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¡HILO!
En siete años un campo de tierra al que asistían 400 personas se quedó a 90 minutos de Primera.
La proeza del mazapán mecánico incluye águilas, bombardeos, noches de fiesta, asilos políticos, Lopera, paredones, muertes y goles de Paniagua.
Bécquer lo había dejado escrito.
Un 29 de mayo Gustavo Adolfo Bécquer paseaba por Toledo cuando vislumbró en una callejuela una cortinilla moverse e intuyó tras ella a una mujer.
Durante días pasó por allí imaginando unos ojos que nunca llegó a ver.
Al irse de Toledo sacó su lápiz y escribió:
“Primera fecha”
Pasados unos meses Bécquer volvió de nuevo a Toledo.
Mientras dibujaba en una plaza vio como desde lo alto de un mirador una mano juvenil le saludaba.
Esperó varios minutos para ver si se repetía.
Pero la mano no volvió a aparecer.
Y Bécquer con su lápiz escribió:
“Segunda fecha”
En su siguiente visita Bécquer oyó paseando unos cánticos en un convento.
Al adentrarse a observar cruzó su mirada con una joven de aspecto angelical justo cuando la puerta claustral se cerró.
Bécquer se marchó desolado.
Aquella fecha no la escribió jamás.
Fue la tercera fecha.
22 de julio de 1936.
Tras estallar la Guerra Civil las fuerzas sublevadas a cargo del coronel José Moscardó son obligadas a refugiarse en el Alcázar de Toledo.
800 militares y 700 civiles se preparan para resistir la embestida republicana integrada por unos 5.000 milicianos.
Durante dos meses el Alcázar, sede de la Academia de Infantería, Caballería e Intendencia, soporta bombardeos y cargas explosivas detonadas mediante túneles cavados por mineros traídos desde Asturias.
Pero no hubo manera de tomarlo.
Moscardó y sus hombres soportaron el asedio.
Al rescate acudió Franco convirtiendo el asedio al Alcázar de Toledo en una victoria moral de enorme importancia simbólica para la causa sublevada.
El edificio del Alcázar, eso si, quedó destruido debido a la virulencia de los ataques.
Y la Guerra continuaba….
25 de julio de 1938.
Es medianoche y hay luna nueva sobre la orilla del Ebro.
"Es el momento".
Los republicanos lanzan una ofensiva sobre la margen derecha del río, tomada por el bando nacional.
Comenzaba así la más cruenta de las batallas de la Guerra Civil:
La batalla del Ebro.
En la retaguardia se encontraban, entre otras, las divisiones 51ª, 53ª y 54ª al mando del general Moscardó, convertido en héroe militar por Franco tras el asedio del Alcázar.
Sus divisiones aragonesas lucharon durante días para frenar el avance del Frente Popular sobre el Ebro.
Precisamente un Aragonés iba a ser padre aquellos días de combates.
Nacía el hijo de Poli, un vecino de Hortaleza que durante aquellos días de guerra aprovechaba su camioneta de mudanzas para traer altruistamente víveres desde la capital a sus vecinos y a su mujer Generosa Súarez
El niño se llamó Luis, y con los años pasó de ser apodado futbolísticamente Luis el Plomo en el Pinar de Hortaleza FC a Zapatones en el Atlético de Madrid, en ambos casos por su correr lento y cansino.
Luis fue además el autor del primer gol oficial en el Estadio del Manzanares.
Zapatones apuraba sus últimos años como profesional en 1973 con 35 años corriendo con sus pies de plomo.
Fue la temporada en la que el Atlético de Madrid caería en la final de la Copa de Europa frente al Bayern con un gol suyo de falta que sirvió para adelantar a los colchoneros.
Corría el mes de noviembre cuando el presidente Vicente Calderón recibe una invitación.
El Manzanares es afluente del Jarama, y este a su vez del Tajo.
A orillas del Tajo el Ayuntamiento de Toledo levantó su nuevo estadio municipal.
Y quería que el Atlético viniese a inaugurarlo.
Dicho y hecho, el Atlético con Luis Aragonés al frente se presentó el 25 de noviembre en el flamante nuevo Estadio Municipal José Moscardó, como así se llamó inicialmente.
