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LO QUE EL VIENTO SE LLEVO es la producción cinematográfica más legendaria. 81 años después de su estreno es considerada la película más ambiciosa jamás realizada, es la más vista de la historia y su leyenda da para un hilo tan amplio como su novela. Adelante... 👇👇
Os aviso que puede batir el récord de hilo más largo jamás creado. La historia de este hito artístico y popular daría para varios hilos diferentes. Su novela, su autora, el productor, la producción, la influencia en el futuro o el impacto en la sociedad.
Plantearme este hilo es algo así como cuando se plantearon escribir un guion en 1936 de una novela de más de mil páginas.
Aunque parece una simple película de época, supuso algo parecido a lo que fue STAR WARS, PARQUE JURÁSICO o MATRIX en tecnología, efectos e innovación.
Empecemos poco a poco y por el principio: Margaret Mitchell. La autora de la novela ganó en 1937 el premio Pulitzer por LO QUE EL VIENTO SE LLEVO con la curiosidad de que es la única novela que escribió en su vida. Tardó diez años en completarla y jamás pensó que se publicaría.
Nacida en Atlanta en 1900, Margaret se crio con las historias del “viejo sur” ya que su padre era el presidente de la Sociedad Histórica de la ciudad. Conocía perfectamente las mansiones e idiosincrasia de la sociedad que luego plasmaría en su famosa novela.
Su vida da también para película: su primer prometido murió en la I Guerra Mundial, justo al mismo tiempo que su madre por enfermedad, esto hizo que Margaret se “rebelara” y se convirtiera a principios de los años 20 en una claro ejemplo del movimiento “Flapper”
(mujeres modernas, faldas cortas, sin corsé, amantes de música como el jazz, aventureras, pelo corto…) y comenzara a trabajar como periodista en el “Atlanta Journal” haciendo reportajes que en aquella época eran atrevidos para una mujer. Margaret medía 1,50 pero destacaba
siempre por su carácter atrevido y rebelde. En 1922 se casó con Berrien Upshaw, un conocido de la infancia, ex futbolista y contrabandista, un seductor arrogante al que todos llamaban “Red” (vaya… ). El matrimonio tan sólo duro meses porque ambos no se soportaban por el
extremo carácter que gastaban y al poco la buena de Margaret volvió a casarse, pero esta vez en con el que había sido el padrino de bodas de “Red”, John Robert Marsh. Todo un culebrón (vaya…).
En 1926 Margaret tuvo una grave lesión en un tobillo maltrecho que ya arrastraba desde
un accidente montando a caballo en su infancia. No podía andar sin ayuda de muletas y le recomendaron reposo absoluto. Su marido le convenció que para entretenerse escribiera una novela y a Margaret le pareció una buena idea.
Básicamente Margaret llevó su carácter y experiencia
a la época que tanto conocía, y traslado a la Guerra de Secesión sus amores y dramas adornados con épica.
Como otra curiosidad: lo primero que escribió fue el capítulo final.
La protagonista de la novela no se llamaba Scarlett, sino Pansy, y fue lo único que le pidieron cambiar
antes de publicar la novela. Margaret siempre negó que esa protagonista estuviera basada en ella, pero su sociabilidad, lo testaruda que era, la muerte de su madre por enfermedad y su historia de amores entre un canalla y un buen hombre, dejan claro que mucho de la señorita
O´Hara es la vida de su creadora.
Sin enfrascarse en conclusiones políticas ni sociales, la novela transcurre como el relato escuchado por la inocencia de una niña. Nunca confió Margaret en su talento como escritora y los manuscritos los iba guardando en sobres en donde a veces
se apuntaban recados o recetas de cocina.
En 1930 la novela estaba a falta de un tercio para terminarla, pero ni había escrito el primer capítulo ni había decidido el título de su obra. Como ya se había recuperado de sus problemas físicos, la novela quedó apartada y apenas
avanzó hasta que en 1934 un accidente de automóvil volvió a dejarla convaleciente (ya veréis que lo de los accidentes con esta mujer es catastrófico).
Hasta ese momento tan sólo su marido podía leer sus manuscritos porque Margaret creía firmemente que no era nada buena.
La escritora estaba casi dispuesta a abandonar la obra cuando apareció Harold Latham, un conocido de la pareja que trabajaba para la editorial McMillan de Nueva York. Una amiga en común le había hablado de que Margaret llevaba años escribiendo una novela histórica y Latham
convenció al matrimonio de que le dejaran leer el manuscrito. De vuelta a Nueva York en el tren Latham iba sacando manuscritos de sobres y absorto en la lectura concluyó que podría ser un bombazo. Latham ofreció a Margaret publicar la novela, pero tendría que terminarla, ponerle
un título y cambiar el nombre de la protagonista,como ya hemos dicho antes.
La historia podría haber cambiado porque varios títulos estuvieron a punto de ser los elegidos:“Mañana será otro día”, “Verdaderos sonidos de corneta”, “No es nuestra estrella” o “Llevad la pesada carga”
pero como no se decidía por ninguno, Margaret opto por “Gone with the wind (Barrido por el viento)” tras leerlo en el poema “Cynara” de Ernest Dowson de finales del siglo XIX. Margaret concluyo la novela en seis meses y se anunció su publicación. Estamos en 1936.
En la editorial estaban convencidos de que la novela funcionaría. Tan sólo por las 1.037 páginas y que el libro pesaba más de un kilo ya llamaría la atención del público. Además su precio era 50 centavos más caro que el habitual en los libros de la época. Su salida iba a ser en
mayo con 10.000 ejemplares, pero el “Club del Libro del Mes” le incluyó en su lista de libros a tener en cuenta y la expectación obligó a imprimir 30.000 ejemplares más y retrasar la publicación a junio. La buena noticia del retraso fue que la editorial pudo mandar a los estudios
de Hollywood el libro ya terminado y encuadernado antes de que se publicara, algo que no era habitual y que solía consistir en montones de folios en sobres. La editorial se vino arriba y decidió poner el precio desorbitado de 100.000 dólares para obtener los derechos de la novela
si algún estudio quería llevarla a la gran pantalla. En realidad sabían que nadie los pagaría y resultó ser más una estrategia de marketing.
Pero a eso llegaremos después, sigamos con la novela. Fue un éxito increíble, best seller al instante se convirtió en
todo un acontecimiento social y popular. Los 40.000 ejemplares se agotaron en dos semanas, se vendían más de tres mil libros al día solo en pequeñas librerías, obviamente fue elegido el libro del año en Estados Unidos, Margaret Mitchell ganó más de medio millón de dólares y
al año siguiente obtuvo el premio Pulitzer. No entraremos en analizar porque esta novela se convirtió en algo tan trascendente, pero nunca en la historia se había visto una corriente tan popular y fanática (solo comparable a lo que suponían los relatos de Sherlock Holmes).
