Hace unos meses, escribí esto sobre el humor venezolano en @elestimulo y creo que todavía puede aplicarse al debate actual elestimulo.com/climax/humor-y…
Para escribir el artículo, investigué sobre el humor, rutinas humorísticas y lo que nos hace reír como discurso. Lo que nos provoca risa y lo que tiene relación con el humor como mensaje.
En Latinoamérica se confunde la capacidad de hacer reír con una rutina con objetivo.
En Latinoamérica se confunde la capacidad de hacer reír con una rutina con objetivo.
En otras palabras, creemos que si alguien es gracioso (por su forma de hablar, su lenguaje corporal y un largo etc), inmediatamente es un humorista. En realidad, las grandes rutinas cómicas tienen algo enc común: enviar un mensaje y una idea.
Cuando Chappelle, Gervais, Oliver se burlan de manera cruel de puntos sensibles, saben lo que hacen y cómo lo hacen, para que la incomodidad y la polémica añadida a la risa despierte debate.
Gervais por ejemplo, cuando se puso de pie en la tarima de los Golden Globes, señaló la hipocresía de Hollywood y lo hizo burlándose de manera específica y directa sobre las máscaras favoritas de la industria.
Chappelle lo hace con el racismo, Oliver con la política, por nombrar varios ejemplos. La risa produce incomodidad, controversia, debate y enfoca la atención hacia ideas que deben ser provocadoras y debatidas en varios escenarios.
Pero cuando el humor no pasa por ese proceso, solo es la capacidad de incomodar y sacar carcajadas por tocar temas sensibles sin objetivo. ¿Ese es su tipo de humor? Nadie evitará se ría, pero sepa de qué lo hace.
Al final, el humorista o el que pretende serlo, debe saber dos cosas: el humor es un arma poderosa y estará expuesto a la crítica. Y eso también es válido. Al final el público es quien decide de qué quiere reír y lo que desea visibilizar.
