La agitación reciente en la red me llama poderosamente la atención. Con frecuencia me he referido al sr López como un totem. La narrativa que lo llevó a donde esta así lo hizo, lo volvió un "objeto" de culto. De veneración. Lo fetichizó.
La fetichización ocurre justamente cuando, casi siempre a un objeto, pero también a una persona, se le asignan cualidades y virtudes exageradas o que no las tiene, tanto, que pueden ser de tipo sobrenatural. De veneración.
Eso son los amuletos precisamente, lo más frecuente es cuando se les asigna la virtud de dar suerte. Pero no es lo único. Los santos y demás imágenes de culto son otro ejemplo.
Acá al apellido "López Obrador" o las 4 letras que se le asocian se les llevó al punto de fetiche.
Acá al apellido "López Obrador" o las 4 letras que se le asocian se les llevó al punto de fetiche.
A la mera presencia e imagen asociada a los apellidos se le atribuyeron características más allá de las que realmente le corresponden, sustentadas en una narrativa que apela en buena parte a los legítimos anhelos, exigencias, reclamos e inconformidades sociales.
El fetiche AMLO se construyó en una narrativa que mezcló ideas irreales ofrecidas como utopías supuestamente alcanzables, vestidas de ideologías políticas, propiedades míticas, e incluso elementos religiosos y de culto espiritual.
Tanto que el fetiche AMLO adoctrina y evangeliza sin el mínimo pudor desde el pulpito de Palacio Nacional. Tanto que sin pena ni pudo ofrece moralizar el país. Tanto que su ¿política? se basa en las tres virtudes teologales.
Se hizo y se difundió sin el mínimo filtro, sin la mínima restricción, en buena medida vía las redes sociales. Él, como siempre, sin contener su verborrea, mero en su discurso de triunfo, bendijo a las redes sociales. Nada menos.
Y en verdad no es poca cosa. La narrativa que tan machaconamente repitió ad nauseam, al menos en el más reciente quinquenio, ofreció tanto, pero en serio tanto, que convocaba con una de las arengas más efectivas que podremos ver tal vez en décadas.
Juntos Haremos Historia.
Juntos Haremos Historia.
La oposición, la disidencia, la resistencia, o como quiera llamarse todos y quienes sean que estemos preocupados, y ocupados, por lo que pasa en el país y el rumbo que ha tomado, podemos aprender de esa capacidad de convocar.
El muegano horrible que no sabe ser gobierno llegó convocando a lograr un objetivo históricamente trascendente.
En tanto se subestime el alcance, poder, e influencia, que puede lograr una convocatoria de ese tipo, tal vez no se le pueda confrontar asertivamente.
En tanto se subestime el alcance, poder, e influencia, que puede lograr una convocatoria de ese tipo, tal vez no se le pueda confrontar asertivamente.
Por ejemplo, suponer que toda la defensa al fetiche AMLO surge por algún interés oculto o inconfesable. Exactamente igual que no se puede justificar de la misma forma o motivo el criticarlo o exigirle.
La realidad es que, con más frecuencia de la que parece, la capacidad de iniciar activaciones digitales surge por narrativas que sustentan y refuerzan identidad, afinidad y pertenencia de grupos. Y el remedo de régimen lo sabe. Lo sigue explotando. 
Seguimos hablando de cómo la repetición insistente de una narrativa que ofrece como virtuoso creer en un solo hombre. Tanto, que esa narrativa logra respuestas condicionadas a los estímulos que se inducen en la conversación, pero que escapan a toda la razón.