Margaret nunca aceptó la fama. Se refugió en su hogar y apenas concedió entrevistas. Se convirtió en un mito y solo surgían rumores sobre su vida, su salud y sobre la segunda parte de la novela que todos ansiaban. Jamás se planteó escribirla, lo único que estuvo a punto de hacer
fue una biografía ficcionada sobre lo que le estaba ocurriendo a ella. Hubo casos incluso de mujeres que se hicieron pasar por ella en distintos lugares de América y el resto del mundo. En 1945 su marido estuvo a punto de morir y se dedicó a sus cuidados. Margaret murió en 1949
en un extraño acontecimiento, ya que fue atropellada por un taxista fuera de servicio que circulaba en dirección contraria haciendo extrañas maniobras. Los testigos presentes señalaron que parecía que la intención era atropellar a la mujer y no a su marido, que le acompañaba.
Irónicamente el matrimonio cruzaba la calle para ir al cine.
Esta trágica muerte sepultó cualquier posibilidad de continuar la historia de Scarlett O´Hara, y eso que pocas novelas de tanto éxito terminan con un final tan abierto.
“Gone With The Wind” es el best seller más vendido de todos los tiempos, acumula unos 30 millones de ejemplares, ha sido traducido a 27 idiomas y se ha publicado en 327 países. Margaret Mitchell pensó que si lograban vender 5.000 ejemplares sería un milagro.
Hemos llegado hasta aquí y solo hemos hablado de la novela.
El otro nombre clave en LO QUE EL VIENTO SE LLEVO es sin duda David O. Selznick. El legendario productor se embarco en este proyecto cuando tan sólo tenía 34 años, pero es que Selznick ya era todo un veterano en el cine.
Antes de cumplir los 30 había sido jefe de producción en la RKO y entre otras películas había hecho KING KONG y le dio a George Cukor su primera oportunidad como director. Selznick se casó con Irene Meyer, hija de otro legendario: Louis B. Meyer, el dueño y señor de la
Metro Goldwyen Meyer y considerado el hombre más poderoso de Hollywood. El yerno comenzó a trabajar en la MGM pero la sombra alargada de que sus méritos eran solo por su suegro, hizo que el bueno de David eligiera crear su propia productora.
David Selznick llevaba desde los 12 años en la industria del cine, su padre Lewis Selznick fue un conocido distribuidor de cine mudo, aunque se le conocía más por su fama de derrochador que le llevó a la ruina. Tanto David como su hermano Myron culparon a los grandes estudios de
la ruina de su padre, y cada uno ejecutó su propia venganza: David se convirtió en el productor independiente más legendario y Myron hizo aún más daño, ya que inventó la figura del “agente” y comenzó a sangrar a los estudios por contratar a estrellas.
David antes de RKO y MGM ya había estado en la Metro por enchufe de su padre un par de años en el departamento de edición y luego en la Paramount. En su segunda incursión en MGM conoció a su mujer y se convirtió en el segundo productor más importante del estudio después de
Irving Thalberg.
David fundó “Selznick International Pictures” y añadió a su nombre la famosa “O” que durante muchos años se creía que era por su segundo nombre Oliver, pero resultó falso. Simplemente añadió la letra porque sonaba mejor y según él le daba valor añadido al nombre.
Sus películas las distribuyó “United Artist” y ya como independiente produjo títulos importantes como HA NACIDO UNA ESTRELLA, EL PRISIONERO DE ZENDA o EL JARDÍN DE ALÁ, pero su techo llegó con LO QUE EL VIENTO SE LLEVÓ y con REBECA, logrando ser el primer productor que ganaba el
Oscar a la mejor película en dos años consecutivos.
Pero vayamos al tema que nos interesa, LO QUE EL VIENTO SE LLEVÓ.
Cuando la novela comenzó a llegar a los estudios, los que la leían se entusiasmaban con la historia, se emocionaban, pero siempre se topaban con lo mismo:
es imposible hacer esa película, además, trata sobre la Guerra de Secesión y en aquella época ese tema era sinónimo de fracaso.
Cuando Louis B. Meyer junto a Irving Thalberg buscaban nuevos proyectos, LO QUE EL VIENTO SE LLEVO fue presentado por una de sus empleadas,
Thalberg al escuchar la extensa trama se impaciento y le dijo a su jefe que esa película jamás podría realizarse y que sería un fracaso. Meyer siempre se fio de Thalberg y le hizo caso, aunque finalmente acabaría distribuyendo la película de rebote gracias a Clark Gable.
Con la MGM sin interés en los derechos, se abría la posibilidad para los otros estudios.
Otra figura clave entra en juego, Kay Brown. Kay era empleada de Selznick en Nueva York trabajando como “story editor”, tras leer la novela atent@s al teletipo que le llegó al bueno de David:
“Acabo de enviarte por correo aéreo una sinopsis y un ejemplar del libro “Gone with the Wind” de Margaret Michell. Es una novela espléndida, de enormes posibilidades que deberíamos adquirir sin falta. Tiene mil páginas y solo voy por la mitad. Es uno de los libros más elegantes y
fascinantes que he leído nunca. Te ruego, te insto, te emplazo y te suplico que lo leas inmediatamente. Se que cuando lo hagas dejaras todo lo que tengas entre manos y lo comprarás”. El entusiasta teletipo obviamente llamo la atención de Selznick pero el productor tenía bastantes
problemas con la producción de EL JARDÍN DE ALÁ y no leyó nada de lo que le enviaron. Pasaron cinco días y Kay Brown preocupada porque alguien se les adelantara, insistió tanto que Selznick acabó leyendo una sinopsis de 57 páginas.
El joven productor le dio vueltas al asunto,
pero concluyó que no tenía ninguna gran estrella a sueldo para abarcar una producción de estas dimensiones y que era mejor esperar a ver si la novela tenía éxito para volver a planteárselo. En aquella época las grandes estrellas estaban a sueldo de los grandes estudios y Selznick
vio que esta película solo tendría éxito con grandes nombres… a no ser que la novela vendiera millones de ejemplares.
Selznick escribió a Brown diciéndole que entendía el entusiasmo pero que tenía que decir que no a comprar los derechos. Pero algo debió pasarle por la cabeza al
productor porque al día siguiente volvió a escribir a Brown y le tanteo para que hablara con su socio Jock Whitney (también clave en todo esto) y con el director Merian C. Cooper para que barajaran la posibilidad de una película en color basada en esa novela y tratar de convencer
a Gary Cooper para que entrara en el proyecto.
Durante los siguientes días se sucedieron teletipos y telegramas sugiriendo posibles nombres de estrellas y fuentes de financiación. Pero obviamente Kay Brown no fue la única entusiasta con la novela, y todas las trabajadoras que
habían leído la novela en los estudios de Hollywood enloquecieron con Scarlett O´Hara e insistían a sus jefes en que la película sería un exitazo. La novela en principio fascinaba mucho más a mujeres que a hombres, pero cualquier productor tenía que darse cuenta del alcance
que tenía ese éxito.
