Esto me recuerda a la historia que explica mi madre sobre un vecino de su pueblo de cuando ella era pequeña al que conocían como “El Resucitao”. Una historia de muerte, risas y estrellamientos en el Jaén de principios de los 60.
*pone voz de Sophia Petrillo* Debía correr el año 1963 más o menos, cuando un vecino de mis abuelos murió así de golpe y porrazo. Sin estar enfermo ni nada , el señor se fue a dormir una noche y amaneció moñeco.
El médico se presentó en la casa y certificó que el señor había esmochado, efectivamente. Lloros, lamentaciones, pobre familia. Un drama, como os podéis imaginar.
Como era otra época (y dudo que en ese momento hubiesen funerarias en el pueblo), el velatorio se organizó en la casa del finado, que era la de justo enfrente de la de mis abuelos. Mi madre, que tendría unos 6 años, estaba la tarde de actos en el portal de su casa, merendando.
Obviamente ella no fue al velatorio, pero mis abuelos sí, y os podéis imaginar el percal: el muerto en el ataúd abierto, mogollón de gente de luto y llorando a lágrima viva, un calor de la hostia. Una estampa sacada de una obra de Lorca, que algo sabía del tema.
Llega la hora de ir al cementerio a enterrar al pobre señor. Se disponen a ponerle la tapa al ataúd, cuando de repente EL MUERTO LE ARREA TREMENDÍSIMA PATADA A LA TAPA Y SE LEVANTA.
CUNDE EL PÁNICO. La gente sufre varios infartos simultáneos dignos de código azul, gritos, carreras. Ahora es cuando hay que mencionar que la puerta por donde entraba y salía la gente estaba justo al lado de una pared de ladrillo (imagino que de otra casa, o una cerca, o algo).
Mi madre era muy pequeña, pero jura y perjura que de golpe empezó a ver gente que salía corriendo de la casa de los vecinos y se estrellaba contra la pared, una detrás de otra, como un live action de los Lemmings.
Mientras tanto, mi futura mádere así:
Total, que la casa se vacía de golpe y porrazo (literalmente), hay varios vecinos con la cabeza abierta, alguien ha llamado a la Guardia Civil, y por todo el pueblo se empieza a comentar que Fulanito DeTal ha resucitado. Lo normal.
Se presentan la Benemérita y el médico (que como médico igual era una mierda, también os lo digo), y certifican que el señor está vivito y coleando. Acojonao porque lo iban a enterrar vivo, pero por lo demás bien.
El señor explica que era consciente de todo, que veía a su familia llorar, y cómo lo metían en el ataúd, y todas esas cosas alegres que pasan cuando estás muerto. Pero no podía moverse ni hablar. Hasta que vio cómo le iban a poner la tapa y dijo COÑO, QUE ME ENTIERRAN DE VERDAD.
(¿Que cómo los veía? Yo qué sé nenes, faltaban como 20 años para que naciera y la medicina forense para no-muertos no es lo mío, me tengo que fiar de la palabra de mádere y agüela, que son las contadoras oficiales de esta historia)
Total, que varios días y pruebas médicas después, llegan a la conclusión lógica: el señor era cataléptico, y había padecido un ataque de la hostia. Que en un sitio relativamente pequeño de la España de los 60 podía perfectamente querer decir "entiérralo que si no huele".
Por lo que sé, el señor vivió muchos años más, aunque en el pueblo lo miraban así como de reojo, y había quien poco menos que le hacía la señal de la cruz al pasar por su lado. Se había convertido en EL RESUCITAO.
Y así termina la historia, con el señor librándose de ser enterrado vivo, el pueblo entero preguntándose si iban a tener un apocalipsis zombie, y mi madre escojonándose de la risa cada vez que se acuerda de los vecinos estrellándose contra la pared de enfrente.
Supongo que cuando el señor muriese de verdad llamarían a un médico más competente. O a Peter Cushing, por lo que pudiera pasar.
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Tyburn, Londres, 23 de noviembre de 1499. Un joven de apenas 25 años es ahorcado sumariamente. Con él acaba una conspiración que ha durado seis años y ha puesto en jaque a la reciente dinastía Tudor. Esta es la historia de Perkin Warbeck, aquel que dijo ser Ricardo de York.
Para saber quién fue Perkin Warbeck y su relevancia en la historia inglesa tenemos que retroceder hasta el final de la Guerra de las Rosas y uno de sus hechos más trágicos: la desaparición de los Príncipes de la Torre.
