Hay novelas y películas. Novelas de aventuras y películas de aventuras. Y ha novelas hechas películas que, juntas, elevan la historia a la categoría de obra maestra clásica. Hoy me apetece hablar de ellas con los amigos. Sus favoritas y las mías. Nuestros clásicos de la aventura.
No voy a engañarlos. Zendalibros, ese territorio de amigos y aventuras del qyu tengo el honor de ser padrino, acaba de publicar (acto de valor en estos tiempos) su tercer volumen de la serie, "El misterio del agua azul" (Beau Geste). Y quiero animarlos a que se internen en él. 
A fin de cuentas, aventura es salir del terreno familiar y conocido para adentrarse en lo desconocido. En el viaje peligroso que de algún modo transforma al viajero. El que lo hace regresar, cuando regresa, con la mochila llena de experiencia, de vida y de recuerdos.
Lo maravilloso del cine y los libros es que son puertas para acceder a la aventura sin riesgo físico inmediato. Poder viajar con ellos, amar, combatir, sobrevivir, triunfar o perder, a muy bajo coste. Sólo el de unas hojas de papel, una entrada de cine,una pantalla de video.
¿Quién puede ser tan resignado, tan limitado, que se niegue a abrir esas puertas teniéndolas a su alcance?... Poder ser todos los hombres y todas las mujeres posibles de la vida y de la historia, de la realidad o la imaginación...
Por eso creo que el género de aventuras en literatura y cine es el más fascinante de todos, el más rico, el que más posibilidades ofrece. Nos permite seguir jugando como niños, pero con la lucidez de los adultos. Nos hace felices. A veces, ferozmente felices.
El género de aventuras nos enriquece tanto como lo que ciertos simples llaman "gran literatura", como si aquél no lo fuera. Tan obra maestra es "El misterio del Agua Azul" o "El último mohicano" como puedan serlo "La montaña mágica" o "La Regenta".
A veces el cine inspirado en los clásicos de aventuras consigue un gran resultado y otras es mediocre. Pero eso no importa mucho. Su intervención es fundamental, pues a menudo lleva a quienes ven la película a buscar ampliarla con el libro. El cine crea lectores leales.
Dudo que quien vea clásicos como "El prisionero de Zenda", "La cuatro plumas" o "Capitanes intrépidos" no desee, a poco lector que sea, conocer mejor la historia leyendo el libro que los inspiró.
Y es una aventura fascinante, por ejemplo, para un joven jugador de videojuegos, descubrir en un viejo libro o una vieja película los orígenes, los personajes, las tramas originales que ahora lo seducen pegado a la consola o al ordenador.
La literatura, el cine de aventuras, no mueren. Sólo evolucionan, se transforman. Una novela de contrabandistas o piratas, tras convertirse en la guerra de las Galaxias, puede acabar siendo, reconocible quizás sólo por los que conocen el origen, un gran clásico del futuro.
Ésa es la magia. Ésas son la películas. Ésos son los libros.
Y como Lola acaba de abrir el bar (el único con licencia para abrir cuando a ella le da la gana), ahora voy a charlar de eso con los amigos.
Y como Lola acaba de abrir el bar (el único con licencia para abrir cuando a ella le da la gana), ahora voy a charlar de eso con los amigos.
Hay mucho amigo pidiendo copas en la barra. Así que les ruego no se ofendan si no puedo comentar a todos como desearía. El aforo del bar es ilimitado y al fondo siempre hay sitio, pero yo soy más bien limitado.
Y, para empezar, mientras ustedes me cuentan las suyas, yo haré algunas propuestas. Y las copas las pago yo.
