BASTA DE CAFIEROS EN EL ESTADO (hilo)
Otra vez Cafierito diciendo burradas. Como si no fuera suficiente eso de "somos militantes con traje de funcionarios", ahora le reclamó no haber puesto ni un ladrillo al mismo gobierno al que corrían con lo de "el cemento no se come".
Otra vez Cafierito diciendo burradas. Como si no fuera suficiente eso de "somos militantes con traje de funcionarios", ahora le reclamó no haber puesto ni un ladrillo al mismo gobierno al que corrían con lo de "el cemento no se come".
(2) Pero cuando digo #BastaDeCafierosEnElEstado, créanme, no lo digo por él. O, mejor dicho, lo digo por él y también por muchos otros. Muchos que ni siquiera se apellidan "Cafiero".
Antes de seguir, lean este tuit de @Winston_Dunhill:
Antes de seguir, lean este tuit de @Winston_Dunhill:
(3) El cafierismo es la tendencia de ciertos linajes a permanecer en altos cargos públicos provinciales o nacionales independientemente del talento, la formación o la capacidad. Una suerte de nepotismo ad eternum.
(4) A diferencia del nepotismo tradicional (otro mal que aqueja a nuestro sistema político), el cafierismo no se trata de acomodar uno o más parientes. Consiste en hacer de la política un negocio familiar, transmitido de generación en generación.
(5) Algunos argumentarán que hay cierta lógica en la continuidad política familiar: en las casas en donde se escucha hablar mucho de política, florece esa vocación. El problema es que, además de la vocación, se ponen en juego contactos, amigos y favores.
(6) Por esa razón, el cafierismo atenta contra el mérito de todas las formas posibles. Ilustres portadores de apellido transcurren su niñez y adolescencia con la certeza de que hay un lugar para ellos en el Estado, y llegarán a él por la puerta grande.
(7) Mientras tanto, otros más capaces, más dedicados, con más formación, vocación y compromiso, quedan afuera.
Al costo de sus abultados sueldos (recordemos que el cafierismo es un fenómeno propio de las primeras líneas) se suma lo que se pierde al dejar afuera a los mejores.
Al costo de sus abultados sueldos (recordemos que el cafierismo es un fenómeno propio de las primeras líneas) se suma lo que se pierde al dejar afuera a los mejores.
(8) El cafierismo es, en otras palabras, una suerte de aristocracia bananera. Si la oligarquía es una clase que gobierna para sí misma, el cafierismo es un subgénero endogámico y lumpen: una familia que gobierna para poder seguir conservando un carguito.
(9) Para colmo de males, la relación cafierista con el Estado suele ser vitalicia. Quienes gozan de tal prerrogativa generalmente tienen pocos o ningún antecedente en la actividad privada, y oscilan de cargo en cargo hasta el ocaso de su vida.
(10) Sirva como ejemplo la familia presidencial: quien hoy simula ser vice fue dos veces presidente, dos veces senadora, diputada nacional, diputada provincial. Su difunto marido, presidente, diputado, gobernador, intendente, parlamentario UnaSur. Su hijo...
(11) Su hijo, decía, está en su 2do periodo sucesivo como diputado, aunque por un distrito distinto al primero. Lo que importa, sin duda, es el apellido.
La tía Alicia, actual gobernadora de Santa Cruz, fue ministra y senadora nacional, y antes ocupó varios cargos provinciales.
La tía Alicia, actual gobernadora de Santa Cruz, fue ministra y senadora nacional, y antes ocupó varios cargos provinciales.
(12) La familia Kirchner es, pues, el caso de cafierismo más resonante de la actualidad. Si seguimos nombrando este fenómeno con el apellido de don Antonio es porque los Kirchner recién están entrando en la segunda generación, y porque la expresión "kirchnerismo" ya estaba usada.
(13) Así como las familias que pasan toda su vida en los gremios acaban viviendo DE los gremios, las que pasan toda su vida en la política acaban viviendo DE la política, es decir, del Estado.
(14) Las consecuencias suelen ser, entre otras, un profundo desprecio hacia la actividad privada, que desconocen por completo; una gestión condicionada por la necesidad de garantizar su permanencia en el sistema; y una total desconexión de la vida del ciudadano.
(15) Si queremos políticos que se ocupen de los problemas de la gente, debemos erradicar a la CLASE política. Necesitamos funcionarios que entiendan el mundo privado, y que no sólo no teman volver a él, sino que tengan la certeza de que lo harán tarde o temprano.
(16) La función pública debe ser un intervalo para servir, no un oficio del cual servirse.
Por eso, #BastaDeCafierosEnElEstado. Aunque no se llamen Santiago ni se apelliden Cafiero.
Por eso, #BastaDeCafierosEnElEstado. Aunque no se llamen Santiago ni se apelliden Cafiero.