En Universal ante la propuesta de una de sus empleadas, el dueño Charles Rogers respondió: “Te he dicho que cosas de época, no”. Universal descartada.
En Warner se plantearon adquirir los derechos como vehículo para su nueva flamante estrella, Bette Davis,
pero esta no mostró interés a parte de que pretendía romper su contrato con los famosos hermanos productores, así que los Warner se retiraron de la puja.
Paramount venía del estrepitoso fracaso de ROSA DE SANGRE, ambientada en la Guerra de Secesión, por lo que tampoco querían
saber nada del tema.
RKO en principio rechazó la posibilidad porque la protagonista resultaba “antipática”,pero cuando Katharine Hepburn (a sueldo con el estudio) leyó la novela persiguió a los jefazos para que intentaran comprar los derechos, aunque no estaban muy entusiasmados.
La 20th Century Fox fue la única que ofreció dinero por la novela. La oferta era de 35.000 dólares frente a los 100.000 que exigía la editorial. La agente de la editorial era Annie Laurie y confiaba tanto en que la novela era un bombazo,que rechazó la oferta ante la estupefacción
de la autora Margaret Mitchell.
Todo esto de lo que hablo sucedió durante apenas un mes, el tiempo que restaba para que publicaran la novela por su retraso, entre mayo y junio de 1936.
En este tiempo Selznick se debatía entre el entusiasmo por el libro y entre lo dificultoso
que sería llevarla a la gran pantalla, ya que podría arruinarle a él y a toda la productora.
Mientras tanto Katharine Hepburn por fin convenció al dueño de RKO, Sam Briskin, de que pujara por la novela y ofreció 45.000 dólares. Hábilmente Annie Laurie informó al resto de
productoras de la oferta por si querían aumentarla. Key Brown aterrorizada de que perdieran la posibilidad, se saltó a Selznick y fue directamente a su socio Jock Withney para que le convenciera. John Hay “Jock” Withney era el consejero delegado de Selznick International,
un adinerado hombre de negocios que había fundado Pioneer Films y que en el futuro sería el embajador de los Estados Unidos en Gran Bretaña así como el director del Museo de Arte Moderno de Nueva York.
Withney le dijo a Selznick que si quería el compraba los derechos y los
guardaba hasta que se decidiera a hacer la película o no. Selznick debió pensar que no quería que Pioneer tuviera ninguna opción sobre ello, así que le escribió a Kay Brown y le dio luz verde a que ofreciera 50.000 dólares por los derechos. Brown había logrado presionar de tal
manera que por fin logró que Selznick pujara. La editorial creía que nadie ofrecería más y como Margaret Mitchell estaba de acuerdo, se cerró el trato.
Los derechos de LO QUE EL VIENTO SE LLEVO eran de David O. Selznick… pero aún no estaban firmados.
Y aquí viene uno de los momentos más cinematográficos del proceso. Cuando la autora Margaret Mitchell llegó a Nueva York para reunirse con Key Brown y firmar el acuerdo, unos enviados de RKO intentaron durante horas y con muchos regalos que Mitchell cambiara de opinión y aceptara
55.000 dólares. Katherine Hepburn estaba muy enfadada y en RKO trataron hasta el último momento de robarle el acuerdo a Selznick. Para fortuna de David y compañía, Mitchell era una mujer de palabra y siguió adelante con la firma con Selznick.
Cuando firmaron el acuerdo, Margaret Mitchell dejo claro que creía que nunca se podría hacer una película de su novela: “Me costó diez años dejarlo compacto como un pañuelo de seda, si cuando empiecen a cortar se deshilacha un solo hilo, van a tener serios problemas”.
Una de las novedades en el acuerdo de los derechos es que se incluía la retransmisión de la película por televisión, recordar que estamos en 1936.
Aún con todo Selznick no tenía muy claro que la película se pudiese realizar pero tan sólo un mes después, ante la histeria colectiva
que desato la publicación de la novela, el productor decidió por fin leerse las más de mil páginas de novela aprovechando unas vacaciones en Hawai.
El gran reto, el titánico reto, el decisivo reto, era lograr condensar esas mil páginas de abrumador éxito en una
película de 90 minutos sin perder ni un ápice de la historia. Vamos, como me siento yo al tratar de contar todo esto en un hilo de Twitter.
Era tal la locura por la novela que la oficina de Selznick International se llenó de correspondencia de todas partes de Estados Unidos y
estratos sociales para opinar sobre quienes debían ser los protagonistas de la novela en el cine. Más presión añadida. El tema se convirtió en un asunto de estado en todo el país. Era algo que jamás había sucedido.
Existe un archivo llamado “Cartas Scarlett” en donde una empleada
de Selznick recopiló toda la correspondencia, decenas de miles de cartas.
Resultó curioso que toda una nación como Estados Unidos fuera tan unánime en un tema: quien debía ser Rhett Butler.
El 98% por ciento de las cartas pedía que Clark Gable fuera Rhett, y no sólo las cartas,
artículos de prensa, programas de radio y cualquier conversación de trabajo u ocio que implicara hablar del fenómeno de moda, estaba de acuerdo en que Gable era Rhett, sin dudas. Tan sólo el nombre de Ronald Colman sonaba de vez en cuando, sobre todo en el sur del país.
Como ya la sociedad daba por hecho que Gable sería Rhett, toda la atención se puso en averiguar quien sería Scarlett. Nunca en la historia del cine un personaje tuvo tantos pretendientes y fue tan deseado. Pero ahora llegaremos a ese proceso.
Primero había que escribir un guion.
Selznick había decidido en Hawai que el director sería su gran amigo George Cukor, le conocía bien y sabía que era un gran director de actores, además su empatía, cultura, inteligencia y homosexualidad declarada le otorgaba complicidad con las actrices, algo que se necesitaba
para este proyecto.
Cuando Margaret Mitchell abrumada por tanto éxito les dejó claro que no participaría en el guion del film (Selznick creía que la gran popularidad de la autora ayudaría al proyecto), ambos estuvieron de acuerdo en la elección del guionista: Sidney Howard.
Howard había ganado un Pulitzer por SABÍAN LO QUE QUERIAN que también le valió una nominación al Oscar por su adaptación, nominación que repitió por DESENGAÑO.
Howard acepto la complicada tarea, pero solo puso una condición: escribiría desde su granja de Massachusetts, lo
que implicaba que Selznick estaría a miles de kilómetros de distancia de su guionista. Esto suponía un problema ya que el productor era un perfeccionista insistente que constantemente aporta ideas y esa distancia le frustraba. Aún así accedió y contrató a Howard.
Selznick y Cukor le consideraban el mejor dramaturgo del momento.
Los inversores de Selznick International trataron de convencer a David O. Selznick de que rodar la película con la pequeña capacidad de la productora era un suicido. Apenas tenían un fondo de tres millones
(lo que calculaban en ese momento que valdría el film) y ninguna estrella en nómina. Además,tras el enorme éxito del libro, habían llegado ofertas para comprar los derechos, entre ellas una de un millón de dólares. El negocio era redondo y podrían retirarse con muchos beneficios.
