#Odiseoysusamigos. ¿Me referiré a la Ilíada, donde destaca entre los reyes griegos, sus iguales, por su legendaria astucia? ¿O a la Odisea, donde poco a poco pierde a sus hombres, hasta regresar solo, cuando ya nadie le espera, a Ítaca? A ambas, y a muchas otras versiones: en 
realidad, los autores que me interesan han escrito o mencionado a este hombre que marca el fin de los héroes de fuerza para introducir el elemento de la inteligencia, la estrategia, y la negociación: los héroes marciales comparten espacio y lo ceden poco a poco a los mercurianos.
Odiseo será pionero en muchas cuestiones, y como tal admirado y requerido: pero no encontrará amigos. Tampoco los buscará. Infinitamente humano en sus cambios, sus decisiones y sus intereses, contradictorio y atractivo, estará condenado al desasosiego y a la insatisfacción.
Un poco de contexto: Odiseo es el único hijo varón de Laertes, rey de Ítaca, y Anticlea. Su hermana, Ctímene, solo aporta a su historia un cuñado-cuñado, Euríloco, que es abiertamente idiota y que causará parte de los problemas en la Odisea. A su debido tiempo, heredará el trono.
¿Creéis que fue Helena la causante de la Guerra de Troya? Bueno: sí y no. Odiseo tuvo mucho qué ver: como muchos reyes griegos, cuando Helena salió al mercado matrimonial, aspiró a su mano. Al ver sus pobres posibilidades frente a los reyes realmente ricos, trazó su plan: eso se
le daba bien. A cambio de Penélope, la prima feúcha de Helena, conseguiría de todos los reyes un pacto de no agresión al marido de la bella. Convencidos de que ellos serían el elegido, accedieron. Menelao se llevó a la rubia, y Odiseo a la prima, y unas cuantas miradas torvas.
Pero... cuando raptaron a Helena y vinieron a pedirle la ayuda prometida, Odiseo no estaba por la labor: se fingió loco, y solo la astucia de Palamedes (a quien se la jurará en un futuro) desmonta la escenita del Odiseo labrador que había montado. Para compensar, Odiseo revelará
la oculta identidad de Aquiles, a quien su madre escondía en el gineceo. Vamos, que mucho discurso heroico y mucho altivo argivo, pero estos ganas de irse a la guerra de Troya tenían regular. Ulises se despide de padres, esposa, hijo y perro; total, iba a ser una incursión rápida
Troya, 10 años después. Los griegos están de todo hasta el krános. Lo peor no es la guerra que, como diría un afamado líder, es patapúm, p´arriba. Son los egos, los ñiñiñís y los ofendiditos (cualquier tuitero puede hacerse a la idea). Cuando no es Agamenón, es Aquiles y su
cólera, oh, musa. Odiseo no solo lucha bien y con valor (destaca con el arco y la espada). Es un magnífico estratega militar, y un psicólogo consumado. Lo mismo te roba unos caballos que te convence a un héroe enfurruñado. Cierto que es bisnieto de Hermes, y el niño bonito de
Atenea, pero a una mente práctica de teleco une la capacidad de ver el todo y no solo los detalles. Eso será en la Ilíada, quizás por contraste con los mamelucos que le rodean. En la Odisea cometerá errores muy estúpidos. Pero ¿amigos? No. Se lleva bien con Diomedes, lidia con
Agamenón y maneja más o menos a Aquiles. No le convence, cosa que a veces se olvida. (ver el enlace para una versión rigurosamente fantasiosa de la escena). Se encarga de que los hombres coman y descansen, y, en resumen, es el rey más versátil y eficiente.
El fin de la guerra es de una simplicidad nítida. A posteriori, a todos se nos ocurriría, claro. Pero es Odiseo, herido, harto, muy consciente de que estos bobolanes no le llevan a nada, quien idea el caballo hueco. Entre 30 y 50 héroes entrarán en la inexpugnable ciudad anatolia
Entre ellos Aquiles, ¿no? Pues no, dilectos lectores. Aquiles fenece por un flechazo de Paris y, cual Moisés tesaliano, no entrará en la ciudad prometida. De nuevo hay trifulca; Áyax y Odiseo desean sus armas, pierde Áyax y se lo toma tan a la tremenda que enloquece. Literalmente
En su línea de buen rollo general, Odiseo se esmera en la matanza final. Pero... cuidado. Esto no se narra en la Ilíada, que finaliza, tras 51 días, en el canto XXIV, con 11 días de tregua para los funerales de Héctor. ¿Entonces, cómo se sabe? Bueno, tenemos el ciclo troyano, y
la Eneida, y sobre todo la Odisea. Y es ahí donde sabemos que su nostos (regreso) va a ser movidito. ¿Será porque arrojó desde lo alto de las murallas de Troya a Astianacte, el hijito de Héctor y Andrómaca (es la versión de Eurípides)? Pues no, de eso se irá sin consecuencias.