Tras el auge y caída de Ricardo III la guerra quedó finiquitada. Su gran vencedor: aquel príncipe casi irrelevante llamado Enrique Tudor, el último rey de Inglaterra en ganar el trono por derecho de conquista y que la historia conoce hoy como Enrique VII.
Hola crêpes Suzette, hoy volvemos a Francia para terminar la historia de esa follonera extraordinaria que fue Marie de Rohan-Montbazon, la duquesa de Chevreuse. La semana pasada vimos sus movidas con el duque de Buckingham y Ana de Austria, pero lo mejor está por llegar.
Y es que apenas se había apagado el fuego provocado por Buckingham cuando Marie, que se aburría con facilidad, decidió meterse en un nuevo fregao. Bienvenidos a la conspiración de Chalais, cuquis.
La conspiración de Chalais se llama así por Henri de Talleyrand-Périgord, conde de Chalais, novio de Marie y figura central de toda esta historia, que básicamente fue un intento de cargarse a Richelieu y, ya de paso, reemplazar a Luis XIII por su hermano, Gastón de Orleans.
Hola crêpes Suzette, empezamos la temporada en la Francia del siglo XVII. Conspiraciones palaciegas, aventuras, gente liada con otra gente y una mujer que estuvo en el cogollo de todas las intrigas durante medio siglo. Hoy: Marie de Rohan-Montbazon, la duquesa de Chevreuse.
Marie Aimée de Rohan-Montbazon nació en París en diciembre de 1600, en la más alta nobleza francesa: su padre, Hercule de Rohan, duque de Montbazon, era gobernador de la capital, par de Francia, Gran Cazador y ‘prince étranger’* en la corte de Enrique IV.
*Lo de los ‘princes étrangers’ es complicado de explicar, pero baste decir que los Rohan eran descendientes directos de los duques de Bretaña, que habían sido gobernantes independientes hasta el siglo XV.
El 16 de enero de 1977 dos excursionistas ascendían el Pinnacle, en la Ruta de los Apalaches al este de Pennsylvania. Vieron una cueva y, al echar un vistazo, encontraron el cadáver congelado de un hombre.
Su identidad ha sido revelada 47 años más tarde, hace solo tres días.
El cadáver fue trasladado al hospital de Reading y la autopsia determinó que era un hombre blanco de entre 25 y 35 años, de ojos azules y pelirrojo, con el pelo rizado y largo. La causa de la muerte había sido una sobredosis de fenobarbital y pentobarbital, tal vez un suicidio.
¿El problema? No llevaba nada encima que pudiera identificarle y nadie reclamó el cadáver. Se le tomaron huellas dactilares y dentales, y se realizó un retrato robot muy… bueno, muy de los años 70.
Hola medoviks, hoy os traigo una historia con muchos protagonistas que dicen ser el mismo. Un señor que se murió, pero en realidad no, pero luego sí, pero resulta que no y… ya me entendéis. Vámonos a la Rusia del siglo XVII para conocer al Falso Dimitri. A TODOS ELLOS.
Empecemos por decir que sí hubo un Dimitri real: se llamaba Dimitri Ivánovich, nació en 1582 y fue el último hijo de ese señor encantador y para nada turbio que la historia conoce como Iván IV el Terrible. Su madre fue la última esposa de Iván, María Nagaya.
La cosa con Dimitri el Auténtico es que: A) Técnicamente el matrimonio de sus padres era ilegal ya que la iglesia ortodoxa solo reconocía los cuatro primeros, y María fue la sexta (otros dicen que la octava) esposa de Iván; B) Su padre murió cuando él solo tenía 2 años; y C) Los hijos de Iván tendían a morirse mucho*.
Hola galletas de jengibre, hoy tenemos una historia de lo más dulce. Y pegajosa. Y es que si pensábais que la ola de cerveza que arrasó Londres* fue mala, lo de esta semana es la versión turbopringosa de esa historia. Hoy: la Gran Inundación de Melaza de Boston.
*¿Una ola de cerveza arrasando Londres? ¿De qué hablas, Wurtzel?
Nuestro escenario es la ciudad de Boston, capital del estado de Massachusetts y lugar de nacimiento de Edgar Allan Poe. Que llevaba casi cien años muerto para cuando sucede nuestra historia, pero menudo cuento de terror se podría haber marcado con ella, amics.