Selznick apoyado por un entusiasmado Jock Withney convencieron a los inversores de que la película sería un bombazo y para asegurarse fondos, Withney aportó cinco millones de dólares de su familia y negocios, fusionando Pioneer films con Selznick International.
A finales de 1936 llegó el primer tratamiento de guion de cincuenta páginas. Howard decidió eliminar datos biográficos de todos los personajes secundarios, los recuerdos de los padres de Scarlett, y las comparaciones de la protagonista con la ciudad. Quitó intensidad al clímax y
mostró la preocupación por organizar todo el material de personajes y momentos que según él la autora había disimulado aunque fuera un caos sin sentido a veces.
Selznick puso a trabajar a varias empleadas en desglosar y clasificar a todos los personajes, momentos y situaciones
para poder ordenarlos y hacer un esquema de todo el libro. La preproducción era tan compleja que Selznick tuvo que empezar a contratar jefes de equipo mucho antes de lo habitual, sin siquiera una primera versión de guion, sobre todo porque necesitaba un presupuesto aproximado.
Un ejemplo de la magnitud del proyecto es que Walter Plunkett fue contratado como figurinista (jefe de vestuario) del film y calculó que se necesitarían hacer a mano 5.500 prendas diferentes para la grabación.
La lucha para recortar la novela y crear un guion seguía su curso y
Selznick estaba relativamente contento con el trabajo de Howard. Le permitía recortar cosas, eliminar personajes, pero no le permitía crear nada nuevo. Existe correspondencia entre ambos en donde se ve como el productor con el máximo respeto a la labor del dramaturgo le pide
por favor que no cree nada nuevo, que en otras circunstancias lo permitiría, pero para esta novela no quería que el público pudiera enfadarse por añadir algo que no existía, aunque fuera para arreglar incongruencias internas de la novela y mejorar fallos estructurales,
“Si hay fallos de construcción, es mejor conservarlos que intentar cambiarlos, porque nadie puede nunca identificar con seguridad los ingredientes que convierten a una obra en un clásico. Y si te pones a enredar, siempre corres el riesgo de destruir el ingrediente esencial”.
En lo que estuvieron de acuerdo fue en eliminar todas las referencias al Ku Klux Klan, aunque en el guion conservaron términos como “nigger” que levantó ampollas entre muchos sectores raciales llamando al boicot del film. Selznick tuvo que hacer grandes campañas de marketing con
periodistas y escritores negros para apaciguar los ánimos. La realidad es que incluso para 1939 la película presta poca atención al racismo y hay muchos pasajes y personajes que hoy resultan muy incómodos.
La primera versión de guion estuvo lista en verano de 1937,
pero tenía 400 paginas y equivalía a una película de entre cinco y seis horas. Selznick notó que este guion había perdido mucho de la pasión de la novela y suplicó a Howard que viajara a Los Ángeles para trabajar juntos. El escritor acepto a regañadientes y una vez en Hollywood
sucedió lo de siempre: El productor tenía problemas con EL PRISIONERO DE ZENDA que se estaba rodando en ese momento y el guion no terminaba de convencer, así que propuso a Howard que le ayudara con eso. Al dramaturgo le molestó la poca atención que ponía a su trabajo con el guion
de LO QUE EL VIENTO SE LLEVO y acabaron discutiendo muchas veces. A Howard le gustaba debatir tranquilamente sentados y a Selznick le gustaba recrear con movimientos y aspavientos los diálogos y momentos del guion. Saltaban chispas. Finalmente Howard regresó a Massachusetts y
Selznick decidió que en ese momento tenía problemas más importantes que el guion. Así que lo dejó aparcado.
Hasta 1938 no se pusieron en serio a trabajar con el guion y el resultado eran dos grandes películas en una. Al final Selznick tuvo que recurrir a otros muchos guionistas
y revisionistas (mas de una docena) para acabar con el denominado “guion arcoíris”, llamado así porque del resultado final salían gran cantidad de colores de todos los cambios efectuados (a cada cambio en un guion se le asignaba un color diferente de papel). De hecho,la película
comenzó sin que estuviera el guion terminado. Uno de esos guionistas contratados fue nada más y nada menos que F. Scott Fitzgerald.
Contrataron a los mejores técnicos del momento, ya que la empresa que tenían por delante suponía un reto nunca antes afrontado.
Lee Grames fue el elegido como director de fotografía y la empresa Technicolor imponía sus condiciones para usar sus cámaras, en ese momento eran muy poderosos por ser los únicos con esa tecnología. Cualquier película que usara sus cámaras debía contar con sus propios
profesionales y auxiliares, lo que conllevaba tener en rodaje dos directores de fotografía entre otras cosas.
En 1938 Selznick anunció que Clark Gable interpretaría a Rhett Butler (era una aclamación popular) pero Gable tenía contrato con la Metro Goldwyen Meyer,
así que tuvieron que llegar al acuerdo de que fuera la MGM quien acabaría distribuyendo la película. Lo que pocos saben es que Gable nunca estuvo muy contento con el personaje antes de empezar a rodar y tenía muchas dudas, pero no podía negarse ante la presión de toda una nación.
Durante todo este tiempo de preparación comenzaron los roces entre Selznick y Cukor. El director llevaba cobrando desde hace mucho tiempo solo por preparar esta película y el productor creía que se iba mucho dinero sin sacar rendimiento, así que le proponía compaginar la
preparación con la dirección de otros proyectos y así ahorrarse sueldos de otros directores, pero Cukor siempre se negaba.
En esta época ocurrió una curiosidad que tal vez algunos no sepáis. Ya sabemos que finalmente sería Víctor Fleming quien dirigiría la película, pero…
¿sabíais que no sería la primera vez que sustituiría a Cukor?. Resulta que Louis B. Meyer estaba teniendo muchos problemas con el rodaje de EL MAGO DE OZ (merece también hilo) y le pidió a su yerno que le prestara a Cukor para terminar el rodaje. George Cukor solo duro
dos horribles días en el rodaje y fue sustituido por Fleming.
Apremiado por el dinero y el tiempo, Selznick estaba obligado a empezar a rodar material, así que se rodaron secuencias sin que la estrella principal estuviera contratada. Lo primero que se rodó fue el gran incendio
de Atlanta, probablemente lo más complejo y extraordinario a nivel técnico.
Ray Klune fue contratado como el director de producción y concluyó que para el rodaje solo podría mantener vivas las llamas unos 40 minutos,así que ese sería el tiempo que tendrían para poder filmar todo.