El primer gol sobre el nuevo recinto toledano lo marcó, cómo no, Zapatones.
Don Luis Aragonés.
El estadio se construyó sobre unos terrenos que la Academia de Infantería, Caballería e Intendencia situada hasta 1936 en el Alcázar utilizaba para entrenamientos ecuestres.
De ahí que aquella zona se denominase Salto del Caballo, nombre por el que es conocido hoy el estadio.
Su arquitectura siempre fue muy peculiar.
Desde los círculos en césped y porterías con los que contaba al principio hasta el fondo sur donde se encontraban los vestuarios, abierto para poder vislumbrar la impresionante vista de la ciudad Imperial comandada por el renacido Alcázar
Incluso durante durante cinco años mudó su césped a tierra.
Eran años con el Toledo en Preferente.
Una mirinda en Zocodover antes de los partidos y luego en katanga al Salto del Caballo.
Y los más jóvenes en bici, para luego ir a pegar saltos al circuito de motocross adyacente.
En siete años, ese campo de tierra estaría a punto de pisar Primera División.
En siete años, el joven Roberto Simón Marina pasaría de cabecear un centro de Quique Setién sobre una portería de postes rojiblancos (ojo con el video) en el pequeño Maracaná a ese campo de tierra.
El vuelo del águila comenzó en 1991.
La afición toledana estaba desencantada con su equipo tras caer en la última jornada en La Línea y consumarse el descenso.
Fue entonces cuando el Toledo denunciaba alineación indebida de Juanito con Los Boliches (que se había salvado).
Y el CSD acepta el recurso….en octubre.
Es decir, en plena 91/92 se repiten los dos últimos partidos de la 90/91.
En el primero Los Boliches empata con el Fuengirola
Del segundo ante el Betis B pende todo el fútbol español.
Una derrota malagueña haría parar todas las categorías.
Pero Los Boliches y Betis B empataron 0-0, Los Boliches se salvaban y el Toledo descendía.
La RFEF y Juanito respiraron tranquilos.
No hizo falta parar las ligas.
En Toledo seguían adelante en una liga que había comenzado en el modesto municipal de Motilla de Palancar (Cuenca).
Una aciaga noche de abril Toledo volvería a cruzarse en el destino de Juanito.
Esta vez de forma fatal.
Juanito fallecía en accidente de coche cerca de Calzada de Oropesa, en la provincia de Toledo.
El domingo siguiente Los Yébenes y el Toledo guardarían un minuto de silencio.
El ascenso a Segunda B se culminó en El Mirador de Algeciras, a escasos 20 kilómetros La Línea, donde un año antes habían descendido.
Para el regreso a la categoría se firmaba precisamente al entrenador de Los Yébenes, el mítico Cacho Heredia, ex-compañero de Luis Aragonés.
Pero Heredia aún no tenía titulado convalidado por lo que deciden fichar a Gonzalo Hurtado, ex-entrenador del último Pegaso de Segunda B.
La temporada comenzó con eliminación copera a cargo de un Gimnástico de Alcázar que más adelante se enfrentaría al Sevilla de Maradona.
Pronto el equipo cogió velocidad de crucero gracias a los goles de Paniagua, un centro del campo con Marina y Óscar Engonga.
Villalvilla en puerta.
Para el recuerdo quedan goleadas como el 5-0 al Salamanca en una lluviosa tarde de marzo toledana o el 4-0 a la Cultural Leonesa.
En la promoción de ascenso quedarían encuadrados en un grupo con Real Jaén, Deportivo Alavés y Sant Andreu.
Tres huesos que caen ante el empuje toledano.
En Mendizorroza por ejemplo, tras un 2-0 inicial se pasó al 2-3.
El día D llegaría en el Salto del Caballo con un 3-0 al Jaén.
Un ascenso que se logró en una situación económica crítica.
Varios fueron los futbolistas que denunciaron el impago de sus contratos.
Subir de categoría salvó al Toledo.
Dos ascensos consecutivos que hicieron que no tardasen en llegar las comparaciones con el Albacete de Floro.
Tras el ascenso se supo que el Toledo había sido primado por el Alavés para dejarse perder, aprovechando la fragilidad económica.
