, donde se tira días, antes de que nadie la toque. Lo mismo el ocio. El virus no aguanta más de 3 días en envases.
Si es fruta o hortalizas, vamos al paso 4: inmersión en agua con disolución de lejía durante un rato. Aclarado. Y pa’l recinto de descontaminación que se va, a pasar 2-3 días ahí también. Nuestro consumo de comida es alto. Claro, cuando las niñas iban al cole y yo a la oficina…
… en casa no comía nadie, pero el consumo ahora es tremendo. Los primeros días era más complicado porque las entregas iban fatal. Pedías atún en lata y te traían comida de gata. Y encima tardaban una semana o incluso más. Nos hacíamos tablas con entregas y días.
Recuerdo que los primeros días los súpers online incluso limitaban el número de cosas que podías pedir. Rollo “encargo máximo de 25 productos”. Y mi mujer y yo eligiendo los formatos ahorro, porque con un solo producto entraba más cantidad, para garantizar suministro.
Ahora la cosa tiene un ritmo estable. Tenemos hasta Nutella. Lujo nens. Acabas comprando más cosas insanas, sobre todo por las niñas: piensas: “joder, si están confinadas, al menos que tengan sus vicios”. Porque como estén confinadas y no tengan algún pequeño placer, drama seguro
Las comunicaciones con el Mundo Exterior, son todas via Zoom, HouseParty o demás. Como la wifi no daba de sí, nos hemos subido la potencia de 100 a 600 Mb. Mano de santo. Algún día alguien admitirá que la tecnología ha sido clave para hacer el confinamiento llevadero.
Lo complicado aquí ha sido organizar no ya nuestro Zoom, sino el de todos los abueletes que nos rodean. Yo le he explicado a mi madre cómo instalarse el Zoom en su casa, desde mi casa, por teléfono. Sólo por eso merezco ir al cielo si el virus no acaba conmigo antes.
El departamento de higiene y vestuario, admitámoslo: justito. Tiramos chandal /pijama/ropa de casa. Práctico? Sí. Lo quemaremos al abandonar el confinamiento? También. Pelo? siempre he ido hecho un desastre, no nos vamos a poner finos ahora por eso. El sexo ya tal.
A nivel curro, tengo que decir que me lo esperaba mucho peor. Claro, lo mío es software. Se puede trabajar perfectamente desde casa, y yo tengo un despachillo, con lo cual me puedo concentrar. Compadezco a los que hayáis tenido menos suerte que yo.
De hecho, la verdad es que mola lo de poder cambiar entre trabajo y ocio tan rápido. Yo tenía la oficina a unos 45 min de mi casa. Ahora, tengo a mis hijas a literalmente 30 segundos. Voy haciendo paraditas a lo largo de la jornada laboral, está todo más integrado y fluye.
La parte física también sufre. En mi casa tenemos una cinta de correr, y mira, entre caminar y correr algo de deporte haces, pero evidentemente el consumo calórico es casi cero. Yo he ganado 1 kg en 45 días. No es tremendo, pero el confinamiento no ayuda a la línea.
Dije que no salimos nunca, y no es así: salimos 1 minuto cada x días a tirar la basura. Aquí, otra vez, Estación Espacial. El encargado se pone el “traje de mundo exterior”: guantes, mascarilla, zapatos fuera. Tenemos los zapatos “del mundo exterior”, que nunca entran en casa.
Total, que el encargado se va al container (vivo en un bajo, o sea que son 100 metros si llega). Tira la basura, vuelve a casa, deja los zapatos “del mundo exterior”, entra en casa, manos lavadas con Fairy (eso mata TODO y más), y ducha ardiendo para matar lo que quede.
Otra cosa que hemos notado es que dormimos diferente. Mi mujer tiene el sueño mucho más ligero. Yo duermo aún menos que antes. Me voy a dormir a las 4 AM, me despierto a las 9 AM. Nunca he dormido demasiado, pero ahora es incluso peor. Bueno pa’l Twitter, eso sí que es.
Amigos chinos me avisaron que estaríamos más irritables. A mí no me ha pasado. Creo que estoy más o menos como siempre, no sé ustedes. Claro que yo, salvo por cosas concretas, no añoro demasiado el Mundo Exterior. Y llevo mil años con mi mujer, nos aguantamos bien.
Igual la gente más movida lo pasa peor. Mis hijas, 6 y 9, mejor también de lo que me esperaba. En 45 días ha habido agobio quizás dos veces cada una, el clásico drama “quiero salir de casa” y lagrimones de cocodrilo, pero honestamente se han portado de fábula.
Sobre el virus, nunca he sido de dulcificar las cosas. Así que saben qué está pasando. Que gente muere gente cada día. Que esto va para largo. Y que el mundo entero está afectado. A ver, no hace falta enseñarles la morgue, pero creo que es importante prepararlas para la vida.
Lo que me lleva al colegio: honestamente, mal. Me queda la pregunta de si realmente se podría hacer mejor tal y como están las cosas, pero sobre todo con la pequeña, cualquier intento de hacer una clase remota es un caos absoluto de críos chillones y padres agobiados.
Hemos tirado de Netflix, dejado el nuestro a otros, truequeándolo por un Disney+. Mandalorian bien, gracias. Baby Yoda for President. No dan Tu Cara Me Suena (programa favorito de las nenas), así que vemos temporadas anteriores en streaming. Y Forjado a Fuego, of course. Matará.
En estos días han descubierto el Monopoly. El Cluedo. El Virus (manda huevos). Por fin han descubierto la Switch (sí, las hijas de un diseñador de videojuegos pasaban de las 26 consolas que tengo en casa. Qué vergüenza!). Hemos construido juntos una casa en Animal Crossing.
Y todo esto se acaba mañana. Mañana saldremos a la calle. Por primera vez en 45 días, nos pondremos guapos e iremos a pasear. Se hace raro hasta escribirlo. Qué experiencia estamos viviendo amigos. Dura, pero muy valiosa. Mañana abrimos escotilla. Ya les contaré qué tal.
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