Para quien se dedique a esto sabrá que 40 minutos significa prácticamente nada, y más cuando se trata de acción.Para tratar de hacerlo posible decidieron grabar con el mayor número de cámaras posibles, que en aquella época solo eran siete(las únicas cámaras Technicolor del mundo)
Las tuvieron que reservar y ese día ninguna producción en Technicolor pudo grabar. Decidieron que no cambiarían las lentes de las cámaras (que era algo que llevaba mucho tiempo en la época) y que simplemente moverían las cámaras de posición. Para haceros una idea de lo que iba
a suponer grabar aquello, el cuerpo de bomberos de Los Ángeles puso a disposición del rodaje 34 camiones con sus respectivas unidades.
Los responsables de efectos especiales idearon una enorme red de tuberías dobles,unas con queroseno y petróleo y otras con agua,que se activaban
y desactivaban según se quisiera hacer las llamas más grandes o pequeñas. Cuando Selznick visitó el set de rodaje dos días antes estuvo a punto de suspenderlo porque le entro miedo de lo que podía suceder. Jamás se había hecho algo así.
Pese a los temores, Selznick no tenía más
remedio que tirar adelante, además su personalidad de farolero le hizo invitar a un montón de amigos, familiares, periodistas para que presenciaran el espectáculo. Una de las curiosidades es que lo que vemos arder en la película son en gran parte los decorados de KING KONG y de
REY DE REYES (la primera versión de 1927). La Gran Puerta de KING KONG fue lo primero en prender, cien metros de llamarada que levantó los gritos de los invitados. Demasiada gente allí pensaba Ray Klune, director de producción. Al final de la primera toma el carromato en el que
escapan los personajes perdió una rueda y el caballo terminó en el suelo. Rápidamente cambiaron de carro y posiciones de cámara. Obviamente ningún actor estuvo en el rodaje, solo fueron especialistas, posteriormente ya rodarían los planos con los actores y el montaje y los
efectos especiales harían su magia (en una época en la que nadie ni imaginaba lo de pantalla verde ni por asomo nada digital).
Para muchos técnicos que presenciaron y trabajaron en ese momento, aquello fue lo más emocionante y grandioso que hicieron en sus carreras.
Pero lo más legendario que ocurrió durante esos cuarenta minutos de rodaje entre las llamas fue algo más cinematográfico que cualquier cosa que ocurría en la propia película. Entre los invitados de Selznick estaba su hermano Myron (¿os acordáis que se inventó la figura del agente
para fastidiar a los estudios?) que acudió al rodaje con unos invitados, de hecho el rodaje se retraso unos minutos porque llegaron tarde y David quería que su hermano asistiera al espectáculo desde el principio. Lo que no se esperaba el bueno de David era que entre toma y toma
mientras las llamas bajaban de intensidad su hermano le iba a presentar a Scarlett. Así es, entre humo, fuego y pieles tiznadas, David se encontró con la inocente y brillante mirada de una joven actriz británica que visitaba Los Ángeles para ver a su amante, Laurence Olivier, que
curiosamente era cliente de Myron. Olivier también asistió a ese mágico momento en el que Vivien Leigh le tendió la mano a David O. Selznick mientras su hermano Myron le decía “David, me gustaría presentarte a Scarlett”.
No puede ser mas fantasioso y cinéfilo imaginar ese momento
(lo estáis haciendo) de la estrella surgiendo entre humo y llamas y el productor enamorándose de ella.
Al día siguiente Leigh acudió a una prueba de cámara con Cukor, Vivien se había aprendido diálogos del libro durante su viaje en barco desde Inglaterra y dejo a Cukor sin
palabras. Aún así pasó otras dos pruebas más para confirmar que habían encontrado a la perfecta Scarlett O´Hara.
Leigh había leído el libro en su país, y aunque no simpatizaba mucho con el personaje, sabía que si lograba ese papel sería la gran estrella que ansiaba.
Ya era conocido en todo el mundo la batalla feroz entre todas las estrellas por hacerse con el papel y Leigh aprovechando que su nuevo amante estaba en Hollywood trabajando ideo el plan perfecto de aprenderse partes del libro y aparecer como una inocente actriz desconocida.
Pero antes de que Selznick y Cukor decidieran que Leigh era la Scarlett perfecta pasaron muchas cosas con la designación de casting más famosa de la historia.
Como dijimos hace rato (ya parece que han pasado años, verdad?), la opinión pública genero un debate de millones
de personas para decidir quien sería Scarlett.
Se hizo incluso un referéndum popular a gran escala en la radio que dio este resultado: 1. Bette Davis, 2. Katharine Hepburn, 3. Miriam Hopkins, 4. Margaret Sullavan, 5. Joan Crawford, 6. Barbara Stanwyck. La revista Vogue hizo un
retrato robot mezclando los rostros de las favoritas y la oficina de Selznick se convirtió en una especie de colegio electoral con votos de todo tipo. Se da la curiosidad que un señor de Nueva Zelanda escribió una carta en la que recomendaba a una actriz británica, Vivien Leigh.
Para Cukor la primera opción fue Katharine Hepburn. La actriz estaba muy enfadada con RKO por no haberse hecho con los derechos y al mismo tiempo estaba enamorada de la novela y el personaje, además director y actriz eran grandes amigos. Selznick valoraba que Hepburn era
una gran actriz y muy querida por el público,pero nunca la vio como Scarlett porque no la consideraba tan femenina y clásica. Hepburn no dejo de pelear por el personaje hasta el final.
Selznick necesitaba dar publicidad al proyecto y mantener viva la llama del éxito de la novela,
así que contrato al publicista Russell Bridwell para que durante dos años no dejara de generar noticias y rumores. Se anunció una campaña a nivel nacional para la búsqueda de Scarlett, y ayudantes de Selznick recorrieron el país para hacer audiciones a miles de chicas.
De entre todas las chicas solo descubrieron a Alicia Rhett, que acabaría haciendo el personaje de India Wilkes.
La búsqueda resultó infructuosa y entonces Selznick le pidió al propio Cukor que fuera él quien indagara por todo el país e hiciera pruebas a toda actriz, figurante,
bailarina y chica con gracia que encajara en los rasgos de Scarlett.
Era tal la expectación y deseos por hacerse con el papel que sucedieron grandes anécdotas. Un día apareció un gran paquete en la oficina de Selznick, al abrirlo se encontraron con que dentro había una joven
muchacha que corrió hasta el despacho del productor y recitó pasajes del libro mientras se desnudaba.
En la navidad de 1938 unos empleados dejaron en la puerta del productor una caja gigante en forma de libro de la que surgió una joven vestida con traje de época diciendo:
“Señor Selznick, soy Scarlett O´Hara”.
Cansado de no encontrar protagonista, Selznick insinuó ante la prensa que la elegida sería Norma Shearer, para ver como reaccionaba la opinión pública. Fue peor el remedio que la enfermedad, ya que el rechazo a Shearer fue unánime por parte
de todos, incluidos fans de la actriz. Selznick decidió no dar más informaciones por miedo a mala prensa.