No fue el único en aquella promoción.
Lo mismo hizo el Elche con el Leganés, ofreciendo entre 3 y 5 kilos.
Pero Luis Ángel Duque era hueso duro…
Para la historia quedaría la eterna imagen de Luis Ángel Duque subido a una valla del Rodríguez de Miguel.
Y sus frases, claro:
“¿Me quemo a lo bonzo o me pego un tiro en la polla?”
“Empecé a entrenar cuando Caín inventó la volea al pegarle una patada en los huevos a Abel".
Para la confección de la plantilla se mantiene el bloque de Segunda B (y de Tercera) apuntalado con algún fichaje.
Para la delantera fue curioso el fichaje de Albert Stroni, un delantero albanés que había pedido asilo político contra España tras un partido de Albania en Sevilla.
Stroni cobraría 50.000 pesetas más manutención.
Pero el transfer no llegaba y se canceló su contrato.
Con el tiempo Stroni haría carrera en el Lemos gallego antes de ponerse a vender coches de importación.
Sin Stroni, intentaron fichar a Julio Engonga.
Al final llegó Thompson.
La liga comenzaría con una derrota en Badajoz, antesala de la goleada al Real Murcia 5-0 en el Salto del Caballo.
Era una aviso de lo que llegaría después.
El Toledo se transformó en “El mazapán mecánico”.
El novato se convirtió en la revelación de la liga con un juego atractivo.
En el Benito Villamarín empatarían 1-1 con gol del central Toño Castro de cabeza.
Semanas después Toño desaparecería junto a su novia.
Finalmente apareció en un hotel en Madrid aduciendo motivos personales.
Y con el tiempo todo parece indicar que decía la verdad…
No fue el único acto de indisciplina.
Miembros de la plantilla expedientados por salir de fiesta, accidentes de coche….a decir verdad no sabemos si lograron más puntos en Liga que multas del club.
Pero el caso es que el equipo funcionaba y no había quién les apease de cabeza.
Y eso que había clubes como el Espanyol o el Betis.
El partido de vuelta contra los verdiblancos era una de las fechas clave del calendario.
Y no defraudó a nadie porque Don Manué armó una de las suyas.
Era 27 de febrero, jornada 26.
Y el Betis se presentó sin segunda equipación.
El árbitro dijo que así no se jugaba.
El Toledo prestó su segunda equipación, blanca.
Y Lopera estalló.
“Ni de coña voy a vestir al Betis de palangana. El Betis tiene mayor antigüedad, que se vistan ellos de blanco y nosotros jugaremos con nuestra camiseta de toda la vida”.
Tuvo que intermediar el Delegado del Gobierno, así que el Toledo jugó en casa con su uniforme visitante.
No contento con eso en la segunda parte Lopera fue expulsado del palco por acusar al presidente del Toledo de comprar al árbitro.
El Toledo venció 2-0 al Betis de Don Manué.
A pocas semanas de finalizar la liga Espanyol y Betis comandaban la tabla cumpliendo los pronósticos.
En promoción estaban las revelaciones Compostela y Toledo.
Por detrás Hércules y Mallorca.
Todo hacía indicar un final de liga de tensión, uñas mordidas y transistor en la oreja.
Los cuatro vencían en la jornada 37.
Se avecinaba un final agónico.
La victoria del Compostela hundía al Murcia en la zona de descenso, en la que hasta siete equipos estaban implicados.
Dato importante porque Mallorca, Hércules y Compostela jugaban frente a equipos en riesgo.
El triunfo del Compos en Castalia descendía al Castellón, así como el 3-4 del Mallorca en La Condomina.
Victoria que no sirvió de nada puesto que un gol de Pardina en el Miniestadi clasificaba al Toledo para la promoción.
La cara de Pardina era un poema.
La afición se estremecía.
Los verdes ganaban para éxtasis de los 1.500 aficionados desplazados a Barcelona.
Se instauraba el estado de ilusión en la ciudad Imperial ante la promoción frente al Real Valladolid.
180 minutos les separaban de Primera División.
Las entradas entre 4.000 y 6.000 pesetas volaron.
