¿Por qué en botella de vidrio las bebidas nos gustan más? Los * expertos * señalan tres factores 👇
1) Las botellas de plástico y las latas son más "porosas" y tienen compuestos químicos que se transfieren a la bebida; más todavía si en la cadena de distribución se las expuso a altas temperaturas. Las de vidrio no, y por lo tanto dejan sentir el sabor "puro" del contenido.
2) Las botellas de vidrio conservan el CO2 (o sea el gas) mucho mejor que las de plástico, que tienden a generar el efecto "cumpleañitos infantil". Nada más deprimente que una gaseosa tibia y sin gas. Porque además el vidrio se enfría más rápido.
3) Obviamente hay también razones estéticas y sensoriales que influyen en la percepción. Ver y manipular una botella de vidrio es mucho más agradable. Y la nostalgia también juega.
Conclusión: tenemos razones científicas para afirmar que la "Coquita de vidrio", y básicamente cualquier bebida en un envase de cristal, es considerablemente más sabrosa. Y si además es una botella retornable, colabora con el medio ambiente.
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El respeto a la diversidad cultural no preocupó demasiado a las marcas durante el siglo pasado.
En Occidente se hizo muy popular la caricatura del "negrito", que estereotipaba e infantilizaba a las personas de origen afro.
El "negrito" todavía sobrevive en algunos logos 👇
Hace poco Quaker quitó de un producto suyo —después de 130 años— a la Tía Jemima, por considerar que reforzaba estereotipos racistas. Como en el caso de Blancaflor, asociaba la piel negra (y el hecho de ser mujer) al papel de criada de la cocina. Una especie de Tía Tom.
Al estereotipo del "criado favorito" (que aparece en un montón de novelas argentinas del siglo XIX) lo reencontramos en esta publicidad de Águila de 1982.
¿Cuál es, hasta ahora, el mejor alfajor de las últimas dos décadas? O si prefieren un título más rimbombante: el mejor alfajor del siglo XXI.
Para mí no hay duda de que el alfajor más disruptivo fue Cachafaz. Cambió el deporte. Metió un papel dorado en los kioscos, puso en jaque la hegemonía de Havanna y abrió un universo impensado.
La respuesta de Havanna llegó con delay, pero llegó. El 70% cacao fue un baño de juventud para una marca que lucía avejentada. Una bomba de excelencia que dejó en alto el nombre de chocolate y reanimó la categoría premium, atrofiada por la crisis y el cierre de muchas pymes.