1. Los precios máximos por debajo de los precios de equilibrio son una pésima política en mercados competitivos. Sólo contribuyen a elevar la demanda y a reducir la oferta, generando desabastecimiento: no todos los que quieren comprar pueden comprar cuanto desean comprar.
2. Ahora bien, en mercados no competitivos la cosa cambia. En un mercado no competitivo, uno (o varios)productores pueden influir sobre el precio de equilibrio restringiendo unilateralmente la oferta,de modo que fijar un precio máximo podría contribuir...¡a que aumente la oferta!
3. Por ejemplo, si venden 100 unidades el precio es 2 (ingresan 200); si venden 50 unidades, el precio es 5 (ingresan 250). Por tanto, tienen incentivos a vender 50 y no 100. Si se les impide vender por encima de 2, venderán 100 en lugar de 50.
4. Ahora bien,como fijar precios máximos es tremendamente complicado incluso en mercados no competitivos(si te equivocas,la oferta puede reducirse igualmente),es muy preferible atacar el problema en origen:introducir competencia para que nadie influya unilateralmente en el precio
5. Pero, ¿sabéis qué ha hecho este Gobierno? En la misma orden ministerial donde se habilitaba al control de precios de las mascarillas, ¡ha restringido la venta de mascarillas fuera de las farmacias! Es decir, ha incrementado el poder de mercado de las farmacias. 
6. Fijaos en el disparate: el Gobierno establece precios máximos para contrarrestar un fallo de mercado (la restricción artificial de la oferta por falta de competencia en el mercado) que el propio Gobierno está AGRAVANDO en su orden ministerial.