Un Valladolid que se plantó en la promoción tras aquel mítico tongo del Valladolid-Celta que terminó con un 0-0 amañado que valía a ambos, gritos de “Que se besen” dede la grada y 0 tiros a puerta en 90 minutos.
Uno de los partidos más bochornosos de la historia de nuestra liga.
El lleno en el Salto del Caballo (aún en obras) era de los que hacían época.
Había calor.
La tensión se palpaba en el ambiente.
Los locales se contagiaron de ello hasta que Cuaresma fue expulsado y Paniagua anotaba el 1-0 ante el delirio local.
Resultado corto y engañoso.
La euforia creció aún más en la ciudad.
Seguir la estela de sus vecinos albaceteños parecía real.
Nadie quería perderse el partido de vuelta en Pucela para el que se esperaban hasta 7.000 toledanos (Casi un 10% de la población).
Entre ellos Toño Castro y Marina, que eran duda.
La semana se presentó tensa puesto que el Comité levantó la sanción a Cuaresma.
Se habló de trato de favor hacia los blanquivioletas.
Arbitraba el tinerfeño Brito Arceo.
Y a las 19:00 horas de un domingo 29 de mayo, tras una pájara de Indurain en el Giro, el balón echó a rodar.
Aún no habían accedido los cerca de 35.000 espectadores que ese día abarrotaron Zorrilla cuando un despeje del hasta entonces infalible Villalvilla golpeaba en la espalda de Alberto y caía a Chuchi Macón, quién a placer ponía el 1-0.
3 minutos.
Jarro de agua fría.
Más nervios.
El Toledo se hizo entonces con el partido, aunque sin mordiente ofensiva.
Y sin suerte, porque a falta de un minuto para el descanso un centro de un Amavisca recién fichado por el Real Madrid era rematado por Juli.
2-0.
Descanso.
Las bajas de Marina y Toño Castro hacían mella.
Y llegó el minuto 80.
Un disparo de Moreiras golpea en las manos de un defensa.
Se pide penalti.
El balón cae a Moj que al intentar rematar se va al suelo.
Se pide otra vez penalti.
En medio de las protestas el Valladolid contragolpea.
Gol de Amavisca.
3-0.
Del 2-1 al 3-0.
Brito Arceo expulsa a Moreiras, el entrenador Gonzalo Hurtado y el delegado del Toledo por protestar.
En medio del caos anota Amavisca el 4-0 y Dani es expulsado.
Con 9 el Toledo cae goleado.
Del sueño del ascenso el Toledo pasaría a una auténtica noche toledana.
El presidente Emiliano Carballo estaba fuera de si y se encaró con un par de periodistas:
“Con este árbitro habría ganado hasta mi padre enfermo. Ha sido vergonzoso”.
De madrugada, el Toledo es recibido por 2.000 aficionados con el cántico de “Brito cabrón, irás al paredón”.
La proeza del “Mazapán mecánico” convertiría en leyendas a sus integrantes, alguno de los cuales como Paniagua o Toño Castro encontrarían acomodo en Primera con el Compostela.
Al año siguiente subirían juveniles como Casquero o Jero Romero (cantante de The Sunday Drivers).
Pero Toño Castro no volvió a ser el mismo.
Se retiró con 27 años en el Compostela.
Los problemas personales que arrastraba terminaron en la madrugada del 27 de marzo de 2006 cuando se lanzó al vacío en la muralla de Dalt Vila de Ibiza falleciendo en el acto.
Tenía 33 años.
Toño vio desde la lejanía el descenso a Segunda B el año 2000.
Un año en el que todo un Real Madrid campeón de Europa caía en Copa en el Salto del Caballo con el Alcázar de testigo.
Fueron los cantos de sirena de una etapa en la que el águila bicéfala rozó la epopeya del ascenso.
La magia del Toledo de Gonzalo Hurtado aún pervive.
Por el Tajo aún fluyen lágrimas de aquella noche del 29 de mayo.
La tercera fecha que Bécquer nunca llegó a escribir.
Gracias a @toledoverde, @Toledo_Olvidado.
Fotos de Carlos Monroy, Luis Cardeña y Eduardo Sánchez.
THE END
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