Odiseo retoma a sus hombres, a su cuñado, se despide de los colegas ("Esto hay que repetirlo, jajaja") y se dirige a Ítaca. Se lleva su botín, aunque no se dice qué ha ocurrido con Hécuba, la anciana reina que le ha tocado en el reparto. Posiblemente hayan pagado rescate por ella
Arrasa Ísmaro, donde pierde bastantes hombres, y desaparece. Por diez años. Que son muchos años. Para una hipoteca no, pero para un regreso del héroe, cunde mucho. Penélope, que ha criado sola a su hijo, está asediada por pretendientes, y trama y destrama un plan y una mortaja.
Es fascinante cómo muchos y distintos autores se han ocupado de esos 20 años de soledad de Penélope, desde el énfasis en la fidelidad y la constancia de Ovidio, Alfonso X, Bocaccio o B. de Sant Maure a una visión mucho más mundana de Gala, Buero Vallejo, M. Atwood o I. Dross.
Total: que Telémaco, ya hecho un zagalón, sale en busca de noticias de su padre, pero entre los reyes supervivientes (la postguerra fue dura) nadie sabe nada. Solo rumores y leyendas. ¿Dónde está Odiseo? ¿Ha muerto? Qué va. Está pensando en cómo librarse de un ligue posesivo,
Calipso, con la vieja excusa de que está casado y tal. Cuando logra hacerse a la mar, naufraga como un campeón, y arriba al reino de los feacios, que son los Ewoks de la Odisea. Más majos que ni sé. Llega de incógnito, pero cuando el aedo Demódoco comienza a cantar sus aventuras
revela su identidad y cuenta su versión de los hechos. Es por lo tanto en su voz como conocemos sus aventuras, la manía que le tienen los dioses y que tras 10 años se ha ventilado el botín troyano, sus soldados han muerto, y pues nada. Que si le dan algo para volver a Ítaca.
No lo cuenta así, claro: nos narra las andanzas con Polifemo (al que comete el error de confesar su nombre en una bravata, y de esos cegamientos, esta Odisea), con las vacas del Sol y los lestrigones, con los lotófagos y las sirenas; y de nuevo no hace carrera de sus compañeros.
¿Es de fiar Odiseo cuando nos cuenta sus hazañas? Es imposible saberlo. Encontramos a otro hombre aquí: el infalible planificador en la guerra de Troya va de tropiezo en tropiezo, incapaz de imponerse a sus hombres, y, eso si le creemos, irresistible para las señoras. Caen todas.
En este momento de su vida solo quiere regresar a su casa. Idealiza su isla, a su esposa. Sabe que su madre ha fallecido. De los reyes de su época quedan Menelao y Diomedes y se han aburguesado. Ha descendido a los infiernos, ha ganado y perdido todo. Está cansado y aún le queda
recuperar el trono asediado por los pretendientes. Regresa a la patria nuevamente sin amigos, y tampoco encuentra ninguno allí: un viejo perrito que le reconoce antes de morir. Los sirvientes, un porquero, su anciana nodriza, se convierten en sus aliados. Ítaca, advierte Kavafis
Ya te dio el viaje, no esperes nada más de Ítaca. La restauración del orden será de nuevo sangrienta: deben morir los pretendientes y las doncellas que fueron sus amantes. Penélope duda de su identidad, y él de la castidad de ella ("¿Que has movido mi cama de sitio?"). Su hijo
recupera a su padre, pero ve cómo la posibilidad del trono se aleja de él (ay, Hamlet). Y ni siquiera Odiseo encuentra lo que buscaba. Eso se encuentra, nuevamente, más allá. Penélope no es la que recordaba, no se entiende con su hijo, y parte de nuevo en busca de aventuras.
Su final será atroz: Telégono, el hijo que tuvo con Circe, también le busca. Lo asesinará sin reconocerlo, como Edipo a su padre. Para restaurar el orden, se casará con Penélope, mientras que Telémaco lo hará con Circe: sus hijos toman a sus mujeres. Y después, la posteridad...
Dante, que lo condenará a los infiernos, Shakespeare, en Troilo y Crésida, en que sustituirá la fama por el aplauso, el impresionante poema de Tennyson #Ulises, por supuesto, Joyce, y Borges, y la Odisea de Kazantzakis (autor de #ZorbaElGriego) recrearán el mundo de Odiseo.
Películas, cómics, adaptaciones, una serie de dibujos animados (en que Telémaco si tiene a Nonó, el pequeño robot) nos acercarán, modificarán, dulcificarán o banalizarán la imagen del héroe astuto. En cierta medida somos los autores, los lectores, los amigos que nunca tuvo. Y eso
con lo que quién sabe qué rey, poeta o viajero del siglo VIII a. C soñó cuando cantaba estas aventuras o cuando encargó una epopeya en su honor o el de su antepasado, es ya nuestro, sangre, historia y literatura de la que formamos parte.
Muchas gracias por haberme leído.
Muchas gracias por haberme leído.
