Si un candidato y un partido no dicen CÓMO van a realizar sus promesas, no merecen la menor atención por parte del votante.
Ya de votarlos, ni hablar.
Matraquear por ellos, menos.
Ya de votarlos, ni hablar.
Matraquear por ellos, menos.
Yo veo bien que haya más partidos: en la diversidad está dios.
No me hace feliz que vivan de los recursos públicos, pero dadas las circunstancias no hay que quitarles ese sostén, porque se nos caerán todos excepto el que tiene acceso directo al presupuesto federal.
No me hace feliz que vivan de los recursos públicos, pero dadas las circunstancias no hay que quitarles ese sostén, porque se nos caerán todos excepto el que tiene acceso directo al presupuesto federal.
Habrá que ir trabajando en un discurso, en una ley y en una cultura política que nos permita, eventualmente, desvincular a los partidos de la ubre pública. Así, si mañana hay 20, o 100 o mil partidos, habrá más opciones y no le costará un peso al contribuyente.
El problema, pues, no es que haya muchos partidos; el problema es que la mayoría de los votantes los convierten en tótems.
Con esa actitud entre quienes deben VALIDAR con su voto, puede haber mil partidos: ninguno va a servirNOS a los de a pie.
Con esa actitud entre quienes deben VALIDAR con su voto, puede haber mil partidos: ninguno va a servirNOS a los de a pie.
Endosar el voto a priori, hasta seis años antes de cruzar la boleta, con ánimo de matraqueros y sin construir un diálogo con todos los perfiles, para de ahí ir valorando, ponderando, descartando y después prefiriendo, es tirar el capital cívico y el recurso público a la basura.
Considérenlo, pues, todos los ciudadanos que pueden ejercer sus roles cívicos sin ponerse una playerita de determinado color: hay que marcarle el rumbo y el ritmo a todos los perfiles, y a todos los partidos.
A los cruzaboletas de cualquier color dejémoslos en su charco de babas.
A los cruzaboletas de cualquier color dejémoslos en su charco de babas.
No se necesitan más partidos, pero tampoco está mal, en principio, tener más.
No es mejor un partido "nuevo" que uno "viejo", o viceversa, principalmente porque las caras en unos y otros son las mismas.
Lo que se requieren son más CIUDADANOS y NUEVAS ideas sobre el rol cívico.
No es mejor un partido "nuevo" que uno "viejo", o viceversa, principalmente porque las caras en unos y otros son las mismas.
Lo que se requieren son más CIUDADANOS y NUEVAS ideas sobre el rol cívico.
Con una mayoría de ciudadanos enfocados y movilizados, que no endosen a priori su voto y tengan un discurso propio y original, CUALQUIER PARTIDO SIRVE, y CASI CUALQUIER PERFIL será funcional, con resultados de regulares a excelentes.
Por el contrario, con una sociedad mayoritariamente formada por rebaños de ñoños, que endosan su voto a priori y sufren mucho si los pones a pensar, NINGÚN PARTIDO sirve, y prácticamente ningún perfil dará resultados buenos: su balance irá de regular a pésimo. Lo estamos viendo.
Está bien fácil de entenderlo, así que quien no lo admita no es (básicamente) por pendejo, sino por comodino y cobarde: quien no quiere mover las nalgas siempre tiene el recurso de esconderse detrás de una cara de pendejo.
Ustedes saben quiénes son, chairines multicolores.
Ustedes saben quiénes son, chairines multicolores.