Como Bette Davis era la favorita en las encuestas, Selznick accedió a sentarse a negociar con los Warner, dueños de los derechos de la actriz. Jack Warner hizo una oferta:
cedería a Bette Davis, Errol Flynn y Olivia de Havilland a cambio del 25% de los beneficios. Selznick rechazó la oferta y la respuesta de Warner y Bette Davis fue rodar en tiempo record JEZABEL, donde una belleza sureña interpretada por Davis pierde a su pretendiente por llevar
un vestido escarlata a un baile.
Selznick montó en cólera porque según él habían copiado pasajes exactos del libro y se habían aprovechado de la publicidad de la novela. Curiosamente Bette Davis ganó el Oscar por su interpretación en JEZABEL.
Selznick comenzó a hacer pruebas a grandes estrellas como la explosiva sureña Tallulah Bankhead (antigua amante de Jock Withney), Lana Turner, Frances Dee y descartaba por mayores a actrices como Miriam Hopkins, Joan Crawford, Irene Dunne…
(todas pasados los 30 cuando en la película Scarlett al inicio tiene 16)
Parecía imposible que apareciera Scarlett hasta que esa noche entre las llamas Selznick conoció a Vivien.
Leigh tuvo que dar clases de dicción para quitarse el acento británico y se vio obligada a disimular
lo más posible su romance con Olivier (que aún seguía casado). La elección de la británica suponía dar al público una cara nueva (que en el fondo era lo prometido al buscar por todo el país) y terminar con debates y peleas que hubieran supuesto la elección de una gran estrella.
Olivia de Havilland tuvo que batallar con Jack Warner para que le dejara participar en la película, y aunque el temido Warner se negó, Havilland convenció a la mujer de este para que a su vez le convenciera a él de que le dejara optar al personaje de Melanie.
Vayamos al rodaje, que sino la lectura de este hilo superará las cuatro horas de la película.
A finales de enero de 1939 se daba acción a la primera toma de la primera secuencia del plan de rodaje de LO QUE EL VIENTO SE LLEVÓ. Curiosamente se trataba de la primera secuencia que
vemos en la película. El film llego a tener hasta doce ayudantes de dirección, por cierto.
De todos es sabido que el gran terremoto en el rodaje fue el despido de Cukor y la contratación de Victor Fleming. A Fleming se le atribuye la dirección del film porque Cukor apenas duró
tres semanas en rodaje, pero lo cierto es que Cukor se tiró más de dos años preparando la película.
Para el despido hay muchas versiones e incluso leyendas de los mentideros de Hollywood. La razón oficial es la ya clásica “diferencias creativas”. Selznick quería una película
espectacular, pomposa, que se apreciara la gran producción y Cukor era un director más detallista que se preocupaba por la intimidad de los personajes. Pero tal vez el verdadero problema fue que Selznick cayo en una gran contrariedad: el no quería una película convencional
siguiendo los parámetros de los grandes estudios, pero cuando al segundo día de rodaje y con solo dos secuencias rodadas se vio con que ya había consumido más de la mitad del presupuesto, comenzó a meter prisa a Cukor y a obligarle a ser menos artesanal y cuidadoso.
Cuando entras en esa espiral no hay manera de ver las cosas positivas y a Selznick empezó a parecerle todo mal: la interpretación de Leigh, las decisiones de guion de Cukor, su manera de llevar el rodaje…; Además se sumaba otro factor determinante, Clark Gable. Gable no encajaba
bien con Cukor, ya que era un actor poco flexible y versátil, prácticamente su acting era una prolongación de su personalidad y Cukor le pedía muchos matices que la estrella no lograba digerir bien. Gable se quejó a la MGM (a quien pertenecía sus derechos, como sabéis) y pronto
llego a oídos se Selznick este malestar.
Pero hay otra versión más oscura de la relación entre Gable y Cukor. Cuenta la leyenda que Gable en realidad era homosexual y que Cukor conocía su historia con el actor William Haines. Haines era un conocido actor de cine mudo y Gable era
un simple extra cuando se conocieron y según dicen mantuvieron una relación. Haines cayó en desgracia en la industria precisamente por su condición de homosexual y Cukor conocía la historia y no perdía oportunidad de contarla en pequeños círculos cuando tenía ocasión o el alcohol
le alegraba la memoria. Se dice que Gable no soportaba a Cukor por esa razón. La historia entre Gable y Haines va desde que fueron pareja a que solo tuvieron sexo una noche y porque Gable iba borracho.
Fuera lo que fuese,Cukor acabó despedido y Selznick contrató a Victor Fleming,
director muy del agrado de Gable. Se da la circunstancia de que Selznick y Cukor siguieron siendo amigos posteriormente y siempre se mantuvieron cariño y respeto.
La noticia corrió como la pólvora y como suele suceder comenzaron los malos augurios para el film.
Se comenzó a dudar de Leigh y de que la película pudiera concluirse.
Precisamente Leigh y Havilland, aún con los trajes de personajes puestos, trataron de convencer a Selznick de que mantuviera a Cukor. Ambas actrices amaban al director y su forma de dirigirlas y pelearon hasta
el final porque el bueno de George siguiera al frente de la dirección, pero la decisión estaba ya tomada.
Pese a ello, y como todo el mundo sabe, tanto Leigh como Havilland acudían a casa de Cukor durante rodaje para ensayar con él las escenas, por lo que Cukor siguió siendo
una parte de director en la sombra y a espaldas de todos.
Aquí se dio otra paradoja. Para sustituir al director Selznick había pensado en King Vidor, pero éste se negó porque no quería sustituir a Cukor, al que respetaba mucho. No le quedo más remedio a Selznick que acudir a
Fleming, director de estudio, resolutivo y amigo de Gable. El problema era que Fleming seguía dirigiendo EL MAGO DE OZ(en el que había sustituido a Cukor),y se tuvo que hacer una carambola para que Fleming se fuera a LO QUE EL VIENTO SE LLEVO y Vidor se encargara de EL MAGO DE OZ
que era producción de MGM y querían que Gable estuviera contento.
Cuando Fleming vio el material rodado (solo 23 minutos, de los cuales 10 había que repetir) le dijo a Selznick que su guion era “una mierda” y que necesitaría otro nuevo para poder hacer algo digno. La prensa
comenzaba a llamar al proyecto “la locura de Selznick” ya que estaba paralizado el rodaje y perdiendo dinero a diario.
El productor contrató al guionista Ben Hecht que se tiró literalmente cinco días sin dormir a base de drogas para lograr dar una nueva forma a toda la primera
parte del guion. En esos días a Fleming le estalló un vaso sanguíneo de un ojo y a Selznick le dio una especie de coma o trance que resultó ser un sueño profundo provocado por el estrés. Hecht hizo un trabajo excelente pero se negó a seguir porque dijo que no había dinero
suficiente en el mundo para ese ritmo de trabajo.
El rodaje se reanudó con Fleming al frente, con Gable feliz (incluso contrajo matrimonio durante la filmación) y con las actrices de morros. Además de un gran agujero de presupuesto que auguraba grandes problemas económicos para
Selznick.
