Thread by @osofronio

Parábola del Chairo Arrepentido
Capítulo XXIV
Difícil escoger por dónde empezar la crónica de este período de la medieval vida de Pejetitlán, regida por el inefable Perejil Primero Morenarca de dicho condado.
Como si fiebres y temblores no fueran suficientes, arribó al
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sureste del reino, una tolvanera tipo Lluvia de Torreón, lo extraño del caso es que la nube de polvo venía desde los confines del mundo conocido, de la tierra de los camellos y las alfombras voladoras, ninguna de estas dos cosas conocidas por nuestro morenarca amigo. Da la
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casualidad que la tierra donde tocó tierra la tierra que cruzó el Mar Océano (ya sé que son muchas veces tierra, pero es que era una nubesota) fue en la zona escogida por el rey para construir su sistema de carretas ultrasónico movido a vela, la península del Yucatán.
Perejil,
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que casi no se tomaba todo como afrenta personal, en una de sus gañaneras, pidió a la Sra. Sahara que recogiera su tierrita, se disculpara y no lo volviera a hacer, porque ese sistema de transporte era vital para la economía de los pueblos autóctonos que ahí habitaban, y
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que de construirse el sistema iban a dejar de habitar, o a convertirse en lancheros.
La Sra Sahara no se dio por enterada de la petición y optó por hacer lo que el Rey de España, decir que Perejil estaba un poco majareta.
El Rey Perejil, no estaba en buenos términos con
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algunos de sus lugartenientes, sin contar algunos de sus súbditos, mismos que en esa semana le habían impedido la entrada a sus villas con bloqueos pidiendo que el Rey cumpliera sus promesas, escena cada vez más frecuente y que el morenarca atribuía a que eran fifís y
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habían perdido sus privilegios. Durante una visita a una ciudad llamada Pueblo de los Camotes, había protagonizado un incidente con el tlatoani local, al que se conocía como el Flamenco Moreno, durante el cual se habían volteado la cara como comadres ofendidas que se
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encuentran en el puesto de las naranjas. En resumen Perejil notaba que su popularidad iba en cayendo como cenadora en tobogán, y eso no lo tenía muy contento.
Cuentan las malas lenguas, que para apuntalar su imagen había aceptado una perentoria invitación de Donaldo de
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Orange, a visitarlo en el Castillo Blanco de la capital del país vecino, en donde le iba a servir para demostrar a su pueblo que tenía a Pejetitlán pagando muros. Eso no le importaba a Perejil, sólo quería que lo vieran en compañía de Donaldo y de paso traerle alguna fayuca
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a sus nepotes empresarios.
Para acabarla de componer, en la Ciudad de Mexicalpan de las Marchas, capital del reino, unos esbirros de las fuerzas de la oscuridad, que estaban bastante iluminadas, atacaron al Sheriff local, emboscándolo en la avenida principal y disparándole
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lanzas de alto calibre, y piedras volcánicas de fragmentación, cabe mencionar que hubo bajas colaterales, pero el Sheriff se salvó gracias a sus calzones de manga larga blindado 6, que utilizaba cuando se pronosticaba lluvia.
Perejil ante tamaño atentado a las
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puertas (casi) de Palacio dijo que no iban a tomar medidas, excepto para los ataúdes de las bajas colaterales, y que no se iban a dejar provocar, que los responsables lo iban a pagar cuando se fueran a confesar.
Para el morenarca la vida no tenía secretos, te roban,
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agradece que no te mataron, te secuestran, es porque eres rico y tienes más de un par de zapatos, te matan, pués ya no hay nada que hacer, pero tus deudos pueden cantar “Gracias a la Vida”.
Lo que más frustraba a Perejil era que no estaba
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encontrando la manera de echarle al culpa al Gran Camaján de la Orden del Garrobo Enlodado, su gran enemigo, el perverso Feliz P. Coladerón.
Vamos a dejar el convulso reino para ver si en la próxima semana se componen las cosas, no lo creo, pero no me latió terminar
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con un “vivieron felices para siempre”.
Por dos motivos no vivieron felices y esto va a continuar.

Si lo leen, RT, si no lo leen, RT, y si no dan RT va a venir Yoni Akerwan Kenobi a estar quejándose en su TL toda la semana.
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