Algunos historiadores tratan de blanquear la Inquisición Española Católica, pero las evidencias les dejan sin argumentos. Hoy os voy a enseñar las herramientas de tortura usadas por los curas para reprimir a las brujas (mujeres con estudios), a los ateos y al colectivo LGTB. Hilo 
1. La Vaticao, de Vaticano y caos. Este instrumento era el preferido de Torquemada (1730-1795). Se introducía por el ano de la víctima y accionaban el mecanismo. Revolvía las tripas, literalmente. Los curas lo untaban en sangre de paloma para que les entrará el Espíritu Santo.
2. El quiebraturbantes. Diseñado por el Papa Gayo, llegó a Castilla con los cruzados. Consistía en introducir la cabeza del reo, normalmente musulmán, y activar una prensa hasta reventar el cráneo. Así les sacaban las ideas pecaminosas y tenían más posibilidades de salvarse.
3. El parabombos. Hecho con tripas de condenados a muerte, estaba reservado para blasfemos y falsos predicadores. Se les introducía la lengua en el forro para, a continuación, coserla. Así se detenían las herejías que propagaban a bombo y platillo blasfemos y protestantes.
4. La molienda: Aquí se suma el maltrato animal. El reo era colocado debajo de una gran piedra de moler atada a un asno. Al burro se le insertaban pimientas en el ano para que echara a correr, haciendo rotar la piedra y moliendo los huesos del condenado, normalmente un científico
5. El rallador de dedos: Reservado a mujeres acusadas de masturbación, los inquisidores introducían los dedos de la víctima en el artilugio, que cuando era activado, los iba desmenuzando lentamente. A veces, se atascaba con los anillos y optaban por amputar toda la mano.
6. La guadaña: Diseñada por los Inquisidores en América y exportada a Europa, la guadaña, del quechua gua (hacer) y del latín dañus (daño), era usada para cortar las extremidades de los indios. Debido a este horror, la muerte empezó a representarse con una de estas herramientas.
7. Este instrumento, que según los documentos fue inventado por un tal Juan Valdés, no ha sido descifrado aún. Su uso debió ser tan retorcido que no cabe una explicación en una mente desarrollada y moderna.
Y hasta aquí, este hilo imprescindible. Os dejo las fuentes para que investiguéis más sobre el tema:
RODRÍGUEZ, Ventura. (1782) La Cibeles. Madrid. ISBN: 666-091-11811
BERNINI, Gian Lorenzo; SALVI, Nicola. (1747). Di Trevi. Roma. ISBN: 1234-567-8910
RODRÍGUEZ, Ventura. (1782) La Cibeles. Madrid. ISBN: 666-091-11811
BERNINI, Gian Lorenzo; SALVI, Nicola. (1747). Di Trevi. Roma. ISBN: 1234-567-8910
Algunos tenéis problemas serios de comprensión lectora y una incapacidad absoluta para detectar la ironía, así que me veo obligado a aclarar que este hilo es una parodia con la que trato de denunciar la divulgación de bulos y falsedades sobre temas históricos. ¡Bendita paciencia!
