Thread by @osofronio

La Parábola del Chairo Arrepentido
Capítulo XXV
“Corren tiempos difíciles en Pejetitlán de los No Doctores, los nobles del reino están como foquitos de árbol de navidad, haciendo corto circuito, Perejil, preocupado por su permanencia en el trono, está como desencajado y
(Mecate)

convulso, su ojo izquierdo es como direccional de pesera, a veces parpadea y otras nomás no alumbra.”
Con el escándalo de las chozas inexplicables de Yoni Ackerwan Kenobi, y su consorte Irma Hermelinda, el ambiente político de Palacio estaba tan denso que Perejil mandó a
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los aluxes y algunos chamanes a hacer una limpia de las energías ya bastante mermadas del gobierno.
Varias semanas después de que un juglar revelara su fortuna inmobiliaria, la procedencia de las propiedades no había sido esclarecida, y el insigne Yoni, Duque Duque de la
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Isla Perdularia, ya llevaba pleitos con todos los que se le paraban enfrente y a todos les contaba de la maldad de los del Partido Conservador Fifilodiano, que lo incordiaban con mentiras y calumnias. Lejos de demostrar su inocencia, le cayó el chahuistle, alguien de los
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industriosos fifilodianos descubrió que su título de Duque era balín, que la Isla de Perdularia no existía y que traía los calcetines rotos.
El Duque( no) Duque, muy a la usanza pejejitlanense trató de demostrar la validez de su título nobiliario, para lo cual se apersonó
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en la Plaza de San Miércoles, donde está un reloj de 24 horas y están los tlacuilos que escriben cartas de amor y confeccionan cualquier papel que se necesite para cumplir algún requisito legal. Ordenó que se escribiera un título de Duque, otro título de Duque, pero
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del reino de Donaldo de Orange, una credencial para cobrar beca de nini y una carta de amor para su mujer, ya que esta era gratis al comprar tres o más documentos chuecos.
Es conveniente decir que ni Perejil que es tan crédulo, que se cree que la gente lo adora, le
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creyó los documentos que el tlacuilo, le había proporcionado.
En eso estaba el país cuando se hacían los preparativos para el quincuagésimo noveno informe de gobierno del morenarca, con motivo del aniversario del día que decidió que si quería ser rey. Todo era felicidad,
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se preparaban las más ricas viandas, las más extraordinarias leyendas y las más burdas falsedades, para hacer que los pocos que aún lo apoyaban se sintieran extáticos y gritaran “ez mercantil estar con Perejil”(No en balde les pasaban una lana). La fiesta iba en grande,
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ya se había decretado que la fiebre de las Cacas Locas se había acabado, sin pedirle su opinión a la mencionada fiebre, así que no se esperaba que nada empañara la celebración.
Los hados son caprichosos y quisieron que ese día en la mañana, cuando la princesa caramelo salió
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por las tortillas, un aldeano se le acercara a recordarle que su labor como consorte real incluía ver por los niños enfermos, a lo que la princesa le respondió que no era curandera, que si el aldeano si era, que los atendiera él, y que tatatatata. Dada la concurrencia
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en la tortillería, el chisme se regó como los jardines de Palacio, rápido y a fondo. Tal fue la respuesta de los aldeanos, que ese mismo día ya le decían Lady Caracolitos.
Pasó el informe del rey, sin pena ni gloria, como era costumbre habló de lo bien que se comían frijoles
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y arroz en el reino, el futuro maravilloso que habría de venir, porque él no mentía, mas que cuando era necesario, no robaba, cuando estaba dormido, y no engañaba, mas que con la condesa Gerardina.
Sin embargo se quejó de un foul a la entrada del área, porque estaba siendo
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atacado por sus súbditos carrascalosos, a los cuales les iba a cobrar un impuesto por insultarlo. En respuesta los súbditos hicieron coperacha para poder seguir cocoreando a Perejil.
La visita programada al reino de Donaldo, se acercaba velozmente, el monarca no quería
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hacerse la prueba de la fiebre, ya que él estaba seguro de que no la tenía, ya que era muy estreñido en todos los aspectos, físicos y mentales.
Su factótum el fiel Marcelino, contrató a un viejo funcionario de realezas anteriores, Maese Luigi de Vinegar Hay, para que
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le pasara los tips ncesarios para la entrevista, y les fuera diciendo cuál tenedor había que usar en las cenas oficiales, ya que a Donaldo no le gustaban las fritangas que se comen con la mano.
Ya nos enteraremos de las andanzas de la delegación, a la cual le negaron la
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estancia en la casa de visitas, porque se rumoraba que el rey sufría dispepsia húmeda, producto de su afición a los sopes de zopilote, y batía cuanta sábana le ponían al alcance.
Los dejo con una reflexión : ¿Qué me cuesta darle RT a los textos de este monje chismoso?