A la semana, otro problema. Selznick despidió al director de fotografía Lee Garmes porque le parecía que realizaba un trabajo muy oscuro y contrató a Ernest Haller, que había sido candidato al Oscar por JEZABEL (¿os acordáis?, la venganza de Warner y Bette Davis?).
Selznick desarrollo una obsesión con que la calidad del Technicolor no estaba siendo tan aprovechada como en las producciones de Warner. Fleming había logrado darle ritmo y energía tanto al rodaje como a los actores y parecía que todo comenzaba a marchar en condiciones.
El problema era el dinero. Solo en dos semanas de rodaje y con otras doce por delante, apenas les quedaba dinero. Selznick trató de negociar con su suegro Louis B. Meyer, pero este, astutamente, se negó sabiendo que si Selznick se arruinaba ellos se quedarían con todo.
Withney volvió al rescate e inyecto otro millón de dólares de su familia y lograron un crédito bancario hipotecando Selznick International. Cuando ese problema estaba medianamente resuelto, volvieron los problemas en rodaje.
La única que parecía por la labor de tirar del carro
era Vivian Leigh. Gable despistado, Havilland superada, Leslie Howard más preocupado por su maquillaje que por su trabajo y Fleming atiborrado a drogas como si fuera una maquina de trabajar pero sin reflexión ni dialogo. Las discusiones entre Fleming y Leigh iban en aumento.
Mientras tanto se volvió a contratar a Hecht y al guionista original, Sidney Howard, para terminar de rematar el guion.
Selznick temía que Fleming colapsara. El director había pedido retirarse del proyecto y hacer un chequeo médico a mitad de rodaje. Dos semanas después explotó.
Acababa de discutir con Gable (su único apoyo en el elenco) porque el actor se negaba a llorar en una escena, se lo impedía su aparente masculinidad. Gable se salió con la suya y en la siguiente secuencia a grabar, de noche, y tras muchas horas, se desató una nueva discusión con
Leigh, pero esta vez el director en un ataque de ira enrollo el guion y se lo lanzo a la actriz a la cara diciéndole “puedes metértelo en tu real trasero británico”. El director abandono el rodaje y tiempo después confesó que de vuelta a casa se le paso por la cabeza lanzarse con
el coche por un acantilado.
A Selznick no le quedó mas remedio que sustituir a Fleming y eligieron a Sam Wood cedido por la MGM. Wood había sido un importante director de cine mudo y de películas de los Hermanos Marx y, pese a ser resolutivo y complaciente, Selznick entendía que
la película en aquel momento pertenecía más a Fleming que a nadie, por lo que dos semanas después de abandonar el film, Selznick se presentó junto a Leigh y Gable en casa de Fleming con dos periquitos de regalo y con la súplica de que volviera a rodaje y compartiera trabajo con
Sam Wood, pero manteniendo él el estatus de director principal. Fleming aceptó y Selznick en ese momento tenía tres directores al mismo tiempo dirigiendo la película: Fleming, Wood y William Cameron Menzies haciendo los exteriores.
El regreso de Fleming fue a lo grande y su
primera secuencia fue la famosa llegada de Scarlett a la estación llena de heridos y muertos buscando al doctor Meade, el plano más grande de la película. Se recrearon fielmente todos los edificios de la época y las dimensiones de la estación.
El director quería 2.000 extras,
pero solo tenían 800,así que rellenaron los huecos con maniquíes que los propios extras manejaban disimuladamente. Para que el plano tuviera el efecto deseado se necesitaba una grúa de 30 metros, pero la más grande que existía era de 8, así que alquilaron una grúa de un astillero
que permitió elevar la cámara 25 metros, a parte de tener que construir estructura de cemento para fijarla y una estructura para el travelling. El resultado es uno de los mejores y más maravillosos planos de la historia del cine.
Me encantaría poder contaros más detalles que
tienen que ver con distintos departamentos y anécdotas, pero no da este formato para tanta información.
Si queréis saber más tenéis documentales que hablan sobre el rodaje, sobre sus protagonistas, libros o biografías, yo os recomiendo ESTE RODAJE ES LA GUERRA de Juan Tejero.
Por ejemplo, el actor Leslie Howard, que uso este éxito para producir su propio cine en Inglaterra y acabo siendo espía durante la guerra muriendo (o desapareciendo) en extrañas circunstancias.
El montaje os podéis imaginar que supuso otra batalla descomunal, pero creo que no da
para muchos más detalles este hilo.
Obviamente debemos mencionar a Max Steiner,autor de la banda sonora. Steiner creo una obra monumental cuyos acordes más de ochenta años después siguen transportándonos a esa historia y a ese mundo. Steiner ya era en aquel momento el compositor
más prestigioso, pero con este trabajo se hizo inmortal. Todo el mundo conoce el “Tema de Tara”, pero es que el reto se su trabajo es impecable.
También hubo problemas con la censura y la palabra “damn” aquí traducido como “bledo” pero que viene a ser como “carajo”. Gable grabó
varias versiones de la frase porque ya se adelantaban a lo que la Oficina Hayes (la censura del momento) podría opinar de esa expresión.
Selznick quería a toda costa esa frase,por lo que insistió con cartas a la Oficina de que la palabra realmente no era una grosería apelando al
“Oxford English Dictionary” que definía la palabra simplemente como un vulgarismo. Todos sabéis que finalmente el productor se salió con la suya.
La historia del primer pase de prueba también es bonita. Ni el propio Selznick, muy dado a irse de la boca con las grandes noticias,
supo hasta el último momento donde se haría el pase de prueba. Sus ayudantes eligieron un cine de la localidad de Riversade, cerca de Los Ángeles. Ni el dueño del cine sabía de que película se trataba. Un coche con las 24 latas de película, el productor, su mujer y Jock Withney
aparcaron en la puerta del cine y el dueño se dio cuenta de lo que se trataba. Pidió por favor poder llamar a su mujer para viniera a ver la película. Los espectadores que estaban en sesión doble esperaban una película de Gary Cooper cuando el dueño del cine salió al escenario a
interrumpir la sesión. Los espectadores de esa localidad ya estaban acostumbrados a que sucedieran esas cosas (imaginad ir al cine y que te pongan una película que aún no se ha estrenado sin avisar) y no se sorprendieron,pero cuando oyeron que la película duraba más de lo normal,
que podían hacer una llamada telefónica antes de empezar y que si se iban no podrían volver a entrar, se dieron cuenta de que pasaba algo especial. Los créditos y la música estaban sin acabar, así que pusieron un rótulo con el nombre de Margaret Mitchell como autora de la novela
y la animada música de EL PRISIONERO DE ZENDA antes de proyectar por primera y última vez la versión de cuatro horas y treinta minutos de LO QUE EL VIENTO SE LLEVO.
La reacción fue increíble, la gente gritaba y vitoreaba al saber de que película se trataba, había silencio
absoluto en las escenas dramáticas, y los sollozos y lágrimas eran constantes.
En las tarjetas que rellenarían al terminar la sesión se encontraron con opiniones excitadas y emocionadas pidiendo que no recortaran ni un minuto la película, encumbrando el trabajo de Leigh, pero
sobre todo se repetía “es la mejor película que he visto en mi vida”.
Finalmente recortaron la película a algo menos de cuatro horas, ensamblaron nuevos títulos de crédito y la música de Steiner. Pero Selznick no estaba contento con el inicio
del film y ante el enfado monumental
de Leigh que había logrado quitarse de encima a Scarlett, tuvieron que volver a repetir la secuencia inicial, pero esta vez con todos siendo conscientes de que estaban ante la película que cambiaría la historia del cine.
Como si de mi cumpleaños se tratara (quien me conoce, lo sabe) el estreno duró tres días y se vendió como el acontecimiento del siglo. Se eligió Atlanta como no podía ser de otro modo y durante tres días hubo fiestas,bailes, concursos,desfiles, entrevistas y actos multitudinarios
de promoción. Lo que se vivió esos días en Atlanta es irrepetible, solo este estreno da para un hilo entero,de verdad,si os apetece investigar os encantará.
El viernes 15 de diciembre de 1939 se estrenaba oficialmente LO QUE EL VIENTO SE LLEVO en el cine Loew´s Grand de Atlanta,
aunque luego llegarían el estreno en la difícil Nueva York y el espectáculo de Los Ángeles, para volver meses después a Atlanta para el denominado “estreno nacional”.
A Selznick la película le costó mas de cinco millones de dólares, incluidas las aportaciones de MGM y los
inversores de Withney. Entre 1939 y 1943 (el periodo de exhibición) la película recaudó 33 millones de dólares. Para haceros una idea de la magnitud del éxito, hasta ese momento la película más taquillera era BLANCANIEVES con 8 millones, pero es que la siguiente era SAN FRANCISCO
con 2,7 millones.
La película ganó 8 Oscar, precisamente en una de las galas mas recordadas porque una filtración de un medio anunció los ganadores antes de que se entregaran los premios, acto que hizo que la Academia dejara desde ese año de avisar de los ganadores y solo se
conocían al abrir el sobre. También fue la primera ceremonia que tuvo a Bob Hope como presentador, algo que hizo durante veinte años. Era la primera vez que había invitados negros, eso sí, apartados en una esquina. Se trataba de Hattie McDaniel y su pareja.
Hattie ganaría el primer Oscar entregado a una persona negra en la historia de la Academia y arrancaba la mayor ovación de la gala, otro de los logros de LO QUE EL VIENTO SE LLEVO, (el tema del racismo alrededor de la película da para otro hilo, los actores negros no pudieron
asistir al estreno de Atlanta por ejemplo por culpa de la segregación). Vivien Leigh derrotó a la favorita Bette Davis, se dice que por escaso margen, Olivia de Havilland tuvo que retirarse a llorar a la cocina al caer derrotada por su compañera de reparto Hattie, Clark Gable se
quedó sin estatuilla con un enfado monumental porque entendía que había perdido su gran oportunidad. Sidney Howard obtuvo el Oscar póstumo por su guion (la primera vez que ocurría) curiosamente derrotando a otro de los guionistas de la película, Ben Hecht que competía por
CUMBRES BORRASCOSAS (protagonizada por Laurence Olivier, amante de Vivien Leigh), Victor Fleming ganó como mejor director, pero no acudió a la gala por sus rencillas con David Selznick que lo recogió en su nombre alegando enfermedad del director. Al día siguiente Fleming hacía
una rueda de prensa para recoger el Oscar y se lo dedicó a todo el equipo menos al productor. En total la película ganó 8 premios más el especial de Irving Thalberg (había fallecido un par de años antes, es el que le dijo a Louis B. Meyer que LO QUE EL VIENTO SE LLEVO sería
un fracaso y había sido compañero de Selznick) concedido al propio Selznick por su labor como productor.
Destacar que ese año competían por la estatuilla films como LA DILIGENCIA, CUMBRES BORRASCOSAS, EL MAGO DE OZ, TÚ Y YO, ADIÓS MR. CHIPS, NINOTHCKA o CABALLERO SIN ESPADA.
El legado de esta película es insuperable. Durante la II GUERRA MUNDIAL la película seguía congregando gente en Londres pese a los bombardeos, los Nazis prohibieron tanto la película como la novela, que se acabo convirtiendo en un símbolo de rebeldía, la Resistencia Francesa
distribuía copias entre la población ya que el espíritu luchador de Scarlett O´Hara inspiraba a la lucha. A España no llegó hasta 1950 por culpa de la censura y estuvo en cartel casi un año tanto en Madrid (en el Palacio Central, luego Palacio de la Música) como en Barcelona.
En Estados Unidos siguió siendo un mito. En 1954 hicieron un reestreno para conmemorar sus 15 años, añadiendo el sistema panorámico para su exhibición (esto mucho antes de que Lucas remasterizara Star Wars) y fue casi la misma locura que el día de su estreno, arrastrando además a
una nueva generación que acogió el film con fanatismo. En 1961 volvieron a hacer lo mismo, y así en años sucesivos añadiendo copias en 70mm por ejemplo y otras aberraciones que acabaron con muchas copias de mala calidad, cambiando colores y deteriorando la obra original.
Pese al éxito, Selznick International tuvo que vender los derechos de la película para cerrar su empresa (demasiados créditos y problemas con hacienda), se los quedó Jock Withney por 400.000 dólares, pero los vendió poco después a MGM por más de dos millones.
Durante décadas MGM se mantuvo a flote gracias a esta película, pero ya en los años 70 tuvo que negociar vender los derechos televisivos para acabar perdiendo los derechos definitivos en los años 80 a favor del magnate (curiosamente de Atlanta) Ted Turner por 1.500 millones.
En 1976 se emitió por primera vez en televisión, la NBC pagó 5 millones de dólares (lo que había valido la película) por un único pase en prime time. La audiencia aquella tarde noche fue de 110 millones de espectadores. Al año siguiente la CBS pagó 35 millones por veinte pases.
Turner restauró la película y en 1989 se reestreno con los colores, sonido y calidad que había concebido Selznick cincuenta años antes.
LO QUE EL VIENTO SE LLEVO es la película más rentable de la historia del cine, además de ser la película más proyectada y más vista en salas.
Fue tremendamente innovadora: por su presupuesto, por su metraje, por la increíble fidelidad a la novela, las técnicas de efectos, la secuencia del incendio de Atlanta o el plano de la estación de tren, aparecían hasta 50 personajes con frase (todo un récord,
y eso que en la novela eran 150), y se perfecciono el uso del color llevando la tecnología Technicolor a la excelencia.
Y aunque os haya parecido eterno, podría estar haciendo dos o tres hilos igual de extensos y seguir contando cosas sobre esta producción.
Corred a volver a verla con otros ojos.

Si no retuiteas este hilo, volverás una y otra vez a leerlo sin descanso.
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